Permítanme jugar a un juego con ustedes: vamos a hacer un pequeño viaje a través del tiempo y las dimensiones, les voy a proponer una velada cinematográfica muy especial: Un programa de tres películas al estilo de las que se veían en los cinestudios en los años 70 y 80. En estos templos del Séptimo Arte, que existían en muchos barrios, se recuperaban títulos que ya no se podían ver en los circuitos de cines de barrio ni en los escasos canales de televisión que llegaban a nuestros hogares. Eran tiempos en los que no existían las plataformas digitales y en los que empezaba a surgir algún que otro videoclub, cuya oferta no saciaba las necesidades del cinéfilo de pro. En éstos, sólo se podían ver algunos títulos menores (y muchas veces casposos) y unos pocos films famosos que, algunas veces, tardaban siete años en llegar desde el estreno en la Gran Pantalla al estante de estos pequeños distribuidores de cine de barrio.
Por eso los cinestudios eran lugares de peregrinaje cinéfilo, en los que muchas veces el programa triple ofrecía verdaderas joyas (no exentas de alguna basurilla), que nos descubría un cine al que de otra manera no podríamos acceder. Una experiencia desconocida en la actualidad, donde tenemos que pensarnos mucho en qué gastarnos nuestro dinero, para no sentirnos estafados al ir a un multicine. Esos cinestudios eran baratos, y se podían pasar 6 horas o más viendo películas sobre las que a veces no teníamos la menor idea, y que nos sorprendían para bien o para mal. Como decía Forrest Gump: «La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar».
El programa que les propongo nunca se proyectó en un cinestudio. Estas cintas salieron cuando hacía mucho tiempo que la época de estas míticas salas había pasado. Así que síganme el juego, prepárense para una tarde entera de buen cine, provéanse de golosinas y demás chucherías (y si son afortunados, de amigos con los que podrán comentar lo que vean sus ojos, dado que estos títulos les darán material para la posterior velada) y déjense llevar a esta sesión de un mundo alternativo.
Al entrar en esta sala imaginaría, les darán un programa en el que les comentarán un poco la trilogía del Corneto y cuyo texto podría ser algo así: “Dicha trilogía la componen las comedias Zombies Party (2004), Arma fatal (2007) y Bienvenidos al fin del mundo (2013), cuyos actores protagonistas son Simon Pegg y Nick Frost, una pareja de verdaderos fans de la cultura popular, que junto al director, Edgar Wright, nos proponen en cada película un homenaje al cine de terror (Zombies Party), a las Buddy Movies de policías (Arma fatal) y a las de monstruos extraterrestres (Bienvenidos al fin del mundo). Todas ellas son una carta de amor a esas producciones, con muchos homenajes que los más avezados reconocerán, y un ritmo que combina un desternillante humor inglés con la tradicional serie B. Wright, es un verdadero genio que emplea todos los recursos para que el espectador no se aburra en ningún momento. Como si se tratara de un comic o un dibujo animado, las imágenes se suceden a un ritmo frenético.
¿Por qué se llama la Trilogía del Cornetto? Todo es una broma del director durante la promoción de Arma fatal, ya que tras haber puesto un helado Cornetto en Zombies Party, incluyó escenas con esta golosina en las otras películas, creando así una trilogía y haciendo un guiño a la de los Tres Colores de Krzysztof Kieslowski, pero ahora con tres sabores. Cada película queda representada por un color o sabor de Cornetto: La fresa sangrienta de Zombies Party, el Cornetto azul, como los policías de Arma fatal; y el chocolate con menta verdoso de la ciencia ficción para Bienvenidos al fin del mundo.
Disfruten del viaje.