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Gala solidaria por el pueblo Saharaui en Covibar

El próximo jueves 23 de enero, la Sala Covibar de Rivas acogerá una gala solidaria en apoyo al pueblo saharaui, organizada por el activista Luis Vega Domingo en colaboración con diversos colectivos locales. El evento busca promover el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) por parte del Gobierno español, similar al reciente reconocimiento de Palestina. Artistas y colectivos participantes La gala contará con actuaciones destacadas, como el clown italiano Leo Bassi, el ilusionista lucense Mago Rafa, la ilusionista argentina Lore Lavand, el cantautor madrileño Salvador Amor, y el colectivo Pallasos en Rebeldía. Además, en la organización participan colectivos como Rivas Sahel, el Ateneo Republicano de Rivas, Paz Ahora, AMAL, y los propios Pallasos en Rebeldía, quienes se unen para reivindicar el derecho del pueblo saharaui a su reconocimiento internacional. El evento comenzará a las 19:30 horas, y las entradas tendrán un carácter solidario con un coste de 10 euros, que podrán adquirirse en la taquilla el mismo día. La recaudación será destinada a apoyar las causas saharauis, reafirmando el compromiso local con esta lucha. Reconocimiento internacional Esta gala busca sensibilizar al público y presionar al Gobierno español para que otorgue el reconocimiento oficial a la República Árabe Saharaui Democrática, tal como lo ha hecho recientemente con Palestina. El Ayuntamiento de Rivas apoya esta iniciativa y subraya la importancia de visibilizar la situación del pueblo saharaui en el marco de la solidaridad internacional.

Pablo Elorduy presenta en Rivas: “Hoy más gente se ve seducida por las narrativas de la extrema derecha” 

El redactor de El Salto presentará el libro ‘El Estado feroz’ el próximo 23 de enero en la Casa de Asociaciones de Rivas “La España feliz no resistió a la crisis global”. Esta es la contundente frase con la que comienza el relato de ‘El Estado Feroz’ (Verso, 2024), el nuevo libro (y primero en solitario) del periodista Pablo Elorduy, redactor y cofundador del diario El Salto. Aunque se licenció en Historia del Arte, lleva desde 2008 diseccionando la actualidad y se ha convertido en un cronista político al que muchos leen, no solo por su lucidez, sino también por ser una voz independiente dentro del ‘establishment’ mediático. Aunque en su libro relata cómo ha operado el llamado “Estado profundo” en la historia reciente de nuestro país, desde el principio deja de manifiesto algo más crudo sobre ese “Estado feroz”: para laminar alternativas políticas, no han hecho falta conspiraciones, ni operaciones secretas, ni la existencia de un “Estado paralelo”. Han bastado algunos políticos, empresarios, jueces y periodistas que han actuado a plena luz del día en la represión del 1 de octubre catalán, en las investigaciones judiciales abiertas (y archivadas) a Podemos o en los editoriales de los grandes medios de comunicación.  El próximo 23 de enero a las 19 h., Pablo Elorduy presentará su libro en el Salón de actos de la Casa de Asociaciones de Rivas (Avenida Armando Rodríguez s/n), de la mano del Ateneo Republicano de Rivas. Habrá un coloquio con el autor, preguntas del público y unos minutos para la firma de libros.  ¿Qué sucedió para que en la Transición lograra pervivir ese Estado profundo? Estamos hablando de los años 70 y de una concatenación de circunstancias que se dan en todo el mundo, al menos en el mundo occidental, que configuran un modelo social, político y económico que llega al menos hasta el final de la URSS y, en cierta medida hasta hoy. Para concretar, en el caso del reino de España que, pese a que no tuvo rey durante los 39 años de Franquismo funcionó como Reino, debemos tener en cuenta esas circunstancias internacionales. Estados Unidos apostó inequívocamente por un modelo de democracia que privilegiase a dos partidos y que tuviera un Tribunal Constitucional que estableciera cortapisas hasta el punto de poder funcionar como “freno de emergencia”, como hemos visto recientemente con un hecho sin precedentes como la paralización de una votación en el Senado. Ese modelo pretendía dejar fuera de juego al comunismo y tampoco se adaptaba bien a los anhelos soberanistas o federales de otros pueblos y sensibilidades. De este modo, se establecieron unas reglas del juego determinadas que, tanto los sectores llamados aperturistas del régimen franquista como gran parte de las fuerzas opositores, acogieron en algunos casos como “mal menor” para después hacerse fervorosos militantes de aquella idea de la Transición exitosa sin derramamiento de sangre. Sabemos, no obstante, que sí se derramó sangre y que se mantuvo la amenaza militar durante mucho tiempo —al menos hasta el 23 de febrero de 1981— como forma de contrarrestar la potencia de la transformación. Hace poco, entrevisté a Raquel Varela, especialista en la Revolución de los Claveles portuguesa, que me explicó cómo uno de los objetivos de EE UU era impedir un movimiento similar al portugués en España. Con esto no quiero decir que todo fuera absolutamente teledirigido, pero sí que, aunque quienes han escrito la historia subrayan el papel de determinados políticos o del jefe de Estado de aquella época, España nunca ha sido una isla y la Transición fue producto de su época. También en cuanto a la escasa penetración que tuvo la democracia en determinados estamentos. ¿Alguna vez hubo intención real de que desapareciera ese estado profundo franquista? A lo largo de estas cuatro décadas ha habido distintos intentos de extender la democracia hacia aquellas partes del Estado que, en todo espacio y tiempo, vigilan aquello que se llama la “razón de Estado”. El último intento parece ser la propuesta del Plan de Acción por la Democracia anunciado por el Gobierno tras los cinco días de reflexión que Pedro Sánchez se tomó para pensar sobre la “máquina del fango”. Antes, podemos hablar de los procesos para desactivar la guerra sucia en el Ministerio de Interior. En todo caso, una muestra de la insuficiencia de estas medidas es que la Ley de Secretos Oficiales de 1968 sigue viva. Esta establece que nunca se darán a conocer determinados detalles de la actividad de ese Estado que opera entre bambalinas, lo que no es otra cosa que una garantía de impunidad: si alguien que tiene que tomar una decisión ilegal o ilegítima tiene la salvaguarda de que nunca se conocerá su responsabilidad, es más fácil que se salte esas garantías. Creo que las intenciones existen y soy consciente de que hay muchas personas que trabajan para esos ministerios o instituciones que abogan firmemente por la democratización y transparencia de las mismas, pero los distintos gobiernos han preferido no abrir esos debates para no enemistarse con estamentos poderosos como son los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o los grandes halcones militares a medio camino entre los Ejércitos y la industria armamentística. En mi opinión, es un deber de la ciudadanía informada reclamar mayor transparencia y democracia para hacer que los Gobiernos no tengan más opción que llevar a cabo una verdadera acción en ese sentido. ¿Qué precedentes hay de esa acción represiva contra las fuerzas de izquierda o los nacionalismos? Estamos hablando de prácticas muy arraigadas en la historia reciente, y no tan reciente, del reino de España. En los últimos años hemos visto cómo se ponían en marcha operaciones como las que trataron de desacreditar a los líderes del Procés en Catalunya o contra Podemos. Estas prácticas siguen un libreto que se basa en la persecución del enemigo interno como son los separatistas, por usar sus palabras, o los comunistas. En el caso del independentismo, el precedente más claro es la guerra sucia, el terrorismo de Estado, encarnado en el

El periodista Carlos E. Bayo desvelará los «secretos» de Villarejo en Rivas: «Manejó los hilos de decenas de conspiraciones políticas»

José Manuel Villarejo es, quizá, el comisario jubilado más conocido de nuestro país. Sus apellidos se entremezclan hoy en las crónicas periodísticas con palabras como “espionaje”, “cohecho” o “revelación de secretos” y en los juzgados hay, incluso, una causa que lleva su nombre: el caso Villarejo. Pero durante años su fama no tuvo que ver con titulares en prensa, sino con moverse entre las sombras del poder, orbitando alrededor de políticos, periodistas o empresarios. Todas las claves de este personaje las desvelará, el próximo 11 de junio, el periodista Carlos Enrique Bayo Falcón en la presentación de su libro Villarejo, el poder de los secretos‘ (Akal, 2023) en Rivas, donde pretende desvelar quién es realmente el espía más famoso de los últimos tiempos y las tramas en las que ha estado implicado. El encuentro ha sido organizado por el Ateneo Republicano de Rivas y tendrá lugar en el salón de actos de la ‘Casa de las asociaciones’ (Av. Armando Rodríguez Vallina, s/n). Habrá un pequeño coloquio y después el público asistente podrá hacer preguntas sobre uno de los personajes que mejor explican el lado oscuro del poder en nuestro país.  Tras seguirle la pista muchos años, ¿cómo definiría a Villarejo? En el preámbulo de mi libro lo defino como “el capitán de un barco pirata”: el emporio empresarial CENYT, que levantó malversando y facturando a grandes corporaciones, magnates y aristócratas sus trabajos a sueldo del mejor postor. Especialista en destruir reputaciones, “enredar” causas judiciales hasta hacerlas inviables y actuar fuera de la ley amparándose en su cargo policial, Villarejo manejó los hilos de decenas de conspiraciones políticas y operaciones de fraude corporativo, utilizando a placer los recursos casi ilimitados del Ministerio del Interior para forjar una fortuna de decenas de millones de euros. ¿Podría haber hecho carrera un personaje como Villarejo si la Transición hacia la democracia hubiera sido diferente? Usted habla incluso de unas “cloacas de la Transición”.  No cabe la menor duda de que la monarquía heredera del franquismo se cimentó en unas cloacas parapoliciales fraguadas en las postrimerías del régimen dictatorial. No se repararon los crímenes de la Guerra Civil ni las injusticias de la dictadura, ni tampoco se restauró la legalidad republicana que se violó con el golpe de Estado de Franco, sino que se ejecutó un fraude masivo a la ciudadanía que nunca conoció la verdad oculta en las cloacas del nuevo Estado democrático, ni fue consciente de la descomunal estafa que cometía su monarca. Fue ese océano de arbitrariedad, injusticias y abusos el que navegó Villarejo al frente de su “barco pirata”, siempre con patente de corso de los sucesivos gobiernos del bipartidismo. De hecho, la rocambolesca trayectoria policial y empresarial de José Manuel Villarejo Pérez constituye el hilo conductor y el mejor largometraje documental de ese gigantesco entramado. Su libro se titula “Villarejo, el poder de los secretos”, ¿pero en qué se sustenta ese poder?¿Cómo ha logrado Villarejo hacer carrera durante tantas décadas en las cloacas con tanto éxito? El control y utilización de los secretos sobre los represores y colaboradores de la dictadura (los archivos de la policía política del franquismo y las actividades de sus informantes) han sido clave durante décadas para que las élites del régimen consolidasen y perpetuasen su enorme poder financiero. También una impunidad absoluta, forjando las instituciones del Estado y una policía paralela –en la que el comisario Villarejo era el capataz – que han reproducido su poderío hasta el día de hoy. Esto ha sido a costa de que España padezca los peores índices de Europa en pérdida de poder adquisitivo, desempleo, precariedad laboral, pobreza infantil y redistribución de la riqueza. Asegura que sus “mentores, padrinos y clientes siempre fueron muchísimo más ricos y poderosos que él”, ¿hay nombres en el libro que pueden sorprender a los lectores? En el libro se exponen casi todos los nombres de los padrinos, amigos y clientes del comisario en jefe de las cloacas, desde el magnate Adrián de la Joya (a quien desenmascaramos en Público) hasta Mauricio Casals, el llamado “Príncipe de las Tinieblas” por sus maniobras maquiavélicas desde el poder mediático de Planeta, Atresmedia y La Razón, pasando por potentados, banqueros, multimillonarios y altos mandos policiales. La mafia policial de Villarejo no era más que la punta del iceberg de una gigantesca trama a nivel del Estado y de todas sus instituciones, diseñada para mantener en el poder político, económico, policial, militar, judicial y mediático a las mismas familias y las mismas corporaciones que se enriquecieron fabulosamente durante la dictadura, que participaron de la represión o se beneficiaron de ella, y que engañaron a los ciudadanos deseosos de democracia. Según cuentas, hay dos redes de poder más que son fundamentales para el trabajo de Villarejo: medios de comunicación y judicatura, ¿de qué manera los ha utilizado para sus intereses? Esa policía paralela al servicio de los potentados herederos de la dictadura no era suficiente, en un sistema democrático, para garantizar la omnipotencia e impunidad absolutas de las élites posfranquistas, así que las cloacas del Estado recurrieron a la estrategia estalinista del kompromat (material comprometedor descubierto o fabricado para chantajear a políticos y activistas), también conocida como “Teoría de los esqueletos en el armario” de las transiciones a la democracia. La nuestra comenzó con los robos masivos de fichas policiales, documentos secretos y archivos de la dictadura para emplear toda esa información como un arsenal demoledor contra los que tratasen de destapar o enfrentarse a la trama de poder en las sombras que ha perpetuado la sociedad y la mentalidad franquistas hasta el día de hoy, cuando los fascistas pueden volver a ocupar puestos de poder en el Gobierno de España y ya ocupan altos cargos en las comunidades autónomas gobernadas por el PP. Ése es el “poder de los secretos” a los que se refiere el título del libro; el que ha ostentado Villarejo a lo largo de décadas para ser intocable y labrar una fortuna a costa de espiar, mentir, defraudar, robar y estafar al servicio