El tema común de este mes, “infraestructuras sanitarias”, es un poco complicado de relacionar directamente con los insectos. No obstante, diversos temas colaterales son ya más fáciles de emparejar con éstos. En efecto, diversos insectos son utilizados para hacer medicamentos. Un ejemplo extenso es la apiterapia, que denomina el uso médico de productos derivados de la abeja, como la miel, el polen, el pan de abeja, el propóleo, la jalea real y el veneno de abeja. La melitina, uno de los principales péptidos del veneno de abeja, tiene propiedades para tratar la inflamación en personas que padecen artritis reumatoide o esclerosis múltiple. En medicina homeopática los insectos se han venido utilizando como fuente de elementos como lo son el calcio (diversos tipos de saltamontes o larvas de dípteros), el hierro, potasio y magnesio (algunas termitas) y el sulfuro (ciertos grillos). Por otra parte, en varios países de América, son un recurso tradicional con amplio abanico de funciones, ya que algunos tienen propiedades para curar diversas enfermedades como tos, quemaduras, infecciones, reumatismos e incluso algunos tipos de cáncer o impotencia sexual (ojo! que no digo que lo consigan realmente, pero sí que se han venido utilizando para esas dos cuestiones).
Pero aparte de esas cuestiones más o menos comprensibles, existen otras mucho más interesantes y complejas, descubiertas recientemente y que se están investigando porque abren un abanico de posibilidades médicas ilimitadas. Y esto es porque se conocía que bastantes insectos presentan fenómenos de regeneración de apéndices (cucarachas, grillos, efímeras, escarabajos y moscas de la fruta) y sirven como excelentes modelos para sentar las bases de la regeneración de apéndices. Se ha descubierto el mecanismo genético utilizado por los insectos para desarrollar y regenerar sus alas cuando se dañan y se ha establecido una relación entre el gen “wingless”, la regeneración de tejidos y la formación de tumores. La primera mutación de dicho gen se encontró en moscas del género “Drosophila” en la década de los 70 y quince años después los científicos demostraron que el gen estaba en muchos insectos y también en los mamíferos, dando lugar a la familia de genes “wnt”, cuyas mutaciones pueden dar lugar a varios tipos de cáncer.
En efecto, el desarrollo de las alas supuso una ventaja evolutiva enorme para los insectos que permitió su expansión y diversificación.

El “wingless” es la molécula encargada de “avisar a las células sanas” para que se dividan y puedan regenerar el tejido. La región reguladora implicada en la formación del ala también se activa en situaciones de daños. Todo esto garantiza no solo el correcto desarrollo del ala sino su capacidad regenerativa. Sin embargo, si la zona reguladora de wingless se mantiene activada de forma continuada las células proliferan de manera descontrolada y dan lugar a la formación de crecimientos tumorales malignos, lo que muestra que la regeneración y el desarrollo de tumores son dos caras de la misma moneda; si wingless se induce durante un breve período de tiempo, forma el ala con normalidad o permite regenerarla, pero si se mantiene de forma crónica entonces se provoca un sobrecrecimiento y un tumor. En fin, como verán ustedes, todo esto posibilita estudios científicos médicos futuros que harán comprender cómo funcionan estos asuntos para, de esa manera, aprovecharlos en favor nuestro.
Para finalizar, como es habitual, desearles un mes excelente, un buen comienzo de año y emplazarles, si ustedes son tan amables, a leer la revista que aparecerá el próximo mes. Gracias por estar ahí.