ORIÓN: La “Catedral del Cielo” (I)

En nuestro camino por las constelaciones ecuatoriales – aquellas que son visibles todo el año – llegamos probablemente a la constelación más impresionante del cielo, por lo que muchos aficionados la han definido como “La Catedral”. Sus maravillosas y brillantes estrellas, así como sus brillantes u oscuras “nubes” son visibles desde ambos hemisferios, sobre todo en invierno, lo que hace que sea tan bien conocida por todos los pueblos y civilizaciones.

Orión en la mitología griega fue un colosal gigante cuyos padres fueron Poseidón, rey del mar y Euríale, una de las gorgonas. Orión era tan grande que cuando se adentraba en los océanos el agua no le llegaba más que hasta los hombros. El gigante se enamoró de Mérope, hija de Enopión, rey de Quíos y quiso tomarla por esposa, pero el padre se negó, por lo que Orión intentó tomarla por la fuerza. Como castigo, el rey, con ayuda de Dionisio, lo adormeció y le quitó la vista. Orión acudió a un adivino para curar su ceguera y este le “recetó” una cura de Sol, para lo que tenía que viajar hacia el Este, con el fin de que los rayos del sol le dieran directamente en los ojos. A tal fin Hefesto (dios de la forja y el hierro) le dijo a su criado Cedalión que le guiara al extremo oriente en su camino hacia el Sol.

Cuando recobró la vista se trasladó a Creta. Allí trabajó en la corte de Artemisa, la diosa de la Caza ya que era un magnífico cazador, mencionado por Homero en su “Odisea”. Siempre iba acompañado de su perro Sirio, (la estrella alfa de Canis Maior), mencionado también en la “Ilíada”.

El fin de Orión tiene muy diferentes versiones, por lo que me inclinaré a contaros mi favorita: el Cazador se convirtió en el preferido de Artemisa y esta se enamoró perdidamente de él. Orión, lleno de orgullo y amado por la diosa, osó clamar ante el cielo que ninguna de las grandes bestias y monstruos del mundo le causaba miedo. Gea, la diosa de la Tierra, se sintió ofendida por esta desfachatez y le envió un escorpión (constelación de Escorpio) que le provocó la muerte con su picadura. En esta conspiración también intervino Apolo, hermano de Artemisa, que por celos incitó a Gea a que acabara con la vida del Gigante.

Las diosas, apiadándose de Orión suplicaron a Zeus que elevara al cielo al Gigante, y por eso podemos ver esta maravillosa constelación hasta el día de hoy.

Fijémonos en que, cuando vemos a Orión, en invierno, no vemos a Escorpio y cuando sale Escorpio, Orión se oculta en el cielo, como si estuviese huyendo de él.

Orión se sitúa cerca de la constelación de Eridanus, junto a sus dos perros de caza, las constelaciones Canis Major y Canis Minor, peleando con la constelación de Tauro, ya que el Cazador también tuvo otra “trifulca” con el Toro y su principal estrella Aldebarán, porque otro de los mitos cuenta que Orión se enamoró de las siete ninfas, conocidas como Pléyades. Zeus, para evitar que Orión las sedujese las recogió y las situó en el cielo. Una de las versiones de este mito asegura que Zeus, además, envió al toro Aldebarán a proteger a las ninfas, razón por la cual el famoso cúmulo de las Pléyades se encuentra en la constelación de Tauro y, en el cielo nocturno, podemos ver a Orión persiguiendo a las estrellas, las Pléyades, que son las siete hijas de Atlas y de Pleyone.

Los Mayas, llamaban al cinturón de Orión «Las tres piedras del fogón«, la luz que nunca se apagaba, el fuego del hogar. Los indios Guaraníes, llamaban a estas tres estrellas «Las tres viudas«. Los árabes, las llamaban «El collar de perlas«. Para los egipcios, Orión era su dios Osiris y según algunos escritores, la situación de las tres Pirámides, tienen que ver con la posición de las estrellas del cinturón de Orión. Orión es también citada en la Biblia, en los libros de Job y de Amós.

En los capítulos siguientes entraremos en la Astronomía dejando a un lado los mitos griegos y hablaremos de las maravillosas estrellas de esta constelación y sus asombrosos objetos estelares que hacen que Orión sea única en el Cielo.

Caminamos hacia el verano, pero el tiempo pasa deprisa, la observación de Orión nos espera para el invierno que viene, si miramos al Cielo.

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