Mujeres singulares en plural: Al principio fue la gran Diosa

Al principio fue la gran Diosa

“Tú, Inanna,

Primera en el Cielo y en la Tierra”

Enheduanna, 2286 a.C., Mesopotamia

(Primera autora conocida)

Se puede afirmar que desde el período prehistórico y el comienzo de la historia han existido religiones en las que se reverenciaba a la Gran Diosa, la Ancestra Divina. Para algunos autores ha sido adorada desde los inicios del Neolítico, alrededor de los 7000 a.C. y para otros en un período aún más lejano como el Paleolítico Superior, en torno al 25000 a.C.

Son numerosos los relatos de las Creadoras femeninas de toda la existencia no solo de los primeros seres humanos sino de la tierra y los cielos; esta creencia se extendía desde Oriente Próximo hasta China En la India, la diosa Sarasvati era honrada como inventora del primer alfabeto, en la Irlanda céltica la diosa Brigit como patrocinadora del lenguaje, en Sumeria a la diosa Nidaba como inventora de las tablillas de arcilla y del arte de la escritura.

La información que se tiene de la existencia de la Diosa proviene de arqueólogos e historiadores de los siglos XIX y comienzos del XX, hombres que tenían una mentalidad victoriana. Estos siempre describían respetuosamente, como religión, solo los rituales asociados con el Yahvé (Jehová) judeocristiano.

Una de las referencias de la profesora Merlin Stone en Cuando Dios era mujer es muy aclaratoria: “Una de las principales autoridades en la arqueología de Palestina, describió la religión femenina como ‘un culto orgiástico a la naturaleza, la desnudez sensual y una mitología tosca’. Siguió diciendo que ‘fue sustituida por la simplicidad pastoral y la pureza de la vida de Israel, su excelso monoteísmo y su severo código ético’. Estas palabras no encuentran una justificación académica después de leer acerca de las masacres perpetradas por los hebreos a los habitantes oriundos de Canaán, tal como se recoge en el Libro de Josué.”

Se podría interpretar que la era del culto a las Diosas era oscura, misteriosa y caótica pues apenas ocupan unas pocas líneas como creadoras del universo, inventoras o sustentadoras de la cultura pese a que ha quedado arqueológicamente probado (de acuerdo a Stone) que las primeras leyes, gobiernos, medicina, agricultura, metalurgia, vehículos rodados, cerámicas, textiles y lenguaje escrito se desarrollaron inicialmente en sociedades que adoraban a la Ancestra.

La religión es uno de los instrumentos más eficaces a la hora de controlar a los diferentes estamentos de la sociedad en especial el de las mujeres; las tres religiones llamadas del Libro: judaísmo, cristianismo e islam han sido especialmente eficaces. Así, la Biblia ni siquiera tiene una palabra para “Diosa”; las divinidades diferentes a Yahvé reciben el nombre de Elohim, en género masculino. En el Corán se lee: “Alá no tolerará la idolatría […] los paganos rinden culto a las mujeres”.

La adoración a los dioses masculinos llegó a las regiones de Oriente Próximo y Oriente Medio con la invasión por los pueblos del norte que recibían el nombre de indoeuropeos, indoiranios, indoarios o simplemente arios; eran agresivos guerreros. Se consideraban a sí mismos superiores dada su capacidad para conquistar a la población culturalmente más evolucionada, los pueblos de la Diosa, y llegaban acompañados de una casta sacerdotal de alto rango.

La adoración a la Diosa y al nuevo Dios existió simultáneamente durante miles de años entre poblaciones muy próximas entre sí. Cuando el cristianismo se institucionalizó como la religión del Imperio romano, hacía ya tiempo que el judaísmo y las propias religiones griega y romana habían ido socavando y mermando el poder y la fuerza de la religión basada en el culto a divinidades femeninas.

Durante el reinado del emperador Teodosio, los cristianos, especialmente en las grandes ciudades, como Antioquía y Alejandría, se convirtieron en los perseguidores y los paganos en los perseguidos; templos e ídolos fueron consumidos por el fuego, se maltrató a los devotos y los registros históricos fueron aniquilados por los padres misioneros de la cristiandad. Yahvé ordenó: “Debéis destruir completamente todos los lugares en los que las naciones a las que habéis desposeído servían a sus dioses, en altas montañas, en colinas, bajo árboles frondosos; debéis destruir sus altares, demoler sus pilares, derribar sus postes sagrados, prender fuego a las imágenes talladas de sus dioses y borrar sus nombres de aquellos lugares.” (Dt. 12:2-3)

Es un hecho que las premisas ideológicas de los defensores de las deidades masculinas “viriles” “que violaban o seducían a ninfas o mujeres legendarias” (Stone) siguen vigentes incluso entre la población no religiosa, a través de la subsiguiente absorción por parte de la educación, la ley, la literatura, la economía, la filosofía, la psicología, los medios de comunicación y las actitudes sociales.

BIBLIOGRAFÍA: Stone, Merlin: Cuando Dios era mujer. Edit. Kairós.

Parou-Mathis, Marylène: El hombre prehistórico es también una mujer. Edit. Lumen.

Gimbutas, Marija: Diosas y dioses de la vieja Europa. Edit. Siruela.

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