OPINIÓN

Artículos de Rocío Gallego-Largo sobre referentes culturales.

Vicente Aleixandre: el poeta de la metáfora

Poeta, dramaturgo de la generación del 27, su amistad con Dámaso Alonso y sus inquietudes literarias le llevan a leer y a estudiar a los grandes poetas de la literatura universal, como Bécquer y Rubén Darío. Sufre una grave enfermedad y durante su recuperación se dedica a escribir poesías que son publicadas en las revistas culturales más importantes de la época, consiguiendo gran éxito. Ahí empieza su amistad con los otros componentes de la Generación del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda. En 1934 recibe el Premio Nacional de Literatura.

Tras la Guerra Civil permanece en España y su obra toma una trayectoria muy personal. En 1949 es nombrado Académico de la Lengua y desde entonces se convierte en maestro y protector de los jóvenes poetas españoles, que acuden a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde con frecuencia organiza tertulias literarias.

Su obra se caracteriza por el uso de la metáfora y se le reconoce como el principal poeta surrealista español. Se dice que su trayectoria se divide en tres etapas: una primera de poesía pura (con influencias de Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y Jorge Guillén), otra de poesía surrealista y una tercera de poesía antropocéntrica.

En 1977 recibe el Premio Nobel, con el que se reconoce universalmente su obra y, en cierta manera, la de toda la Generación del 27. Ese mismo año es condecorado con la Gran Cruz de Carlos III.

Elegido el 30 de junio de 1949. Tomó posesión el 22 de enero de 1950 con el discurso titulado «Vida del poeta: amor y poesía». Le respondió, en nombre de la corporación, Dámaso Alonso.

Con Vicente Aleixandre entró en la Academia «la poesía sin otro aditamento, poesía entera y sin escolta de cátedras, cargos políticos, etc. La generación del 27 quedaba así consagrada en el recinto académico.

Nacido en Sevilla el 26 de abril de 1898, su familia se trasladó dos años más tarde a Málaga, ciudad en la que pasó su infancia y a la que le dedicaría «uno de sus más hermosos y nostálgicos libros», Sombra del paraíso (1944), según cuenta Alejandro Duque Amusco —especialista en la obra de Aleixandre, de quien ha preparado varias ediciones y estudios, así como sus Poesías Completas (Visor, 2001, 2002)— en el Diccionario biográfico español (DBE).

Aleixandre estudió Derecho y Comercio, durante unos años fue profesor en la Escuela de Comercio de Madrid, especializándose en Derecho Mercantil. Fue en esa época cuando Dámaso Alonso, miembro de la generación del 27, «le inició en el goce y misterio de la poesía». «El libro que al serle prestado por Dámaso le reveló un nuevo mundo para la emoción y la expresión estética era de Rubén Darío, casi con toda probabilidad la antología que del gran maestro nicaragüense preparó el también poeta modernista Andrés González Blanco en 1910 […]. Tras la lectura de Poesías escogidas de Antonio Machado, Aleixandre comenzó a escribir sus primeras composiciones. La mayoría de ellas fueron trasladadas por él a un cuaderno que compartía con Dámaso y otros amigos aficionados también a la poesía […] y en el que todos fueron copiando sus poemas. Conservado por Dámaso Alonso durante toda su vida, este Álbum de versos de juventud es el documento más temprano y uno de los de mayor valor histórico de la que acabaría siendo la mítica generación poética del 27».

Vicente Aleixandre. Foto de Archivo.

A los veintisiete años de edad se le diagnosticó tuberculosis renal, que interrumpiría sus trabajos previos (había publicado algunos poemas en revistas y comenzado el que sería su primer libroÁmbito). Este, de 1928, junto a Espadas como labios, publicado en 1932, y La destrucción o el amor (1935) «ya le colocan en la postura ininterrumpida de guía y orientador de las jóvenes generaciones. Aún es perceptible, en estos poemas, el recuerdo de los modelos inesquivables: Juan Ramón Jiménez y sus coetáneos, Pedro Salinas, Jorge Guillén», según Alonso Zamora Vicente. Por la obra La destrucción o el amor recibió el Premio Nacional de Literatura en 1933.

Durante la Guerra Civil, Aleixandre colaboró en diferentes revistas republicanas. La censura silenció su nombre. Pero ningún obstáculo impidió que la voz de Aleixandre siguiera difundiéndose con todas las significaciones —implícitas— de libertad, de verdad, de reconciliación». Más adelante, los años cincuenta fueron muy favorables a su poesía, «que conoció un verdadero auge en su valoración y en la estima de sus cada vez más numerosos lectores, entre ellos los poetas más jóvenes, quienes no dudaron en reconocerlo como el maestro de la nueva poesía española».

Por esa época, se sucedieron los números de revistas parcial o totalmente a él dedicados: Ínsula (1950 y 1959); La isla de los ratones (1950); Gánigo (1957); Papeles de Son Armadans (1958); Cuadernos de Ágora (1959); etc.

Aleixandre también publicó una obra en prosa, Los encuentros (1958), «donde se dan rápidas imágenes de escritores y personalidades de su ámbito humano». Dos años más tarde, en 1960, se editaron por primera vez sus Poesías completas. En 1962 apareció la obra En un vasto dominio, por la que obtuvo el Premio de la Crítica al año siguiente. En 1968 reunió sus Obras completas por primera vez en un tomo, en verso y prosa.

«En gradual repliegue —explica Duque Amusco—, su obra se fue adentrando por los espacios de la metafísica en sus dos últimos libros, que para algunos constituyen un verdadero nuevo ciclo: Poemas de la consumación (1968, Premio de la Crítica de 1969) y Diálogos del conocimiento (1974), a los que puede agregarse el póstumo En gran noche, de 1991».

La fama de Aleixandre «llegó a su apogeo cuando la generación de los años setenta, la última que lo trató personalmente, entró en escena […]. Es el llamado grupo de los poetas “novísimos” o de la generación de la Palabra. En esa renovación, Aleixandre fue precursor, guía y admirable modelo».

Vicente Aleixandre falleció en Madrid el 14 de diciembre de 1984. Su sucesor en la Real Academia Española, el poeta Pere Gimferrer —quien en 1975 publicó la Antología total de la obra de Aleixandre—, le dedicó su discurso de ingreso en la corporación, titulado Perfil de Vicente Aleixandre.

 Respecto al pensamiento filosófico de Vicente Aleixandre se enmarca en una iusfilososfia.

Como gran académico, un enlace entre la poesía y la filosofía, es decir, un dialogo entre ambas, una conciencia metapoética, preocupación por conseguir un estilo que se acerca a la partitura musical, tal vez concebida como legado último para que otros la acojan e, interpretándola, la perfeccionen.

Es el poeta del metalenguaje, el conocimiento, la contemplación y el amor, es decir, del lenguaje poético.

¡Difunde la noticia!