Reconstrucción

Creo que esta pesadilla de pandemia nos ha enseñado unas cuantas cosas en cuanto a los problemas que tiene nuestra forma de vida y cómo hay que afrontar el futuro.

Tanto los científicos como los ecologistas ya nos venían avisando desde hace décadas que la forma en que saqueamos el planeta, modificamos el clima, destruimos la biodiversidad, contaminamos por tierra, mar y aire, traería consigo catástrofes desconocidas. Nadie les hizo caso. Hasta que llegó el coronavirus y el mundo se estremeció de golpe.

La propia ONU relaciona las enfermedades infecciosas como el VIH, ébola, gripes y coronavirus a la pérdida de la biodiversidad. ¡OJO! ¡Un millón de especies están en peligro inminente de extinción!

Creo que para afrontar esta profunda crisis hay que tomar cuatro decisiones urgentes. Y las tenemos que tomar todos y todas, el mundo, el gobierno español, nuestra Comunidad de Madrid, nuestro Ayuntamiento de Rivas, y nosotros y nosotras mismas en nuestra vida diaria:

  1. Reducir la desigualdad, acabar con la pobreza, ningún ser humano puede quedar desprotegido.
  2. Cuidar nuestros servicios públicos, especialmente la sanidad, la educación y la dependencia.
  3. Aumentar la producción cercana, ser autosuficientes y no depender de grandes cadenas de producción a miles de kilómetros. Industrialización de la España vacía.
  4. Luchar contra el cambio climático, acabar con los gases de efectos de invernadero y proteger la biodiversidad y la naturaleza.

Creo que el Gobierno Nacional de coalición se está tomando en serio la primera de estas cuatro decisiones, al menos de momento: Aprueba una renta mínima para personas sin recursos, también prestaciones económicas a personas trabajadoras y autónomas que han tenido que cesar su actividad por esta crisis, aumentará los impuestos a las personas más ricas y modificará parcial o totalmente la reforma laboral del 2012, aquella que mermó los derechos laborales.

Ningún gobierno español en casi un siglo se ha atrevido jamás a tanto.

La segunda de las decisiones, la protección de nuestros servicios públicos, tiene mucho que ver con los gobiernos de las comunidades autónomas, y también con los ayuntamientos.

La pandemia se ha cebado especialmente con las dos comunidades que han privatizado y recortado más en sanidad y dependencia: Madrid y Cataluña.

A partir de aquí, se tiene que grabar en la Constitución y en el cerebro de nuestros gobernantes que los servicios públicos hay que cuidarlos. Que jamás se recorte presupuesto en nuestros servicios públicos, que nunca más se vuelva a escamotear plantillas, que se las dote de la estabilidad necesaria, que los intereses mercantiles de las empresas privadas queden fuera de nuestros servicios públicos.

Vaya esta recomendación a la Comunidad de Madrid, para que no vuelva a dejar a la Sanidad y  nuestras residencias de mayores, desabastecidas de personal y recursos y a merced de las empresas privadas. Pero también vaya la misma recomendación a nuestro Ayuntamiento de Rivas que se empeña en privatizar los servicios municipales, algunos, como el deporte, de aquí a 40 años.

La tercera de las decisiones tiene que ver con la inversión en nuestro tejido productivo. Los gobiernos anteriores, sobre todo los de Felipe González y Aznar, tuvieron la obsesión de malvender el patrimonio industrial español y dejar nuestro país con casi una sola fuente de ingresos: el turismo.

Eso deberá cambiar.

No es razonable que incluso lo que comemos recorra cuatro o cinco mil kilómetros de media desde su producción hasta nuestro plato.

Es inaudito los problemas que han tenido nuestros gobernantes para adquirir en el mercado extranjero mascarillas y equipos para nuestros sanitarios, como si nuestro país no pudiera fabricarlos.

Que  los directivos de Nissan y Alcoa deciden cerrar sus plantas en España después de recibir 1.200 millones de euros del erario público, pues se nacionalizan y se cambia su producción: En vez de fabricar todoterrenos no sostenibles, fabricamos autobuses y tranvías eléctricos.

La iniciativa privada debe cambiar su producción consumista y encaminarla a lo realmente necesario, próximo y sostenible con la defensa del medio ambiente. Y si la iniciativa privada no lo hace, tendrá que ser el gobierno nacional quien lo haga. Otros países de nuestro entorno ya se han dado cuenta de ello.

¡Ojo! Nosotros y nosotras, tenemos una enorme responsabilidad en este tema: cuando vayamos a la compra, fijémonos en la etiqueta de producción y busquemos el origen español de los productos.

La cuarta de las decisiones tiene que ver con la lucha contra el cambio climático y concierne no sólo a todas las autoridades, también a nosotros y nosotras mismas.

Debemos decir urgentemente adiós al petróleo y gases de efecto invernadero. Nuestros gobiernos tienen que invertir en energías limpias, en transportes eléctricos, en aislamiento térmico de las viviendas.

¡Ojo!, nuestro Ayuntamiento de Rivas tiene que asegurarse que la producción de su energía consumida sea de fuentes renovables, muchos ayuntamientos ya lo hacen. Nosotros y nosotras también podemos hacerlo en nuestra casas, contratando la comercializadora energética con las cooperativas Som energía, catalana o La Corriente, madrileña, que certifican el origen 100% renovable de la energía.

El Gobierno tendrá que invertir en transformar asfalto en bosques y contratar a personal para cuidarlos. La España vacía está esperando como agua de mayo esa inversión.

Les dejo con unas sabias palabras de Yayo Herrero, ecologista, feminista,  ingeniera técnica, educadora social, profesora, investigadora y antropóloga:

 “Es difícil poder resolver los problemas bajo la misma lógica o con los mismos criterios que los han causado. En este momento en el que necesitamos una reconstrucción de la economía, implica sobre todo vivir con menos energía, con menos agua, con menos presión sobre la tierra, sobre los animales y sobre las plantas. Y todo esto hacerlo con criterios de justicia, es decir, con repartos de la riqueza. Si esta reconstrucción que ponga en el centro a las personas y a la naturaleza hay que hacerla solo en la medida en la que genere beneficios para quienes son dueños del capital, estamos perdidos y perdidas. Yo creo que nos hace falta repensarlo de una forma completamente distinta: colocando el bienestar y la supervivencia como absoluta prioridad.

 José Manuel Pachón López

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