La natalidad en España ha experimentado cambios significativos en las últimas décadas. La tendencia es a la baja. Desde los años 70 del siglo XX, la tasa de natalidad en España ha ido disminuyendo. En 1975, la tasa era de alrededor de 2,9 hijos por mujer, mientras que en los últimos años se ha situado por debajo de 1,3. Diversos factores han influido en esta tendencia, como el aumento del nivel educativo de las mujeres, la incorporación al mercado laboral y cambios en los valores sociales que priorizan la estabilidad económica y personal antes de tener hijos.
En Madrid, la natalidad también ha mostrado una tendencia a la baja, aunque ha habido momentos donde las tasas han sido ligeramente superiores a la media nacional debido a una mayor concentración de jóvenes y familias.
La población envejece, nacen menos bebés y la esperanza de vida es mayor, con una media de 83 años en los hombres y 87 en las mujeres.
Los datos señalan que, mientras la población nativa no se reproduce, la inmigración está teniendo un impacto significativo en la natalidad en España, y especialmente en Madrid.
La inmigración, especialmente de personas jóvenes, contribuye a aumentar la tasa de natalidad. Muchos inmigrantes son de edad fértil y, al establecerse en el país, pueden formar familias y tener hijos.
La llegada de inmigrantes de diferentes países aporta diversidad a la sociedad española y a su cultura familiar. Esto puede enriquecer las dinámicas familiares y las tradiciones relacionadas con la crianza. Además, los inmigrantes a menudo ocupan trabajos que son esenciales para la economía y que los nacionales no quieren, lo que puede ayudar a sostener el sistema de bienestar social que apoya a las familias con hijos.
En Madrid, la inmigración ha sido especialmente notable. La ciudad atrae a muchos inmigrantes por sus oportunidades laborales y educativas. Esto ha ayudado a mantener una población más dinámica en comparación con otras regiones de España.
Aunque la inmigración puede ayudar a aumentar la natalidad, también presenta desafíos como la integración social y el acceso a servicios básicos para las nuevas familias.
En resumen, sí, la inmigración juega un papel importante en el panorama demográfico de España y Madrid al contribuir positivamente a las tasas de natalidad.
Hay que reconocer que la crisis del COVID-19 también afectó a las tasas de natalidad. En muchos lugares, se observó un descenso en el número de nacimientos durante y después del confinamiento.
Por un lado, es necesario emprender, desde las distintas administraciones, diversas políticas para fomentar la natalidad, como ayudas económicas y permisos parentales más flexibles.
Por otro lado, se necesita batallar contra los que consideran que los inmigrantes son los responsables del aumento de la delincuencia y unos invasores que pretenden acabar con la cultura occidental y judeocristiana. Todos hemos sido de fuera en alguna ocasión. Sin nacimientos no hay futuro y la tercera edad será la franja más amplia. La única salida es recibir con los brazos abiertos a las personas que vienen de fuera y nos ayudan. Ellos también son nosotros.