Rivas da la nota

Rivas da la nota

Como en las canciones de Rodrigo Cuevas, la música siempre tiene algo de fusión y de inesperado. Llegan las fiestas de Rivas y acudimos apresuradamente a cantar canciones que sabemos de memoria, ¿cómo es posible que una melodía cale de esa forma en la memoria hasta de los más olvidadizos?

En el año 2010, la investigadora Carol Krumhansl hizo un descubrimiento sobre nuestra extraordinaria capacidad para reconocer y detectar notas musicales. A sus conejillos de indias, en un estudio, les presentó 28 canciones populares (que se estrenaron entre 1960 y ese mismo año, tales como «Baby One More Time» de Britney Spears o «Respect» de Aretha Franklin). Pero no les puso los temas completos, sino únicamente clips de 0,4 segundos de duración de estas canciones. Sorprendentemente, los oyentes fueron capaces de identificar el nombre de la canción y del cantante en 1 de cada 4 ocasiones.

Escuelas de música

Estudios posteriores han demostrado que nuestras canciones favoritas entre los 10 y los 30 años nos acompañarán durante toda la vida. En la infancia y la juventud despunta ya nuestro interés por la música.

El pequeño Curro Corrales venía de una familia con sensibilidad artística. A una edad ya temprana sabía que le gustaba el piano: fue alumno de la Escuela Municipal de Música a los 7 años, en el curso 1991/1992. “Primero, hice solfeo (lo que ahora se llama “lenguaje musical”) con un profesor que se llamaba Juan Pablo Arias”, nos cuenta. En ese momento, la Escuela estaba donde está ahora la Casa de Juventud del Parque Asturias, el Aula de Mujer y el resto de equipamientos del área social municipal. Allí, el profesor les proponía juegos de percusión con los que aprender el ritmo y también les enseñaba a leer partituras.

“Yo quería hacer piano, que estaba muy demandado, así que tardé en poder conseguir plaza”, explica el Curro Corrales adulto, que estuvo en la Escuela hasta 1996. Se fue distanciando de la música “cuando se me echó el pavo encima”, recuerda riendo. Sin embargo, cree que el solfeo y el sentido del ritmo le han servido a lo largo de su vida para aprender a disfrutar de la música. Guarda un grato recuerdo, especialmente de la etapa en la que consiguió aprender piano con el profesor Andrew Melvin, quien dejó huella en sus alumnos, que le prepararon una fiesta sorpresa antes de su vuelta a Reino Unido.

“Aún conservo la camiseta con su cara, eran clases de 3 o 4 alumnos, muy creativas y nos animaba a componer y todo”, explica Corrales. Desde 1998, la ubicación de la Escuela Municipal de Música es en el Centro Cultural Federico García Lorca, donde han seguido formándose nuevas generaciones de músicos ripenses.

El Ayuntamiento afina los equipamientos

En 2011, Curro Corrales entraría de concejal en el Ayuntamiento en una legislatura en la que llegaría a asumir las concejalías de Cultura y Fiestas, Educación, Infancia y Juventud y Barrio Centro. Actualmente, Cultura y Fiestas (junto a Juventud) siguen siendo las áreas municipales desde las que el Ejecutivo apuesta por la música. “Siempre se ha apoyado la música, entendiendo que cultura y democracia van de la mano, y que la música es fundamental para el desarrollo de las personas”, explican fuentes municipales del actual Gobierno local, añadiendo que también es “una forma fantástica de ocupar el tiempo de ocio”.

El Consistorio destaca el carácter “autogestionado” de proyectos como la Casa de la Música o el Micro Abierto. Fomentan el aprendizaje con la Escuela Municipal de Música, “desde la que salen agrupaciones de todas las edades y de todos los estilos musicales”. Esa pedagogía recurre a entidades locales consolidadas como el Coro de Rivas, la Orquesta Athanor o la más reciente orquesta sinfónica Alma Mahler.

El apoyo municipal facilita su participación en todo tipo de eventos solidarios, especialmente con acuerdos de cesión de uso de espacios. “Somos una ciudad que cuenta con un auditorio como el Pilar Bardem, con un programa muy consolidado y construido de la mano con los grupos culturales de la ciudad”, reivindican orgullosos desde el Ayuntamiento. De la construcción del Auditorio Miguel Ríos, destaca también la vertiente ecologista que supuso: fue “una inversión muy importante para este Ayuntamiento y que transformó un vertedero es un espacio musical”, rememoran.

Micros abiertos y caminos cerrados

Sin embargo, las dotaciones y equipamientos para la música de Rivas no bastan para el despegue de una carrera musical de primer nivel. “Rivas se queda pequeño, musicalmente hablando, como cualquier ciudad pequeña”, reconoce Pedro Pastor.

Su grupo de amigos y músicos se crió en Rivas. “Yo he estudiado tres años guitarra en la Casa de Juventud, con “el Chiri”, mientras que Alvarito ha estudiado guitarra en la Escuela Municipal”, recuerda este reconocido cantautor. Considera que coincidir cuatro futuros músicos en las jornadas culturales del Instituto Duque de Rivas o en el Micro Abierto es algo afortunado, pero anecdótico.

“Si uno quiere dedicarse a la música, tiene que mover muchísimos más hilos que esos. Si la gente de Sevilla o de Valencia se va a Madrid o a Barcelona para intentar vivir de la música, imagínate alguien de Rivas”, explica Pastor. Según argumenta, en Rivas se tendría la ventaja de participar de la “movida cultural de Madrid” sin verse obligado a abandonar el municipio.

Micro abierto en la Sala Marcos Ana

Aunque reconoce el esfuerzo del ayuntamiento, echa de menos una oferta cultural como la que supuso para él asistir al café Libertad 8 en Madrid. “No entiendo por qué este barrio no tiene un café así, realmente no hay una iniciativa que permita una serie de conciertos constantes y continuos que tengan que ver con estos espacios más pequeños”, reflexiona sobre un local que dice que le cambió la vida.

Fue Pedro Pastor quien propuso al Ayuntamiento la creación del Micro Abierto. “Les propuse la idea y les pareció muy interesante y apoyaron la moción y pusieron los técnicos y la sala al servicio de la idea, o sea que en ese sentido fue un éxito compartido”, señala. Pedro Pastor recuerda que, en ese momento, el Ayuntamiento tenía dificultades para llegar a los jóvenes de la localidad. “En el Ayuntamiento tuvieron que flipar, de repente un espacio convocaba 120 personas una vez al mes y además iban a participar cantando o recitando 15 o 20 personas al mes, casi todas menores de 20 años”, nos cuenta.

En opinión de Pedro Pastor, “es muy difícil hacer políticas institucionales desde el sillón del político”. En el Ayuntamiento no habían conseguido ese poder de convocatoria antes, porque no eran actividades pensadas por los propios jóvenes, aunque se programaran con la mejor intención. “Tiene más sentido que una iniciativa de una persona de 16 años cale entre la gente de su generación”, defiende. Por eso, Pedro Pastor cree que “lo que nos falla en la política en general es la incapacidad de la participación activa ciudadana”. Es decir, que sean los propios jóvenes los que propongan qué quieren hacer y que puedan generar sus propios espacios para hacerlo.

Pedro Pastor tuvo que dejar el Micro Abierto al cumplir 18 años: “no podía rechazar un concierto que me ofrecieran, tenía que currar y no me podía quedar de técnico allí”. Sin embargo, está orgulloso de “ver que sigue vivo y que además sigue teniendo participación”, aunque haya menguado un poco.

En cambio, reconoce que “las fiestas están muy bien programadas” y que, en general, hay una buena oferta cultural (el festival Rivas Flamenca, por ejemplo). Preguntado por a quién le gustaría escuchar en las fiestas de Rivas, responde que “la mayoría de grandes artistas nacionales han venido o van a venir a nuestro barrio”. Por eso, piensa en “artistas latinoamericanos, que es como lo inaccesible”, mencionando a Natalia Lafourcade, Juan Luis Guerra, Rubén Blades o Residente. “Sí hemos podido escuchar varias veces a Silvio Rodríguez en Rivas”, recuerda con admiración.

El paso del casette al Spotify

Si los gustos musicales se adquieren en la infancia y en la adolescencia, era habitual heredar los gustos de nuestro padres, al no tener otra alternativa que escuchar los casettes de música que nos ponían en el coche. Sabineros de todas las edades, unidos.

Ese mundo ha cambiado con la música a demanda, a través de plataformas como Spotify, que han fragmentado y diversificado el acceso a la música. Sin embargo, Pedro Pastor me señala una derivada más optimista: ¿y si ahora son los padres los que descubren artistas a través de los hijos? “Es más fácil que, hoy en día, un niño de diez años escuche a Jorge Drexler, porque su padre de 40 años lo escucha o que el padre escuche a Sebastián Yatra y Aitana, porque su hijo lo hace”, reflexiona.

En este cambio, habría también un salto económico: “los hijos no podíamos ponerle música a nuestros padres, porque la música se escuchaba en CD o casette y eso había que comprarlo, nosotros no podíamos comprar”, precisa Pastor. Ahora, con la digitalización de la música, un niño estaría a un “click” de Youtube de poner música a su padre o su madre en el coche. No hay pros, sin contra: “tengo amigos y amigas de mi edad que aman a Silvio Rodríguez porque sus padres lo aman, aunque no sea la música que escuchan habitualmente, pero me parece hermoso que tengan espacios para escucharlo, es una pena que eso se pierda en generaciones venideras”, lamenta.

Y después la culpa es del reggaeton

En el paso de una generación a otra, pareciera que los cantautores y el rock radical vasco (predominantes en los años 70 y 80) serían géneros musicales con una conciencia política y social mayor que el pop u otros géneros, pese a destellos de crítica social como los del rap o de grupos como Ska-P. Con mucho humor, en una chirigota (uno de los géneros de más brillante crítica social), respondía en 2019 el grupo Daddy Cadi: “políticos drogatas, un cura que es sobón, un monarca putero y todo el mundo votando a Vox, ¡y después la culpa del reggaeton!”.

Por su parte, Pedro Pastor nos recuerda que “Rozalén es una estrella mundial y es una persona abiertamente comprometida”, añadiendo a la lista a Rodrigo Cuevas y Tanxugueiras, que están presentes este año en las fiestas, o a Rigoberta.Bandini y su poderoso tema de “Ay mamá”. La tesis del cantautor ripense es que seguimos comprando una “cultura del punk”, en la que “las cosas cuando se dicen con violencia y con agresividad parece que son más de izquierdas”, algo que no comparte en absoluto. Aunque sean figuras con perfiles más suaves u otra estética, Pastor considera que “a lo mejor es más inteligente o es más pragmático y productivo decir las cosas que uno quiere decir desde un lugar en el que haya personas que no piensen igual que tú, que se puedan acercar a tu pensamiento”.

Hijos del Rock and Roll

El imponente Auditorio de RIvas lleva el nombre de Miguel Ríos, exitoso cantante con unos orígenes humildes, con los que podrían empatizar muchos ripenses de origen vallecano o andaluz. El granaíno, como Bruce Springsteen en EEUU, apelaba a una juventud de clase trabajadora que quería bailar sin los corsés conservadores de su tiempo: los hijos del rock and roll de su canción “Bienvenidos”.

Pero hoy en día, esos “hijos del rock and roll” peinan canas. La rueda del tiempo sigue girando y la juventud escucha, en gran medida y pese a su diversidad, lo que se ha dado en llamar “música urbana”, con gran presencia del rap, trap, reggaeton y música electrónica.

Y como defendía Pedro Pastor, la juventud se organizó sin esperar a sus mayores. El ejemplo más claro en Rivas es Espacio 4. Un pequeño grupo de jóvenes DJs que en 2010 formaban un colectivo llamado “Y todos” (que preparaba fiestas anuales) empezó a reservar espacios en La Casa+Grande para montar una radio. Corría el año 2014 y decidieron organizarse más formalmente como Asociación de Jóvenes Productores Audiovisuales. Pasaron a usar el Espacio 4 que -con poca creatividad pero fulgurante éxito- daría nombre a la nueva emisora ripense en la frecuencia 95.4 FM.

De inmediato, los jóvenes ripenses podían dar rienda suelta a su creatividad detrás de un micrófono. “Poco tardó en quedarse pequeño el espacio ya que un gran número de jóvenes enseguida se unió al proyecto”, recuerda Alberto Herrero (Hache), uno de los fundadores. Los integrantes de la asociación sabían que los antiguos estudios de Radio Rivas se encontraban en desuso, por lo que se los pidieron al Ayuntamiento, entonces con Pedro del Cura como alcalde. Las concejalías de Cultura y de Juventud dieron el visto bueno y, donde reinaba el silencio, la ilusión y la música de decenas de jóvenes empezó a proyectarse a todo Rivas.

En la actualidad, cuentan con casi 70 socios y una parrilla completa de contenidos musicales y magazines, además de realizar formación a jóvenes interesados en la música, el periodismo y la organización de eventos. Su siguiente paso fue crear el Festival Rivas Sound (que va por su 6ª Edición), tras años de ausencia de la “discoteca móvil” enfocada a la juventud ripense, que existía en las fiestas de Rivas con el nombre de “Espacio R”.

“Hoy en día la música está al alcance de todo el mundo con solo un click”, reflexiona Alberto Hache. Considera que adaptarse a las nuevas tecnologías y tendencias es clave, para Espacio 4 y para el Ayuntamiento, “para acercar la música y todo lo que engloba a los jóvenes ripenses, hacer que la gente salga de sus casas y disfrute de eventos cerca de sus domicilios, accesibles para todo tipo de público”.

“Somos Escuela”, dice orgulloso su compañero Sergio Tamarit (Tama), que recuerda que rechazaron usar el Auditorio Miguel Ríos porque siguen apostando por el carácter popular de las fiestas, en el que su asociación pueda ofrecer cultura de forma gratuita. Algunos de los socios han convertido su pasión en una profesión, pero Hache tiene rotundamente claro su objetivo: “trabajamos por permitir a los jóvenes que se junten con otras personas para disfrutar de las mejores canciones del momento o de las que marcaron una época”.

La música suena vibrante en Rivas con nombres como Luis Pastor, DVicio, Boikot, Swan Fyahbwoy (vivió aquí dos años), Blas Cantó, Ernesto Tecglen o el propio Pedro Pastor y los DJs de Espacio 4. La identidad comprometida de Rivas se cuela en sus ondas y en su lema: “Mucho más que una radio”. De igual modo, el festival Grimey for Palestine se cuela cada año en las fiestas de Rivas para recordarnos que la cultura puede generar conciencia, buscando llevar la belleza de la música a donde solo suena el ruido de las bombas. Rivas, dando la nota (solidaria).

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