Cuando la cobardía te ha convencido, tu alma por seguro ya está vendida. Obvio. Pero piensa esto: Tengo ya por seguro que el fracaso total de mi vida sería que algún mal (o cobardía mental) me agradeciera algo, sí, porque eso significaría que lo he beneficiado. ¡Lo he beneficiado!
Bueno; y si, en verdad, lo he beneficiado, ahí ya no sirven excusas, ni sirven grandes discursos, ni sirven influencias, ni dinero ni nada. He beneficiado a un mal y punto; y puede ser: al machismo, al esclavismo, al maltrato a los animales, a la manipulación social, a la confusión social, a la explotación de niños, a la adoración o a una apología de la mentira, a la violencia racista, a la estupidez alineante o adoctrinante, a la complicidad con la intelectualidad basura, a la contaminación ambiental, etc.
Cuando se beneficia a un mal, ya no hay argumento que valga o que te salve el culo. Incluso las mismas palabras ya no sirven, porque ya se vuelven miserablemente como tomaduras de pelo, como burlas a un mínimo sentido común o a un mínimo equilibrio. Eso siempre lo tengo claro, y es además el máximo respeto que se puede aplicar en esta vida a la vida misma.
Porque piensa: Nunca una sinrazón (una injusticia, una gratuidad en cualquier responsabilidad o una irracionalidad) te puede convencer estés en donde estés, hagas lo que hagas y digas lo que digas. ¡Evidente!, ya que no puedes quedar convencido por un desequilibrio, ¡no!, y luego estar influyéndolo al mundo. Piénsatelo bien: No puedes estar convencido por cualquiera de las acciones injustificables del poder ni por cualquier aspecto de la maldad. ¡Las cosas como son!
Por ello, si eres ético, si eres limpiamente honesto, si eres honrado y sensatamente generoso con todo, pues no puedes estar convencido por cualquier postor, por cualquiera que (a todo lujo o privilegio) sale en la televisión basura, por cualquier youtuber que jamás respetó su propia responsabilidad con los demás (en transmitirles lo claro al menos o lo relevante en dignidad en cualquier esencial información). Si tú no quieres mierda para tu hijo…, ¡pues tampoco se la des a la sociedad!
Es que ya va siendo hora en que lo claro sea solo claro. Y si es razón la que te convece, lo será siempre, no un solo día al año. Y será así venga del ser humano que venga, sin que lo discrimines por su naturaleza propia o por su origen. No, no se puede escupir más a la dignidad de todas las dignas cosas: Si la racionalidad te convence “por principios”, ¡pues ayúdala!
Si eres luz, no practiques sombra; si eres ética, no practiques el servir a la frivolidad (que es lo que humilla a la ética); si eres persona, no te dejes convencer por la barbarie o por lo incívico o por la irracionalidad en alguna de sus mil caras (de prejuicio, de fanatismo, de terquedad, de no escuchar a lo limpio o a lo aclaratorio, de egocentrismo, de ayudar a una tapadera de complicidades con alguna sinrazón, etc).
Los resultados de la realidad dicen que hay millones solo convencidos por el fanatismo (entre ellos hay escritores, periodistas, políticos, etc). Y, ya convencidos, se han quedado en manos de un continuo error o de una impróvida estupidez.
Al lado de eso, la sociedad (los niños, las lágrimas pisoteadas de los mendigos o muchos integrantes de ella) soportan esa maldita y terrorífica miseria humana.
José Repiso Moyano