La jetocracia

Confesamos que hubo un momento o instante loco en que esta redacción cigüeñera se hizo la pregunta:¿serán suficientes unos pinchazos en zona mollar para recuperar nuestra vida anterior?.

Y divagamos, buenistas , bienpensados,  enmascarillados y cumpliendo los protocolos antivirutaje en vigor,  el tema de  que este año ha sido, en comparación con los anteriores, muy malo, pero puede ser bueno si sirve para que volvamos a valorar el lugar donde vivimos, las gentes con las que convivimos, las maneras en las que navegamos los días. Además, ¡y lo que hemos ido ahorrando por mor de la inacción vigente, para gastarlo después!.

E incluso, transversalizados por esa prensa garbancera y nada pardilla que nos rodea por tierra mar y aire, llegamos a discutir, poco pero algo, sobre si todos querrían vacunarse o no. De negacionistas, vamos.

Y, vecinas y vecinos, ha comenzado la puñetera realidad. La bolsa o la vida no es un dilema, es un poema. Colarse en la lista de las vacunas es un ejercicio del sistema vernáculo español de la Jetocracia. Asi que, no preocuparse, que aquí se quiere vacunar hasta el palo de la bandera, puesto que va a ser sin coste ni flagelación alguna.

El colarse viene desde los tiempos franquistas opresivos y negros. Quién no estaba en la cola del cine y veía como buscaban a un conocido para colarse, quién no conseguía un trabajo porque el puesto se le daba al que era nacido en el pueblo del jefe, quién no podía mejorar su mili porque no tenía ni un sargento chusquero que echarse al coleto,… Hasta que llegaron las oposiciones legales y los tikets de espera en los supermercados, había mas que palabras algunas veces. Asi que, los sinvergüenzas e insolidarios que se vacunan sin tocarles el turno, asquerosos y perversos personajes, tienen muchos seguidores inconscientes y merecedores de collejas detrás de la nuca.

En la parte positiva hay que decir que el ver a sacristanes, curas y obispos “avispados” vacunándose de manera ilegal es la mejor campaña que ha tenido la Ciencia de este país en décadas. Ahora solo falta un gobierno valiente que quite toda subvención pública a la Iglesia y destine los más de 10.000 millones de € que reciben, a la investigación. Cada vez que la ciencia descubre una solución o solamente avanza en ello, su dios se va más lejos.

Son casos de corrupción, con motivación del porque yo lo valgo y resultado de los malhechores que trabajan aquel dicho diabólico: “Hay que tener amigos hasta en el infierno”.

Ah, y nos queda la picaresca o “en moderno” el manejo de estadísticas, ese hacer tests de antígenos a 88.000 ripenses para mejorar los parámetros favorables e inocularte la tranquilidad de que en este momento estas en negativo, pero en el camino a casa lo mismo te has positivado. Primero vas, todo serio, con tu tarjeta de salud y tu sms, luego resulta que el tal vale para toda la unidad familiar, y después ante las notorias ausencias, todo el que pase por allí es alanceado narigudamente con cariño y soltura, siempre que sea ripense, claro.

En fin, ya puestos, reiterar que odiamos a la Jetocracia y todo lo que vergonzosamente representa (valoremos en su punto a los partidos políticos e instituciones que no han claudicado), y que nos gustaría  que se aclararan como deben ser las fases y contenidos del mítico plan de vacunación, pues nos parece que por lo que se cuece, hasta ahora, no pasa de un PowerPoint y unos principios generales que suponen una invitación para que se cuelen todo tipo de jetas y gorrones.

Resulta inaceptable que, a estas alturas del siglo y de la pandemia, ni siquiera los mayores de sesenta y cinco años tengan día y hora para su inmunización. Los demás nos conformamos con un rango de fechas orientativo.

Somos así de responsables (o de imbéciles, nunca se sabe).

Salud y comunicación desde El Pregonero programa informativo de Radio Cigüeña

www.radiociguena.org

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