Carta de Luis Portillo, miembro del Movimiento por los Presos Políticos Saharauis (MPPS), a José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores
Excmo. Sr. ministro:
Una semana más, como todos los lunes desde hace dos años, los miembros del Movimiento por los Presos Políticos Saharauis (MPPS) volvemos a concentrarnos ante este Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación para reivindicar el respeto y la defensa de los Derechos Humanos de los presos políticos saharauis que padecen cautiverio en cárceles marroquíes, muy lejos de su tierra, el Sáhara Occidental, y que fueron injustamente condenados mediante confesiones arrancadas bajo tortura y juicios farsa carentes de garantías procesales. Y reclamamos también la protección de la población saharaui que malvive en la cárcel a cielo abierto en que se ha convertido el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos.
Si las autoridades competentes de nuestro país -potencia administradora de iure del Territorio No Autónomo del Sáhara Occidental- no se ocupan, no quieren ocuparse de esta tarea humanitaria, haremos llegar nuestra voz, nuestras reclamaciones, la de los presos políticos saharauis y la del pueblo saharaui en general a las organizaciones internacionales de derechos humanos e incluso a la Organización de Naciones Unidas. Pero no por ello dejaremos de insistir cerca de las autoridades competentes de España.
Quizá los gobernantes españoles han olvidado lo que significaron las prisiones y los presos políticos en nuestro país durante la dictadura franquista, cuánto dolor y sufrimiento. En este país de flaca memoria, promesas incumplidas y traiciones reiteradas, conviene recordar que la responsabilidad de proteger los legítimos derechos de la población saharaui fue asumida públicamente por el entonces príncipe de España y Jefe del Estado en funciones, Juan Carlos de Borbón, exactamente el 2 de noviembre de 1975, en El Aaiún, capital de lo que todavía era el Sáhara Occidental español. Con la ‘Marcha Verde’ en el horizonte y con Franco agonizando, el hombre que apenas 20 días después (el 22 de noviembre) sería proclamado Rey de España hizo un viaje sorpresa para justificarse ante los militares destinados en el Sáhara Occidental.
En el Casino Militar y ante el ministro del Ejército, el jefe del Estado Mayor, el capitán general de Canarias y el gobernador militar del Sáhara -entre otras personalidades que acreditaban la relevancia del acto-, quien en aquellos decisivos momentos de la historia de España oficiaba como Jefe del Estado manifestó públicamente:
“Quería daros personalmente la seguridad de que se hará cuanto sea necesario para que nuestro Ejército conserve intacto su prestigio y su honor.
“España cumplirá sus compromisos y tratará de mantener la paz, don preciso que tenemos que conservar. No se debe poner en peligro vida humana alguna cuando se ofrecen soluciones justas y desinteresadas y se busca con afán la cooperación y el entendimiento entre los pueblos.
“Debemos proteger también los legítimos derechos de la población civil saharaui, ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo exigen”.
A las cuatro horas, el Jefe del Estado en funciones regresó a Madrid. Al cabo de mes y medio salía de El Aaiún la última compañía de la Legión; y el 28 de febrero de 1976 se arrió la bandera española en el Sáhara.
Como señalara el periodista Fernando J. Muniesa (Diario16, 22/02/2016), las palabras de Juan Carlos de Borbón en El Aaiún han sido recordadas en repetidas ocasiones, pero el monarca nunca las oyó directamente hasta el 31 de marzo de 2009. Ese día se encontraba en la Universidad de Alcalá de Henares precisamente presidiendo la entrega del Premio de Derechos Humanos Rey de España, y lo que menos esperaba es que la mujer que se acercó a saludarle ataviada con una melfa (prenda tradicional saharaui) le dijera: “Majestad, soy saharaui y recuerdo perfectamente cuando visitó mi ciudad natal, El Aaiún, en noviembre de 1975. Su Majestad prometió que iba a defender el legítimo derecho del pueblo saharaui. Sin embargo, el pueblo saharaui aún está esperando que esa promesa se cumpla, todavía estamos sufriendo las consecuencias de esa promesa que no se ha llevado a cabo”. Era Zahra Ramdán, presidenta de la Asociación de Mujeres Saharauis en España (AMSE). Zahra recuerda que el Rey escuchó y calló…
El pueblo saharaui aún está esperando que esa promesa se cumpla, pero ya no confía ni espera nada de los gobernantes españoles, que han perdido toda credibilidad. Ni España cumplió sus compromisos ni mantuvo la Paz. Por el contrario, ha habido y sigue habiendo muchos muertos. Y después de una primera guerra de liberación que duró 16 años, el pueblo saharaui está librando hoy, heroicamente, una segunda guerra impuesta contra el ocupante marroquí.
El Jefe del Estado español dio buen ejemplo de incumplimiento a todos los acomodaticios burócratas del Reino. Y ya vemos hoy adónde le ha conducido su …deriva ‘ejemplar’, para vergüenza de todos aquellos que aún conserven algo de ella después de tragar tantos sapos y culebras, como ha reconocido un eurodiputado socialista, apoyando así los desplantes del sultán alauita y el blanqueamiento de la ocupación armada del territorio no autónomo del Sáhara Occidental.
En contra de la palabrería hueca del monarca español, no se han ofrecido “soluciones justas” ni “desinteresadas”, sino que se ha hecho un incalificable seguidismo del impresentable supremacista Donald Trump y una sumisión unilateral a los caprichos del sultán marroquí por parte del presidente Sánchez y su ministro de Asuntos Exteriores, en contra también de la voluntad mayoritaria del pueblo español y del propio Congreso de los Diputados. Pero aquí estamos acostumbrados ya a la ignominia y no pasa nada.
Ni siquiera con el pueblo español se ha hecho “cooperación y entendimiento”, sino que se le ha desoído y ninguneado. Y no digamos en lo que respecta al pueblo saharaui. El Jefe del Estado español no hizo honor a sus (a todas luces) falsas promesas y, en lugar de ello, se ha estado dedicando a otros negocios más ‘rentables’ y a ciertos placeres exclusivos. Para quien quiera verlo y entenderlo, los campamentos de ciudadanos saharauis refugiados en Tinduf quedan mucho más cerca que Abu Dabi…, y esos ciudadanos llevan 47 años padeciendo lo indecible, abandonados por quienes legalmente deben protegerlos. Los jefes -del Estado y del Gobierno- no se han molestado en visitarlos ni en escucharlos. Prefieren los sultanes y los jeques. Y luego reprochan su mismo comportamiento a la huida de Ferrovial, por ejemplo.
El preso político saharaui Yahya Mohamed Al-Hafed Aaza
Hoy, Sr. ministro, nos congratulamos públicamente de la salida en libertad, el pasado 1 de marzo, del defensor de derechos humanos y preso político saharaui Yahya Mohamed Al-Hafed Aaza, después de pasar 15 años encarcelado ilegalmente por el régimen de ocupación marroquí.
Su detención arbitraria y su posterior encarcelamiento por las autoridades marroquíes se basaron en su supuesta participación en una marcha ciudadana pacífica organizada por jóvenes saharauis, el 26 de febrero de 2008, para celebrar la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y exigir el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
Yahya Mohamed fue objeto de tortura y malos tratos, y represaliado con confinamiento en soledad en diversas cárceles marroquíes, viéndose obligado a realizar varias huelgas de hambre (de entre 40 y 60 días) sin que la administración carcelaria respondiese a sus legítimas demandas. Fue encarcelado por el régimen marroquí con 42 años. Hoy tiene 57 y padece varias enfermedades como resultado del maltrato sufrido durante su encarcelamiento.
Durante todos esos años, los diferentes Gobiernos de España no movieron un solo dedo para reclamar su libertad y el respeto de sus derechos como ciudadano saharaui, a pesar de aquella promesa de protección tan solemnemente hecha por el Jefe del Estado hoy expatriado y del estatus de España como potencia administradora de iure del Sáhara Occidental, con las consiguientes obligaciones.
Yahya Mohamed es un ejemplo de firmeza, resistencia y espíritu de lucha, cualidades atribuibles también a todos los presos políticos saharauis en las cárceles marroquíes, a todos los combatientes en el frente de batalla y -como ha subrayado el propio presidente de la República Saharaui, Brahim Ghali- a “las heroínas y héroes del Levantamiento de la Independencia, que siguen siendo los portadores de la antorcha de la Resistencia y desafían al enemigo en cada centímetro de la tierra ocupada, el sur de Marruecos y en los recintos universitarios”. El presidente Brahim Ghali ha felicitado a este valiente defensor saharaui de derechos humanos con motivo de su salida en libertad y ha encomiado “el espíritu de lucha, valentía, sacrificio, heroísmo, audacia y firmeza con que se ha enfrentado a la maquinaria opresora marroquí”.
El preso político Mohamed Lamine Haddi
Por otra parte, Sr. ministro, en la carta semanal que dirigimos a V.E. el 13 de febrero pasado ya le exponíamos el caso del preso político saharaui del Grupo de Gdeim Izik, Mohamed Lamine Haddi, a quien por fin, tras cuatro años de aislamiento, le habían permitido la visita de un familiar, pero tan sólo durante 15 míseros minutos, después de haber realizado un largo y costoso viaje de 1.300 kilómetros desde el Sáhara Occidental ocupado.
Mohamed Lamine Haddi, corresponsal de radio de la RASD, fue torturado y condenado a 25 años de prisión en un juicio plagado de irregularidades procesales. Sus condiciones de encarcelamiento son dramáticas, estando sometido a aislamiento y sin atención médica a pesar de sus múltiples dolencias y de dos durísimas huelgas de hambre (de 69 y 63 días) protagonizadas heroicamente en 2021, sin que tampoco entonces sus carceleros permitieran la visita de su familia, que había recorrido 1.300 km desde El Aaiún hasta Rabat, tan sólo para saber si estaba vivo o muerto.
El hermano que pudo visitarlo durante esos mezquinos 15 minutos, después de 4 años de aislamiento, apenas pudo reconocerlo, dado el enorme deterioro de Mohamed Lamine, enfermo, avejentado, deformado y consumido por la tortura, las huelgas de hambre, la enfermedad, la soledad y el sufrimiento.
Según diversas fuentes, Mohamed Lamine Haddi está muy débil y su vida pende de un hilo. La falta de asistencia médica y, en general, las condiciones que padece en la cárcel le han llevado a protagonizar una nueva huelga de advertencia, a principios del presente mes de marzo, para que le atienda un médico. El preso saharaui tiene graves dolencias de todo tipo, algunas causadas por las anteriores huelgas de hambre; otras, por las pésimas condiciones de la cárcel; y otras, por el agravamiento de sus síntomas, al no ser atajados por el tratamiento médico que el preso reclama.
Al igual que los demás presos políticos saharauis, la única herramienta de que dispone Haddi para llamar la atención sobre su situación y reclamar tratamiento médico es la huelga de hambre, cuya realización deteriora aún más su salud, en una espiral infernal.
Como señala una experta jurista defensora de derechos humanos, las cárceles marroquíes en la que están recluidos los presos políticos saharauis están lejísimos de su tierra, el Sáhara Occidental; esos presos no tendrían que estar en dichas cárceles, primero, porque son inocentes, y segundo porque así lo dice la IV Convención de Ginebra (art. 76, Trato debido a los detenidos): “Las personas protegidas inculpadas quedarán detenidas en el país ocupado y, si son condenadas, deberán cumplir allí su castigo”. Y el artículo 76 también dice que los condenados “recibirán la asistencia médica que su estado de salud requiera”. Ahora bien, la jurista añade que no basta con que exista esa normativa legal, sino que además es preciso que alguien se ocupe de vigilar su cumplimiento.
¿Se ocupará de esa vigilancia el ministro de Exteriores de la potencia administradora de iure del Sáhara Occidental ocupado? Como establece también el artículo 76 de la IV Convención de Ginebra, “Las personas protegidas detenidas tendrán derecho a recibir la visita de los delegados de la Potencia protectora y del Comité Internacional de la Cruz Roja”.
V.E., Sr. ministro, se jactó recientemente en la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados de ser el primer ministro de Exteriores del mundo en haberse entrevistado con el Enviado del secretario general de la ONU para hablar del Sáhara, como si esa no fuera su obligación, no entrase en su sueldo o España no fuera la primera potencia obligada a tratar de resolver su propia ignominia, la ignominia de sus gobernantes.
Muy bien, le agradecemos ese esfuerzo, ‘extra’ en su opinión. Pero, ¿de qué habló V.E. con el Enviado del SG de la ONU? ¿De los presos políticos saharauis, como le viene reclamando insistentemente el MPPS desde hace más de dos años a las puertas de su Ministerio? ¿De cómo y cuándo ponerlos en libertad de una vez por todas? ¿De que cesen las torturas, el maltrato, el ensañamiento con esos presos injusta e ilegalmente encarcelados? ¿De que reciban la debida atención médica? ¿De que se respeten sus derechos? ¿O de la entrega definitiva del Sáhara Occidental a Marruecos por parte del presidente Sánchez y su ministro de Exteriores? ¿Se le ha ocurrido a V.E. proponer al Enviado del SG una solución para el Sáhara Occidental ocupado similar a la que llevó a cabo el Gobierno de Portugal con Timor Oriental, entonces colonia invadida y ocupada, hoy nación libre e independiente? ¿Le ha informado V.E. del rechazo del Parlamento y del pueblo español a la vía entreguista del presidente Sánchez? ¿O de cómo maniobró ya en 1975, en plena Marcha Verde, el tándem Henry Kissinger / Gerald Ford para llevar el tema del Sáhara Occidental a la ONU, “pero procurando que finalmente quede en manos de Marruecos”, como ya descaradamente han hecho el supremacista Donald Trump y el presidente Sánchez?
Ni el pueblo español ni el saharaui, Sr. ministro, tenemos el más mínimo conocimiento de lo que tan secretamente V.E. ha tratado con el Enviado del S.G. de la ONU. Pero recuerde que la existencia de presos políticos saharauis -que son el principal foco de preocupación del MPPS- en cárceles marroquíes es consecuencia ‘lógica’ de la ilegítima e ilegal entrega del territorio no autónomo del Sáhara Occidental, por el último Gobierno de la dictadura franquista, a otros dos ‘Gobiernos reaccionarios’, en palabras de Felipe González Márquez (campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, 27/02/1976, primer aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática, RASD).
La terrible situación de esos presos civiles hoy trae causa de aquellos acuerdos tripartitos, de aquella ignominia del último Gobierno de la dictadura franquista que ustedes se empecinan en proseguir y rematar, violando el Derecho Internacional. De aquellos polvos franquistas, estos lodos socialistas. El nuevo posicionamiento entreguista del presidente Sánchez y su ministro de Exteriores a favor de las pretensiones marroquíes, no hace sino contribuir a afianzar y blanquear la ocupación militar de la última colonia de África, a asfixiar al pueblo saharaui y a prolongar el sufrimiento de los presos civiles saharauis injusta e ilegalmente encarcelados. A ustedes, Sr. ministro, la Historia no les absolverá.