Sexualidad natural

Históricamente, el asunto de las prácticas sexuales en las distintas sociedades ha sido un tema controvertido y muy mediatizado por intereses políticos o religiosos. Esto es debido, sin lugar a dudas, a que el control de las mismas ha sido una baza muy importante para los que, en cada caso, ostentan el poder. Las relaciones homosexuales han pasado por diferentes consideraciones a lo largo de la historia y de los distintos pueblos que han ido desde una permisividad o normalización de las mismas —tanto en la antigüedad (Grecia, Roma) como en países actuales modernos (no demasiados, por cierto)— hasta una persecución atroz e incluso penas de muerte en muchos pueblos antiguos y, por desgracia, en muchísimos países en la actualidad. Desde estas humildes páginas vamos a intentar desbaratar uno de los argumentos que se esgrimen a menudo y que, dejando aparte cualquier otro tipo de consideración, es totalmente falso.

En principio, el tema de este mes, colectivo LGTBI, pudiera parecer complicado para integrar con temas de naturaleza, y más con asuntos entomológicos. Nada más lejos de la realidad. De hecho, quizá sea uno de los temas “más fáciles” de compaginar que se me ha dado en esta nueva andadura de la revista desde que comenzó con este formato-asociativo desde principios de año (el más complicado, sin duda, fue el del mes pasado, que tenía que relacionarlo con las elecciones municipales). Y es que acaso lo que les voy a contar alegre a algunos y desagrade a otros, según las ideas que cada uno tenga en su cabeza —que respeto de corazón—, aunque yo, como científico, les tengo que mostrar la realidad de lo que sucede en la naturaleza (de nuevo me centraré en los insectos, pero podría coger cualquier grupo animal: aves, mamíferos, reptiles, etc), dejando al lado lo que yo piense —eso es asunto personal— e independientemente de consideraciones más o menos interesadas del asunto.

Y es que, queridos lectores, en cuanto al comportamiento sexual con el mismo sexo, o sea, las prácticas homosexuales en las especies animales, la realidad es que son frecuentes, bastante más de lo que se podría pensar y, como he adelantado, se producen en un sinfín de especies (faltan estudios al respecto, pero son muchas, al menos las que yo he observado). Por tanto, no podemos argumentar que son “unas pocas”, porque este comportamiento está generalizado. Y me podrían preguntar ¿cómo lo sabes, Ignacio?, y les responderé: “porque soy entomólogo, entiendo de insectos y llevo toda la vida —ya dentro de poco cumpliré los 70— observando y estudiando a estos seres y, además, lo tengo documentado con fotografías.

Es cierto que no se suele percatar la gente porque, lógicamente, no entiende del asunto y si sabe algo de estos seres cualquiera es capaz de discernir que dos hexápodos que estén copulando son del mismo sexo o no. Pero cualquier entomólogo que tenga cierta experiencia puede confirmar lo que digo. Por tanto, tenemos que desmontar de una vez por todas el viejo discurso de que “eso es antinatural”, porque, objetivamente, eso no es cierto.

En fin, señores, eso es lo que puedo aclarar, dado el tema de este mes, que bien sé que es polémico y tiene, como tantas otras cosas, opiniones muy encontradas. En otro tipo de consideraciones ya no me meto: allá ustedes con sus propias opiniones al respecto, estamos en un país libre. Yo soy un científico y solamente me atengo a contar la realidad objetiva de lo que sucede en la naturaleza. Pero no me pregunten “esto a qué es debido” porque, sinceramente, no lo sé, supongo que hay estudios al respecto —estudios de comportamiento animal— pero no entran en mi campo de acción y no estoy al tanto, yo simplemente soy un humilde taxónomo. En fin, amables lectores de Zarabanda, espero haber contribuido algo a disipar dudas.

Que tengan ustedes una excelente entrada del verano.

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