Durante el desarrollo de un nuevo ser humano, a lo largo del embarazo, se van sucediendo una serie de fases que llevarán a conformar cada uno de los órganos y demás partes del cuerpo. En las primeras semanas, tras la fecundación, el zigoto se va dividiendo por mitosis hasta formar la llamada mórula, un grupo de células que llega hasta la cavidad del útero materno para desarrollarse allí hasta el parto, dando lugar cambio tras cambio a un embrión con algunas partes ya diferenciadas.
Desde la tercera hasta la octava semana del embarazo se produce la llamada organogénesis, el desarrollo de lo que serán finalmente los órganos del cuerpo humano. En este periodo, al que llamamos también embrionario, se conforman ya prácticamente todos estos órganos utilizando el resto del tiempo en el vientre materno para desarrollarse y madurar.
En este momento el embrión tiene una serie de capas de células que van a convertirse cada una de ellas en diferentes grupos de órganos. En la capa más exterior, la que está en contacto con la cavidad amniótica, tenemos una capa llamada ectodermo. Este ectodermo crece en sentido a lo que será la cabeza del bebé, y va a dar lugar a principalmente a la piel y a los huesos. Pero también, gracias a una serie de procesos que logran que pueda especializarse para ello, el sistema nervioso. Poco a poco irá formando un tubo que dará lugar al encéfalo y la médula espinal.
Debajo de este ectodermo encontramos el llamado mesodermo. De aquí el desarrollo embrionario dará lugar a tres grupos distintos de elementos: los tendones, los músculos y parte del esqueleto, por un lado. Por otro, conformará tejidos importantes que cubren órganos internos como los pulmones o los intestinos y por último se encargará en especializarse en casi todos los componentes del aparato urogenital.
Y por fin llegamos al endodermo que tiene como misión principal la de dar lugar al tubo digestivo. Mientras todo lo anterior ha ido sucediendo, el embrión se ha ido plegando en dos sentidos: lateralmente y céfalo-caudalmente, esto es, a los lados y de arriba abajo. Al hacer esto, buena parte de la cavidad revestida por el endodermo (lo que llamamos saco vitelino secundario) queda englobada dentro del cuerpo del embrión: ello va a conformar la luz de nuestro sistema gastrointestinal. Esta luz está limitada por delante por la membrana bucofaríngea, que se romperá la cuarta semana, y por detrás por la membrana cloacal, que se romperá la séptima semana creando la abertura anal.
Además del tubo digestivo, el endodermo da lugar también al epitelio del aparato respiratorio, la vejiga y las cavidades timpánicas y de la trompa auditiva, así como a las glándulas tiroides y paratiroides, al hígado y el páncreas.
Vamos a verlo más en detalle con algunos órganos y sistemas:
El sistema cardiovascular:
el corazón se forma a partir de células del mesodermo. Las células van formando una estructura en forma de herradura que acaba por cerrarse formando el tubo endocárdico. Durante los siguientes días este tubo se transforma en la llamada asa cardíaca al irse curvando y se divide en una primera zona, el troncocono, que dará lugar a la arteria pulmonar, y una segunda, el bulbo, que da lugar al ventrículo derecho, el ventrículo izquierdo y una aurícula. Esta aurícula se irá dividiendo en dos a la vez que se forman los tabiques necesarios para que en la cuarta semana tengamos ya un corazón de cuatro cavidades. No será sin embargo hasta la decimosexta semana que el sistema nervioso tome el control del corazón, hasta entonces latirá por su cuenta gracias a la capacidad contráctil y de coordinación de sus células.
El aparato digestivo:
ya hemos visto que el tubo digestivo se formaba a partir del endodermo. Este tubo primitivo forma un intestino anterior, uno medio que comunica con el saco vitelino y uno posterior que desemboca en la apertura anal. El intestino anterior forma el esófago, el estómago y el duodeno, así como el hígado y el páncreas. Además, forma también el aparato respiratorio, que se separa del tubo digestivo gracias a un tabique que separa tráquea y esófago y se forma completamente en torno a la quinta semana. El intestino medio forma todo el intestino delgado a partir del duodeno y el grueso hasta la parte final del colon transverso. El crecimiento es tan rápido que las asas intestinales no caben en la cavidad abdominal fetal y se hernia a través del conducto umbilical desde la sexta a la décima semana, momento en que vuelve dentro de la cavidad. Finalmente, el intestino posterior da lugar a la parte final del colon y el recto.
El aparato respiratorio:
como acabamos de explicar el aparato respiratorio surge del intestino anterior. Esa protuberancia respiratoria inicial forma la tráquea y se va subdividiendo en bronquios y bronquiolos generando todo el árbol pulmonar. Durante la gestación el aparato respiratorio está lleno de líquido, que se reabsorbe cuando los pulmones se llenan de aire tras el parto.
El sistema nervioso:
el tubo neural en su parte cefálica se divide en tres vesículas principales: el prosencéfalo o cerebro anterior, el mesencéfalo o cerebro medio y el rombencéfalo o cerebro posterior. El cerebro posterior se divide en dos placas, alar y ventral, de modo similar a la médula y además también da lugar al cerebelo. Algo similar ocurre con el mesencéfalo.
El prosencéfalo es una estructura más moderna evolutivamente hablando y algo más compleja en su desarrollo. En lugar de desarrollarse en placas, lo hace a través de dos vesículas que irán creciendo para formar los hemisferios cerebrales, que conectarán con las porciones más “bajas” del sistema nervioso alrededor del segundo mes.
En la parte más caudal se desarrolla la médula espinal, dividiéndose las neuronas en dos grupos en forma de placas: la placa ventral que contendrá neuronas portadoras de información motora y la placa alar que contendrá información de carácter sensitivo.
En ciencia es difícil imaginarse un proceso más apasionante que el de la creación de una nueva vida, y conocerlo en profundidad ayuda a entender aún mejor la enorme dimensión que tiene un proceso que ha sido capaz de alcanzar una complejidad embaucadora para seguir conformando la preciosa historia de los seres que habitamos la Tierra. Un auténtico milagro que está mucho más allá de creencias o religiones: la vida.
Texto: Alberto Cabañas Cob
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