Madrid, Coslada, Getafe y Rivas comparten límite geográfico en una zona muy concreta. La Cañada Real se considera el mayor asentamiento chabolista de Europa, con cerca de 8.000 personas viviendo en distintos sectores que albergan distintas realidades que van desde la infravivienda a casas convencionales. Los medios proyectan una imagen sensacionalista y exagerada en torno a la criminalidad y la droga, que tiene poco que ver con la realidad de la mayoría de sus habitantes, entre los que destaca la población gitana y de origen marroquí.
Las cañadas reales fueron lugares de paso, de tránsito de ganado. Un marco mental que parece que sigue impregnando la actuación de algunas administraciones, cuya solución de cortes de luz y excavadoras ha despertado la indignación y la condena de instancias como el Defensor del Pueblo o las Naciones Unidas, que reivindican que se respeten los derechos humanos de la población de Cañada, en vez de tratarles como a animales.
Por su parte, el Ayuntamiento de Rivas ha mantenido una ambivalente respuesta, en la que se combina una fuerte apuesta por la integración educativa y la salvaguarda de los derechos de la infancia de Cañada, con la defensa de los realojos en viviendas nuevas y en condiciones dignas de habitabilidad en distintas localizaciones del territorio madrileño, para evitar la concentración en una sola zona de lo que todas las estadísticas consideran como un foco de exclusión social y economía informal, pese a los esfuerzos de integración vecinal de sus combativas asociaciones.
El Pacto Regional de Cañada se marcó objetivos ambiciosos que han chocado con la lentitud de las medidas y con el rechazo de unos vecinos y unas vecinas que quieren ser un barrio más, no mudarse a otro sitio en el que estarán desprovistos de sus redes comunitarias y de apoyo. Buscan poder hacer su vida de forma normal, como cualquiera de nosotros.
Cualquier vecino de casi cualquier barrio podría ser Toni, el niño de Cañada obligado a despedirse de su amigo Nasser que se va a Francia, tal y como narra el cortometraje “Aunque es de noche”, dirigido por Guillermo García. Es increíble señalar que la Cañada Real ha llegado antes al Festival de Cine de Cannes…que la luz eléctrica que cortó Naturgy a Cañada.
Políticos honestos buscan soluciones a esta situación enquistada durante más de dos años, vecinas luchadoras reivindican la defensa de su barrio y, mientras, “winter is coming” (“se acerca el invierno”). Sin luz eléctrica, las peligrosas estufas y las mantas no serán antídoto suficiente a las bronquitis y neumonías que nuestros invisibles vecinos vienen sufriendo desde que les cortaron la luz.
Como en Juego de Tronos, los “caminantes blancos” ya avanzan construyendo gélidos, clónicos, Berrocales y Ahijones. Ciudades dormitorio desprovistas de vida, donde ni la chatarra, ni rostros racializados, ni culturas diferentes perturben nuestra comodidad.