La Eurocámara aprobaba el pasado 13 de marzo, la nueva ‘ley para proteger a periodistas y medios de comunicación europeos de interferencias políticas y económicas’. A algunos nos gustaría pensar que esa misma ley también nos protegerá a los receptores de las noticias, análisis, etc., que emiten algunos de esos medios de comunicación…
Los Estados miembros están obligados a proteger la independencia de los medios, y quedará prohibida toda forma de intervención en las decisiones editoriales. Así mismo, no podrán presionar para que los periodistas divulguen sus fuentes.
La financiación de los medios de comunicación públicos deberá ser transparente y basada en procedimientos objetivos, además de sostenible y previsible. De la misma forma, los medios de comunicación tendrán que informar sobre los fondos públicos recibidos en concepto de publicidad o en forma de subvenciones. Los fondos públicos concedidos a los medios de comunicación o a las plataformas en línea, deberán asignarse mediante criterios públicos, proporcionados y no discriminatorios.
La información sobre el gasto público en publicidad será transparente, incluida la cantidad total anual y la cantidad otorgada a cada medio. La desinformación y/o la manipulación informativa, así como las noticias falsas (fake news) siempre han existido, la diferencia con lo que está pasando en los últimos años, más concretamente desde la campaña que llevó a Trump a la presidencia de los EEUU, es que la mentira, la descalificación, la falta de respeto, la noticia falsa…, se han impuesto (en muchos casos) sobre la verdadera y, de no atajar esta forma de desvirtuar la realidad, en el futuro será mayor aún su impacto, sobre todo con la llegada de ‘la inteligencia artificial’, capaz de presentarnos como real algo que nunca ha existido. Los grandes poderes económicos, los partidos políticos u otros grupos de intereses espurios, usando estas nuevas herramientas, pueden confundirnos y sin ninguna capacidad de defensa. Un ejemplo claro es la práctica de FOX , y la ahora X (anterior Twitter) principales vehículos de los mensajes y políticas trumpistas. Hoy la ultraderecha mundial ha concluido que, el neoliberalismo se desarrolla mejor si no existe nadie que se le oponga, por eso, cualquier medio, práctica o mentira son válidos para destruir al opositor.
De ahí la enorme importancia de leyes que aseguren la total transparencia de los medios de información: quien está detrás de cada uno de ellos, la transparencia financiera, las fake news,… El reparto equitativo de las partidas publicitarias por parte de las administraciones públicas…, y sobre todo, en el caso de los medios estatales, el control riguroso de la información, además de informar con verdad, tienen que ejercer de difusores de la cultura y de las evidencias científicas.
Esta es la letra, otra cosa es que la ley se aplique con suficiente rigor, que se aceptada por todos los actores intervinientes (políticos, dueños de medios, periodistas, etc.). O por el contrario ocurra lo que ahora está pasando, por poner un ejemplo cercano en la Comunidad de Madrid: en el ejercicio 22/23, la CM gastó en propaganda 35,5 millones de euros, de los que fueron adjudicados (directa o indirectamente) a aquellos medios de los considerados ‘afines’, como asegura Miguel Ángel Rodríguez (asesor de la Presidenta Ayuso). Y aunque todos puedan suponer cuales son esos medios, la transparencia en el reparto ‘brilla por su ausencia’. Como único dato, los medios críticos solo recibieron 1,67 millones de euros del total.
El caso más conocido es el de Julian Assange, al que le han destruido la vida solo por hacer públicas las tropelías de EEUU. El medio con más capacidad de influencia en nuestro país es la televisión pública: TVE y sus cadenas anexas. Se supone que, desde estos medios tan influyentes, deberían dar ejemplo de equidad y buen hacer, pero en demasiadas ocasiones, esa suposición no se cumple: la parrilla debería incluir más programación cultural, recuperación de la historia, divulgación científica, equidistancia con las religiones, etc. Pero las programaciones caen en las banalidades de las TV privadas y en otras claramente tendenciosas como las centenas de horas de relato religioso durante la Semana Santa, la Navidad… También otros programas sin justificación alguna como el de ‘los hermanos iglesias’, que se dedican a reformar las casas de los ricos y que cuentan con un presupuesto de 250.000 euros por programa, que pagamos entre todas.
Ya va siendo hora de que los medios nos cuenten la verdad y de que los que pagamos entre todas, sean referentes de equidad, difusión de la cultura y transmisión de valores. En gran medida, el equilibrio y el buen funcionamiento social depende de ellos.