España: Una sociedad segregada en ricos y pobres.

La Democracia representativa. De lo que todos saben y poco se habla.

Todos saben que para hacer política se precisa dinero: para organizar campañas electorales, para sondear la opinión pública, para atraer a sus partidarios a las urnas, para persuadir a los indecisos.

Todos saben que a través de la necesidad de dinero de la política, aquellos que lo poseen pueden ejercer una influencia excesiva, con consecuencias considerables para nuestras democracias. Sin embargo, a pesar de la importancia de esta cuestión, es un tema oculto en el debate político en nuestro país.

El tema del dinero esta escamoteado de la agenda pública.

El objetivo de la democracia es lograr el mayor bienestar del mayor número de habitantes de una sociedad. La idea de bienestar consiste en el goce efectivo de los derechos civiles, políticos y sociales de los cuales son portadores los individuos.

Estos derechos están presentes en las normas positivas. Pero no son graciosamente concedidos. El goce efectivo y generalizado de los derechos en una sociedad no es un fenómeno espontáneo.

Históricamente, la sociedad española ha desarrollado relaciones de dominación, en las que ciertos sectores sociales imponen sus intereses y preservan sus privilegios.

 

El resultado

La esclavitud moderna. El segracionismo en España.

Los trabajadores en esta sociedad tienen que renunciar   a ser seres humanos, dentro de una sociedad que les demanda, ser el más exitoso, tener una productividad suficiente que le permita la formación de su propio clan, dificultándole los dirigentes de esta sociedad conseguir sus objetivos.

Paul Beatty publicó en El vendido, novela en la que refleja la decepción que sembró Obama con su dejadez frente al deterioro de la calidad de vida de los ciudadanos comunes, cómo aquí, así como la amarga constatación de que la única certidumbre para el pueblo era y es, que el segracionismo es la doctrina de una gran parte de los dirigentes que hemos tenido y tenemos en este país.

Ese ser humano reducido a un insecto, a productor, sí, y el desprecio que sufre por aquellos conducen dirigen al país, tiene que ver con su su condena de cumplir con la afrenta diaria de trabajar y trabajar  y ser un buen proveedor, de cumplir el deber indefectibles de producir y producir para una parte mínima de la sociedad y mal vivir con él cortísimo salario que perciben.

Los Principios rectores de la política social y económica de nuestra constitución se definen en el Capítulo III:

  • En cuanto a las leyes de política social, reúne asuntos laborales como la limitación de horas, así como el derecho a formación profesional, también recoge la protección de la infancia y las familias, la seguridad social, libertad y fomento del ocio y deporte, así como asistencia para la protección de la salud, y la asistencia a extranjeros.

Que como veréis su grado de incumplimiento es elevado, sobre todo cuando gobierna la derecha, defensora radical de la sociedad del dinero.

Un ejemplo en la actualidad Madrid.

Eulogio González Hernández

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