En el artículo anterior vimos cómo el cielo del hemisferio Sur es algo “complicado” porque todo parece estar al revés y que por causa del bloqueo de nuestra propia Tierra, al ser un planeta esférico, no podemos ver las estrellas del Sur, pero quizás no nos hemos dado cuenta de la cuestión más importante, que es la siguiente: no sólo NO podemos ver las estrellas del Sur, es que TODO lo que veamos en el cielo al aterrizar por primera vez en Buenos Aires o en Santiago de Chile o en Montevideo o en Ciudad del Cabo o en Melbourne o en Auckland, es absolutamente NUEVO, es decir, NO lo hemos visto nunca.
Fijémonos en la foto1. Es una vista de la Tierra vista desde ambos polos. A la izquierda el Polo Norte, a la derecha el Polo Sur. ¿Qué nos llama la atención? En efecto, que en el hemisferio Norte hay mucha más “tierra” que en el hemisferio Sur; hay un 20% más de tierra en el Norte, pero además en la Antártida NO hay casi nadie, solo unas cuantas bases científicas que, la mayoría, se abandonan cuando en invierno, las temperaturas descienden hasta un nivel insoportable y hay seis meses de oscuridad.
Pensemos que estamos en el siglo XXI, pero…antes de 1492, no había casi nadie en el Sur. Las civilizaciones antiguas que hoy conocemos que podrían haber tenido nociones de astronomía, Mayas, Aztecas, Incas, Polinesios, etc. vivieron bastante cerca del ecuador, por lo que también conocían y estudiaban el cielo Norte (foto2), pero el Sur, Sur, estaba casi desierto, mientras que en el Norte había habitantes en Groenlandia, en Siberia, en Laponia, en Alaska, en Canadá y otras regiones remotas.
Esto supuso que las creencias relacionadas con el Cielo, la Astrología y posteriormente la Ciencia de la Astronomía tuvieran su desarrollo fundamental en el Norte y todo lo más en el Trópico de Cáncer.
Esto vamos a encontrar en el Cielo Sur: Desde el Polo Sur terrestre, en buenas condiciones de visibilidad, el cielo austral presenta más de 2.000 estrellas fijas que son fácilmente visibles a simple vista, mientras que entre 20.000 y 40.000 son visibles con prismáticos o pequeños telescopios de aficionado. En las grandes ciudades se pueden ver entre 300 y 500 estrellas, dependiendo del grado de contaminación lumínica y atmosférica.
Las estrellas más brillantes del Sur son todas más grandes que el Sol. Como ejemplos, vamos a ver a Sirio, en la constelación de Canis Maior, con la magnitud aparente más brillante (−1,46 mag) y tiene un radio dos veces mayor que el del Sol, a 8,6 años luz de distancia, a Canopus y la siguiente estrella, Alfa Centauri, (un enorme sistema triple, foto3), que también se encuentran en el cielo austral, a 4,2 años luz de distancia y con declinaciones de alrededor de -60°; demasiado cerca del polo sur celeste como para que cualquiera de las dos sea visible desde Europa Central.
Nos llamará también la atención que, el Sol, en su movimiento diurno aparente, atraviesa el cielo recorriendo un arco que comienza en el Este, se eleva sobre el horizonte y termina el en Oeste, pero en el hemisferio Sur, el arco está inclinado hacia el Norte, de manera que, a mediodía, la sombras apuntan hacia el Sur. Este es motivo por el que las ventanas de los edificios y las laderas de las montañas que dan al norte son generalmente cálidas y luminosas, al contrario de lo que sucede en nuestras latitudes septentrionales.
Algo que nos “chocará” sin duda es que, si tenemos costumbre de mirar a la Luna, desde este hemisferio Sur, nuestro satélite tiene su polo Norte en la parte que, para los observadores, sería inferior y el Sur en la superior (recordemos que estamos cabeza abajo). Por esto, las posiciones de las zonas oscuras (mares) y claras que se ven en la luna llena son propias del hemisferio desde donde se observa.
Por esta razón las figuras que nos imaginamos son distintas. Desde el Norte nos parece que la Luna “sonríe”, sonrisa que perdemos en el Sur. En el hemisferio Norte, como podéis ver, la Luna “crece” o se ilumina siempre de derecha a izquierda. En el hemisferio Sur, la Luna “crece” o se ilumina siempre de izquierda a derecha. Así es como el cuarto creciente tiene forma de letra «C» y el cuarto menguante, de letra «D«. Bueno, un lío como podemos comprobar (😊). La foto4 es de la Luna desde Buenos Aires, en “cuarto creciente” (al revés que en Madrid).
De joven leí una vez este “problema”: Te secuestran, te tapan los ojos y te llevan en avión a una ciudad desconocida. Te meten en una celda y sólo tienes una pequeña claraboya y un lavabo. ¿Cómo saber dónde estás? Bien: llenas de agua el lavabo y cuando llegue a un buen nivel la dejas un rato hasta que no se mueva; luego tiras del tapón y te fijas en qué dirección gira el agua al vaciarse el lavabo. Si gira hacia la derecha (sentido agujas del reloj) estás en algún sitio del hemisferio Norte y si gira hacia la izquierda (sentido antihorario), te han llevado al hemisferio Sur. Pues bien, esto es cierto, se llama el “Efecto Coriolis”, pero sólo es válido para cuerpos grandes, como planetas y satélites, pero es absolutamente inapreciable en el caso del lavabo. ¡!grrrrrrrrrrrrrrr, vaya hombre¡¡.
Este problema lo planteó con humor Bart, en los años 90 en la famosa serie “Los Simpson”, cuando llama por teléfono al hemisferio sur para comprobar este efecto (en el wáter de su casa, foto5) y la cosa se complica por la factura hasta llegar a la fricción diplomática entre Estados Unidos y Australia. (😊)
Pero SÍ hay una cosa que se puede hacer desde la “claraboya” y es tratar de localizar a la Luna, porque las constelaciones no las podríamos apreciar. Volvamos a la foto4 y fijémonos en un enorme cráter que hay en la parte superior de la Luna, a la derecha. Es el cráter Tycho, el más grande de la Luna, tanto que se ve a simple vista y famoso porque allí se encontró en “monolito” en la película de Kubrick, “2001 una Odisea del Espacio”. Pues bien, si Tycho está arriba a la derecha, estamos en el Sur y si el cráter está en la parte inferior de la imagen, ¡¡estamos en el Norte!! Esto de momento, ya os contaré algo más raro todavía.
Seguiré contando “cosas” que nos chocarán bastante si viajamos a estos países y de paso contemplamos su exuberante naturaleza y la sencillez y amabilidad de las gentes del Sur, pero esto podremos hacerlo si…
¡¡Hemos mirado al Cielo!!