OPINIÓN

Siria, un país que estorbaba

La región de Siria fue el centro de una civilización semita de gran importancia en torno a las ciudades de Ebla y Ugarit. Allí se descubrió el bronce.

A lo largo de la antigüedad, el territorio de la actual República Árabe Siria fue ocupado y gobernado por varios imperios, entre ellos los sumerios, mitannios, asirios, babilonios, egipcios, hititas, cananeos, fenicios, arameos, amorreos, persas, griegos y romanos.

En los escritos cristianos, durante la época de dominación romana, se dice que Pablo de Tarso ‘se convirtió camino hacia Damasco. Este hecho llevó a que la región fuera considerada como el primer núcleo de la Iglesia cristiana de Antioquía. En el siglo VII, Siria fue conquistada por los árabes, de esos dos hechos procede su cultura actual. Damasco se convirtió en la capital del imperio de los Omeya, que ocupó desde España hasta la India y Asia Central.

En 1922, la Liga de las Naciones repartió el dominio de la antigua Siria entre dos países: el Reino Unido que recibió Transjordania y Palestina, y Francia que ocupó los territorios que después serían Siria y Líbano.  

Se considera que Siria surgió como país independiente por primera vez el 24 de octubre de 1945, tras la firma de la Carta de las Naciones Unidas por parte del gobierno sirio, poniendo fin de forma efectiva al mandato de Francia. Fue vigente desde abril de 1946.

El 21 de febrero de 1958, el presidente sirio Shukri al-Kuwatli y el de Egipto Nasser anunciaron la fusión de los dos países, creando la República Árabe Unida, pero, aunque los conflictos internos cesaron, esto no interesaba a Israel, ni a EEUU, ni a ninguna de las potencias occidentales. Con un golpe militar el 28 de septiembre de 1961, Siria se separó, restableciéndose a sí misma como la República Árabe Siria. Poco después el partido Ba’ath se hizo con el control, coincidiendo con un golpe de Estado del Ba’ath en Irak. El nuevo gobierno sirio instó la posibilidad de federarse con Egipto e Irak, y el acuerdo se materializó en El Cairo el 17 de abril de 1963. Esta unión tampoco agradó nada, ni a Israel, ni a las potencias occidentales: curiosamente pronto aparecieron desacuerdos entre las partes y la materialización de la federación tripartita fracasó. Después de eso, los regímenes del Ba’ath en Siria e Irak comenzaron a trabajar por la unidad bilateral. Estos planes fracasaron de nuevo en noviembre de 1963, cuando el régimen Ba’ath en Irak fue derrocado.

Desde 1963, la República Árabe Siria ha estado gobernada por el Partido Baaz, dirigido por la familia Assad en exclusiva desde 1970.

Mapa de Siria
Mapa de Siria rodeada de otros países.

Israel invadió Siria en la guerra de junio de 1967, capturó y ocupó los Altos del Golán. Esta invasión debilitó al régimen socialista radical establecido por el golpe de 1966. La retirada en 1970 de las fuerzas sirias enviadas para ayudar a la OLP durante las hostilidades del «Septiembre Negro» con Jordania, reflejaron este desacuerdo político dentro de la jefatura del partido Ba’ath. El 13 de noviembre de 1970, el ministro de Defensa Hafez al-Asad efectuó un golpe militar pacífico, expulsando a la jefatura civil y asumiendo el rol de primer ministro. Hafez al-Asad gobernó Siria durante 30 años. En los mismos hay que destacar la intervención de Siria en la guerra contra Israel en 1973, conocida como guerra de Yom Kipur. A su muerte en el año 2000 le sucedió su hijo, Bashar al-Asad, hasta 2024 que ha abandonado la jefatura del Estado.

A principios de 2011 se empezó a desarrollar un conflicto que ha llegado hasta la actualidad en Siria. El conflicto se inició tras las protestas contra el gobierno, que degeneraron en enfrentamientos entre las fuerzas armadas del país y los grupos de la oposición, curiosamente formada por varios grupos calificados por la comunidad internacional (a iniciativa de EEUU) como terroristas y apoyados por países, unos abiertamente y otros en la sombra: EEUU, Israel, Turquía… Al otro bando, junto a al-Asad, apoyaban Rusia e Irán principalmente. El gobierno sirio parecía que tenía controlada la situación, quizás no tanto por su fuerza y ni siquiera por la ayuda de sus aliados, sino porque a las potencias que sostenían a los rebeldes, no les pareció prudente facilitar el control del país a grupos terroristas como DAES, ISIS, al Qaeda y la Liga Kurda que pretende la independencia del Kurdistán, situado entre Turquía, Siria e Irak.

Pero la situación de ahora ha cambiado: en menos de un mes, una coalición liderada por al Nusra, herederos de al Qaeda, ahora denominados Hayat Tahrir al Sham (HTS), han sido capaces de derrocar al ejército Sirio y hacer que su presidente abandone el país. Israel ya ha ocupado una parte importante del sur de Siria, además de los Altos del Golán, territorios que había integrado como suyos. EEUU ha anunciado sus buenas relaciones con HTS y reconocido su apoyo expreso para llevar a cabo ‘esta hazaña’. Y, después de la primera felicitación al nuevo presidente Muhamed al-Bashir, Turquía, muy preocupada por su propio conflicto con los kurdos, está ocupando los territorios del norte de Siria, precisamente los reivindicados por éstos, y que han sido parte especialmente activa en el derrocamiento del gobierno de al-Asad.

Y este es el meollo de la cuestión: todos celebran la caída del gobierno anterior en Siria, pero a todos les vendría muy bien la desaparición de Siria como país: una gran parte quedaría anexionada a Israel, ya que esto es un paso decisivo para acabar anexionándose también la totalidad de Palestina, Jordania y Líbano; la otra parte del territorio se lo quedaría Turquía. Israel se situaría ‘a tiro de piedra’ de Irán, su sempiterno enemigo, con quien lleva años larvando, a base de provocaciones, una guerra abierta, que más pronto que tarde se producirá. Por su parte, Turquía, podría acordar con los kurdos, una zona semi-independiente que pudiera contentarles como estado de ‘amplia autonomía’.

Siria fue durante los mandatos de los al-Asad, un país próspero y laico, donde cabían todas las religiones. Los nuevos dirigentes han declarado respeto a la libertad de creencias y a los derechos de las mujeres, pero lo que venga estará por ver…

Verdaderamente, Siria era un país que estorbaba y sigue estorbando, por lo que se augura un futuro corto a los nuevos ocupantes de la jefatura del Estado.

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