La política de Rivas se asemeja a un juego de mesa
Pero, por desgracia, la comparación se acerca más a Jumanji que al ajedrez. En efecto, si uno se dedica a seguir los devenires políticos de la aldea gala, podrá observar como hay algunos jugadores que intentan poner orden dentro de la jungla y avanzar con cierta lógica dentro del caos y de la incertidumbre, mientras otra serie de personajes intentan sabotear sin sentido aparente toda la acción de gobierno, esperando agazapados en las sombras hasta conseguir sacar un 5 o un 8 con los dados. En la película original, del juego salía un cazador con salacot de afinada puntería, obsesionado con atrapar al personaje principal, que llevaba 28 años dentro del juego (¿les suena?). Además, las sucesivas tiradas originan distintas catástrofes. Entre ellas, la ciudad es atacada por mosquitos venenosos (¿mosca negra? ¿mosquitos tigre?), estampida de animales y monos muy traviesos. No seremos nosotros los que hagamos la metáfora para buscar a quién adjudicaríamos el papel de los monos traviesos, lo dejamos a la sana imaginación del lector. Lo único que echaríamos de menos sería a algún personaje que se dedicara al paracaidismo en sus ratos de ocio. En los juegos de mesa, como en la política ripense, algunos jugadores viven en su mundo propio, que confunden con el mundo real, en el que es muy duro vivir, y al que intentarán no volver. Solo piensan en sus jugadas, del tipo “de oca a oca y tiro porque me toca”, y no estrategias alambicadas del ajedrez. Como no son alcaldes porque no quieren, no les importa disparar a todo lo que se mueva, tenga o no fundamento, si eso fuese necesario para ganar la partida. La gane quien la gane, este perfil de políticos siempre se reconocerá entre sí como jugadores en la misma ficción, y a veces en la misma estafa. Más allá de la vocación de servicio, lo esencial es ganar, aunque se puede vivir muy bien jugando sin ganar, porque por eso se cobra. Bueno, algunos ni siquiera cobran y se dedican a vender lotería, a hacer croquetas y a pasar incidencias por registro, convirtiéndose de facto en una especie de administrativos municipales impostados.