Ya estamos en enero de 2021, atrás hemos dejado un año de los peores que se recuerdan en las últimas décadas, con la pandemia más letal desde hace cien años. Todos estábamos deseando que pasara, como si con el cambio de año se fueran a terminar todos los males. Pero nos hemos despertado en el año nuevo, el 2021, con que casi nada ha cambiado. Sí, tenemos ya en aplicación dos o tres tipos de vacunas, pero lo cierto es que, como consecuencia de las fiestas, las múltiples negligencias de muchos ciudadanos y la ineptitud de las medidas de algunos políticos (que ni en pandemia les importan las personas), los contagiados y en correlato los fallecidos cada día son más.
Hacia marzo estaría superada la pandemia nos dijeron, después lo ampliaron en el entorno de mediados de año, últimamente nos avisan de que puede durar esta situación hasta final del 21 y eso si no se produce alguna mutación incontrolable del virus. ‘Esto es un sin vivir, para los que no se queden en el camino’.
Pero no es eso todo, con ser muy importante, hemos iniciado el año con un intento de golpe de estado en el país dominante en el planeta y hasta ahora adalid de la democracia para muchos EEUU. Con un alarmante incremento de los casos de contagio de Covid. Y con un temporal casi glacial, que tiene paralizado a todo nuestro país. No parecen buenas señales para un comienzo de ciclo.
Y en toda esta situación tan poco alagüeña, los intereses egoístas de algunos políticos, de nuevo vuelven a aflorar: el alcalde de la capital, J.L.Almeida reconoce que Madrid no estaba preparada para una situación meteorológica como esta y la presidenta Isabel Díaz Ayuso, no lo reconoce por su soberbia, su vaga percepción de la realidad y porque ella no tiene nunca la culpa de nada ‘la culpa es del Gobierno radical-comunista de Pedro Sánchez y su socio Pablo Iglésias’.
La presidenta Ayuso se quejó porque la pandemia se gestionaba desde el Gobierno Central, se volvió a quejar cuando éste delegó en los gobiernos autonómicos, protestó de nuevo por las vacunas asignadas que les parecían pocas…, y resulta que la Comunidad de Madrid había puesto el 6% de las vacunas recibidas, cuando el resto de las comunidades estaban entre el 20 y el 40 por ciento. El famoso hospital de pandemias Isabel Cendal que iba a ser la solución para todo y nos ha costado el triple de lo presupuestado, ni ha podido recepcionar las vacunas porque no tenía congeladores, ni tampoco recibe enfermos, escasamente 100 según parece. En Madrid, los centros de Atención Primaria continúan cerrados como medida de precaución y los enfermos esperando en la calle.
Con objeto de agilizar las vacunaciones, las enfermeras de la Sanidad Pública se ha ofrecido para doblar jornadas si es necesario o trabajar los fines de semana, pero Ayuso ha preferido subcontratar a empresas externas (Cruz Roja, Quirón,…), pagando un dineral de los fondos públicos por ese trabajo.
Está claro el objetivo de la derecha y como bastión la Comunidad de Madrid ‘acabar con la sanidad pública’, después de pretender que los test del Covid los hagan las farmacias, ahora que las vacunas las pongan personal de empresas privadas. La Asociación Madrileña de Enfermeras (AME) ha iniciado una campaña: Quiero que me vacune mi enfermera en mi Centro de Salud – HASTAG #SoyenfermeraYotevacuno o bien haciendo constar esta frase en las reclamaciones.
Lo dicho ‘no hemos empezado bien el año’, pero al menos podemos recurrir al dicho de sabiduría popular “año de nieves, año de bienes” a ver si se cumple.
JuanM. del Castillo