Ante los discípulos de Millán-Astray y de Queipo de Llano tendremos que echarnos a la calle a defender nuestra democracia

“Españoles, Franco ha muerto”, esto es lo que dijo Carlos Arias Navarro el 20 de noviembre de 1975. Pero no era verdad entonces y no es verdad ahora tampoco, o al menos ‘el franquismo no ha muerto’ cuarenta y siete años después.

Franco se hizo con el poder en nuestro país, como resultado de un golpe de estado contra un gobierno legítimamente constituido, mediante unas elecciones democráticas en las que los españoles y españolas eligieron a sus representantes para que les gobernaran. El levantamiento militar, trajo como consecuencia inmediata una guerra civil, entre quienes defendieron la legalidad democrática y los que pretendían hacerse con el poder y con el país para gobernarlo a su antojo y explotarlo en su beneficio. Con la ayuda de Hitler y Mussoliny y la pasividad del resto de los gobiernos europeos, estos últimos son los que ganaron. Los golpistas instauraron una dictadura presidida por el General Franco, que duró cuarenta años. La guerra supuso más de cien mil españoles muertos, de los cuales una cantidad importante, en juicios sumarísimos sin ninguna legalidad o incluso sin juicio alguno, durante los primeros años posteriores a la proclamación de la dictadura franquista.

Quizás a muchos jóvenes de las generaciones actuales, todo esto ni les suene o simplemente lo vean como cosas del pasado, pensando que nunca más se van a repetir. Y están muy equivocados. Tampoco parecía que en Europa pudiera volver a suceder una guerra como la de Ucrania, y ahí la están sufriendo muchos miles de personas y padeciendo sus consecuencias muchos millones más.

Hago este preámbulo, porque la situación que ahora estamos viviendo en España, es muy similar a lo que sucedió en los preliminares de la Guerra Civil de 1936: unos cuantos partidos de derechas y ultraderecha acosando al Gobierno legítimamente constituido y elegido en las urnas con los votos de todos los españoles; continuas acusaciones de usurpadores, golpistas, violadores, terroristas, etc. Descalificaciones sin ningún sentido y con el único objetivo de empañar la buena gestión del Ejecutivo, que ha sido capaz de ‘sacar a nuestro país del pozo’ en el que lo dejó metido M.Rajoy y el PP.

El Partido Popular ha propiciado la entrada de Vox a las instituciones y a los gobiernos autonómicos, un partido de ultraderecha trumpista. Juntos llevan acosando sin tregua a los ministros y ministras del gobierno de la nación, al presidente Pedro Sánchez (P. Iglesias, S. Illa, F. Grande-Marlasca, A. González Laya, Irene Montero, etc.) y al Gobierno entero afirmando que es un gobierno ilegítimo.

Hasta ahora no han podido conseguir que los españoles y españolas se pongan en contra de este Gobierno, que sobradamente ha demostrado su capacidad de gestión y su legitimidad. Que ha superado con éxito la pandemia, que salvó la situación de la crisis filomena, que ha equilibrado la crisis económica gracias al ingreso mínimo vital y los ertes, que lidera en Europa las iniciativas contra la crisis energética y sitúa a España como el país con la inflación más baja y las expectativas de crecimiento más altas de todo el continente, que ha conseguido la estabilidad en Cataluña, etc. A pesar de las acusaciones, bulos, mentiras…, en los ciudadanos ha primado la cordura.

Pero el machaque permanente de los medios de comunicación afines a la derecha y ultraderecha, las redes sociales y los medios audiovisuales pagados por los grandes grupos financieros, van a por todas… La mentira se ha convertido en una forma de comunicación y diálogo. Alguien lanza el bulo o la mentira y los acólitos la repiten una y mil veces, “el pueblo no necesita que le cuenten verdades, solo necesita que le cuenten historias que parezca que son verdad” decía el creador de la cadena FOX en EEUU de ultraderecha y aliada con Trump.

Los grupos mediáticos obedecen a la ‘voz de su amo’ y cuando no cuentan mentiras, solo cuentan lo que a ellos les interesa. Hablan de descalificaciones e insultos mutuos cuando es mentira, solo insultan las bancadas de derechas y ultraderecha. Dicen que la modificación de la Ley de Sedición servirá para poner a los políticos del ‘Procés’ en la calle. Pero no dicen que es una exigencia de Europa para adecuar nuestras leyes a las europeas, o que esta misma Ley condena a todos aquellos que no puedan justificar un enriquecimiento excesivo y demasiado rápido, sobre todo si no demuestran de dónde les vienen los ingresos. Esto les perjudica directamente a ellos, porque en muchas ocasiones no les es fácil la justificación de sus desmesurados ingresos.

Pero ahora han dado un paso más. Su estrategia de bloqueo del Tribunal Superior de Justicia durante cinco años, la han extendido con el bloqueo del Tribunal Constitucional, con el objetivo de que todo el Poder Judicial, el tercer poder de cualquier democracia, esté controlado por ellos mismos. Y el colmo ha sido, pretender que este TC impida que los diputados y diputadas ejerzan el mandato que los españoles y españolas les han encomendado: legislar y gobernar para bien de todas. En estos días, están pretendiendo maniatar también al Congreso de los Diputados y al Senado. Y esto lo hacen, un TSJ caducado hace cinco años y un TC que tiene casi la mitad de sus miembros pendientes de renovación desde hace seis meses.

Esto es un verdadero golpe de estado. Tendremos que defender nuestra democracia, tendremos que salir a la calle…

A los discípulos de Millán-Astray y de Queipo de Llano les falta muy poco para que llamen a sus huestes a empezar a ‘quemar los libros gritando viva la muerte’, o a ‘pasar a cuchillo a todos los rojos, y a violar a sus mujeres para que sepan lo que es un hombre de verdad’, como ellos hacían arengando a sus tropas…

JuanM del Castillo

 

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