Ya saben ustedes cómo está el patio. El PP en los últimos seis años se ha comido la hucha de las pensiones, unos setenta mil millones de euros, que se dice pronto. Además nos han dejado a los pensionistas con un aumento de las pensiones que ha provocado una caída del poder adquisitivo en los últimos años del 4% y que, de seguir con ese ínfimo aumento del 0,25, podría dejarnos dentro de cinco años con una pérdida de más del 12%.
Bueno, pues no se conforman con dejar la hucha de las pensiones a cero, sino que además no son capaces de reunir al Pacto de Toledo y de dar soluciones a este grave problema. La culpa es, como decía la directora del FMI –la señora Lagarde, otra que tal baila–, que los jubilados vivimos demasiado, como si ella fuera una chiquilla, con sus 62 años a las espaldas.
Báñez, esa ministra que no es sino la voz de los empresarios, en este caso la de los seguros privados, vuelve a mentir y dice que los jubilados no sólo no estamos mal, sino que en un alarde sobrenatural, lógico en quien invoca como aliada máxima de la precariedad laboral a la Virgen del Rocío, dice que los datos son favorables y tozudos y que los jubilados vivimos como reyes. Esta infame ministra a pesar de que la CEOE le hace todo el trabajo, y la virgen la ayuda en su labor, es de una ineptitud delirante y ha conseguido cargarse el mercado laboral, llenándolo de precariedad y de sueldos míseros que no permiten salir de la pobreza.
Bueno, pues se atreve la osada señora a enviarnos una cartita diciéndonos que la subida de las pensiones (0,25%) es un esfuerzo que hay que agradecer. La verdad es que llega a tanto la estulticia de la tal señora, que seguramente no se ha dado cuenta de que el envío de la carta supone, entre sobre, papel, tiempo y franqueo, más de la subida media mensual de la pensión (2,5 euros). No me dirán que no es una lince.
Y qué decir de Celia Villalobos, que aconseja ahorrar dos euros al mes y meterlos en seguros privados y además pretende trabajar hasta los 80 años. Jugando al Candy Crush y durmiendo en el hemiciclo, y con Manolo (ya saben, el chofer al que grita cuando está cabreada) que la trae y la lleva donde la señorona quiere, así cualquiera. Por cierto, que me gustaría saber qué pensaría con un trabajo de verdad, y no hablo de mineros, albañiles o peones camineros –no me vayan a llamar demagogo–, simplemente en una oficina donde le hicieran trabajar de verdad o en unos almacenes, veríamos si no solicitaba a gritos la jubilación. Además, a punto de cumplir 69 años, está ocupando un puesto de trabajo, sin dar ni golpe. ¡Ah! Y que no se me olvide, con unos 90.000 euros anuales pagados por el erario público, justo igual que las pensiones que se cobran.
Luego, en un alarde fantasioso, pretende dar consejo a los jóvenes diciendo que ahorren dos euros al mes y lo inviertan en un seguro de pensiones. Además de una hipócrita –quien sabe si no terminará hasta los 80 años, en una importante empresa privada de seguros— es una ignorante, puesto que con ese capitalazo, si supiera multiplicar, se daría cuenta que en 30 años a dos euros al mes se puede llegar a 720 euros. Un enorme capital, con el que obtendríamos una pensión de unos cinco euros al mes (con una gran rentabilidad), viviendo 25 años de jubilado. Probablemente debería ir a clases de cálculo, en vez de jugar en un parlamento, a dar consejos estúpidos y falsos, a dormir y al Candy Crash.
En fin, son dos perlas del PP, dos personas que se ríen de los jubilados y que demuestran por dónde van los tiros de este partido con los pensionistas. Ahora bien, se me abren las carnes de pensar que, precisamente, son los mayores de sesenta años el mayor caladero de votos de su partido. Y es que, esta esquizofrenia popular demuestra un masoquismo mayúsculo que no tiene parangón.
Salud y República
El Kabileño
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