Familias, docentes, trabajadores y estudiantes no estamos dispuestos a sufrir en carne propia la irresponsabilidad de las autoridades madrileñas. Y la palabra “huelga” suena cada vez con más fuerza.
Vivimos tiempos muy extraños. Incertidumbre, miedo, ganas de volver a una normalidad menos nueva y más real… y seguimos sin soluciones ante una pandemia global que no cede. En los tres meses de confinamiento, estudiantes, familias, docentes y profesionales de la enseñanza, nos hemos sentido abandonados y abandonadas en una especie de “sálvese quien pueda” que no parece terminar nunca. Y ahora nos enfrentamos al nuevo reto: la vuelta a los centros educativos en septiembre.
La comunidad educativa ha mirado con estupor cómo se han ido rebajando las medidas de seguridad ofrecidas para septiembre. Si bien las propuestas por el Ministerio de Educación eran limitadas, las que ofrece la Comunidad de Madrid son prácticamente inexistentes. Y el estupor se convierte en indignación. Y la indignación en unión, fuerza y movilización.
Asociaciones, sindicatos, plataformas, AMPAS, familias, estudiantes, docentes, técnicos, trabajadores y trabajadoras de la enseñanza nos hemos organizado a través de la Asamblea de Marea Verde, y después de varias asambleas, hemos fijado unas líneas rojas que consideramos indispensables para poder volver a las aulas. Es imprescindible garantizar la enseñanza presencial con una bajada de ratio a máximo 15 estudiantes. Ello permitiría asegurar una distancia social apropiada, así como una enseñanza más individualizada y una mayor atención a las necesidades del alumnado. Obviamente, esto requiere, por un lado, la habilitación de espacios, reapertura de centros cerrados y futuras construcciones de centros escolares públicos y, por otro, la contratación de más profesorado interino, así como técnicos educativos, diplomadas en enfermería y otros trabajadores y trabajadoras de los centros educativos (incluyendo suficiente personal de limpieza). Si algo se ha demostrado en estos tiempos es la necesidad de proteger y mejorar los servicios públicos. Por ello, exigimos que el dinero público se destine totalmente a la escuela pública, llevando a cabo las mejoras necesarias que garanticen la vuelta segura a las aulas.
Sin embargo, las instrucciones de la Consejería de Educación pretenden que en septiembre nos incorporemos con 25 o 30 alumnos por aula, sin distancia social, sin más contrataciones y sin habilitar más espacios. Es decir, salvo por las mascarillas y material sanitario, como si no pasara nada. Como si los “grupos burbuja” de los que hablan fueran mágicos. Plantean algunas medidas de distanciamiento, de bajada de alumnos a 20 por aula y contratación de profesorado, pero solo si el escenario empeora considerablemente. ¿No sería mejor, como han propuesto otras comunidades (Asturias, por ejemplo), que implementáramos ya medidas lógicas para prevenir ese escenario no deseado desde septiembre?
Las propuestas que nos llegan desde las instituciones (tarde y mal) no garantizan la seguridad de la comunidad educativa (ni por tanto, de toda nuestra sociedad interconectada); ni la calidad de la educación. Se trata de un “plan suicida”, imposible de entender si pensamos que un objetivo primordial de los y las gestoras de lo público debe ser salvaguardar la salud de toda la población. Tampoco parece el mejor plan para garantizar una educación pública de calidad para todos y todas.
Desde Asamblea Marea Verde seguiremos con las asambleas y con campañas comunicativas tratando de movilizar cada vez a más gente. El 5 de septiembre haremos una manifestación para denunciar a la Consejería de Educación y sus planes de “inseguridad” en las aulas. ¿Será capaz nuestro gran consejero de Educación de dar marcha atrás y presentar unos planes de vuelta a las aulas seguros planteando desde el principio medidas básicas para evitar un contagio inmediato en septiembre? Se aceptan apuestas.
Familias, docentes, trabajadores y estudiantes no estamos dispuestos a sufrir en carne propia la irresponsabilidad de las autoridades madrileñas. Y la palabra “huelga” suena cada vez con más fuerza.