Buscar

Por qué los pobres votan por los ricos

El gobernador de Wisconsin, se propuso desmontar las garantías de negociación colectiva de los trabajadores y, palabras más, palabras menos, aplastar a los sindicatos. Si Walker representa el punto de vista de los ricos, ¿por qué votaron por él los pobres?

En el siglo XIX estaban en vigor diversas restricciones al ejercicio del derecho al voto (solamente los hombres letrados ricos podían votar). Los pobres eran sistemáticamente excluidos del proceso político institucional. Eso motivó a varios pensadores, incluido el liberal John Stuart Mill, a proponer una ampliación de la base electoral que le diera voz y voto a los trabajadores.

Sobre este asunto no había consenso. Las clases acomodadas temían que las nuevas mayorías terminarían expropiándoles su riqueza. Si la mayor parte de la población pobre, que ha sido siempre la mayor parte de la población, fuera a las urnas, votaría por candidatos que les prometieran una tajada más grande del pastel, un pernil o dos, aunque tuviesen que matar “la gallinita de los huevos de oro”.

El temor de las clases acomodadas nunca se concretó. Aunque hay evidencia de que a mayor participación, menor es la concentración del ingreso, lo cierto es que no hay ninguna sociedad en la que la participación democrática haya servido de instrumento para una revolución contra la desigualdad (por razones muy diferentes, liberales y conservadores pueden decir, “afortunadamente” – uso las palabras liberales y conservadores en sentido filosófico).m

Los pobres parecen votar más frecuentemente por los ricos. ¿Por qué?

El Diario El País publicó un estudio que vuelve a demostrar que las personas con miedo votan por la derecha.

Según un novísimo estudio de la Universidad de California (EE UU), las personas de derechas lo son porque son más miedosas, se fijan más en las malas noticias e intuyen en ellas un riesgo.

Los conservadores están más preocupados por el terrorismo y el crimen que los progresistas, asegura Daniel Fessler, profesor del estudio. Y son más propensos a creer afirmaciones falsas. Tienden a ser un poco más autoritarios, y a encerrarse en falsas explicaciones que obligan a ordenar un mundo caóticamente aleatorio. Hay más estudios que muestran que los conservadores son más sensibles a la posibilidad de peligro que los progresistas. “Eso ayuda a explicar por qué las personas más conservadoras respaldan políticas que minimizan la introducción de nuevas influencias que, a su juicio, son dañinas para la sociedad, como la inmigración, el matrimonio homosexual o la educación sexual integral”, se argumenta en un análisis del estudio publicado por The Atlantic.

Naomi Klein (La doctrina del shock, 2007 “El miedo paraliza, bloqueando la inteligencia de quien lo sufre, desorientándolo y produciendo una regresión a un estado mental primitivo. Si este estado de shock se mantiene en el tiempo, el individuo no sólo experimenta una regresión mental, a la vez que se mantiene su desorientación y la anulación de su inteligencia, sino que, además, se pueden implementar en el individuo variaciones irreversibles en su personalidad que, en cierta medida, puede manejar quien lo produce”

La realidad es una construcción social, sin duda, y el marco del miedo y la desconfianza hoy es dominante”. Eso explicaría el respaldo mayoritario a políticas conservadoras en determinados puntos del planeta.

El presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras remite a un documental de la BBC titulado El poder de las pesadillas (2012) que refleja muy bien esa sensación de miedo en algunos sectores sociales. “En el pasado los políticos vendían utopías de un mundo mejor; hoy plantean problemas y miedos y ellos se postulan como los que pueden resolverlos. Siempre hay una utilización política del miedo y de la amenaza que no es nueva, ya desde Maquiavelo en El príncipe se hablaba de ella. Ahora ocurre más, porque los medios son globales. Somos de derechas o de izquierdas como una forma de ver el mundo y valorarlo, y este viene condicionado por lo que se nos vende en los programas políticos. Los riesgos, las amenazas, la política del miedo.

El miedo y sus usos políticos puede servir para entender muchas de las cosas que pasan en este mundo que habitamos, el miedo tiene poder para cambiar el mundo, como también lo tiene la esperanza. El miedo es un instrumento sumamente poderoso que el neoliberalismo (que es sin duda mucho más que una teoría económica) lleva alentando y manejando desde hace mucho tiempo, como uno de los marcos de interpretación clave para entender la realidad y definirla (Lakoff).

La derecha, el neoliberalismo son expertos en:

  • Las estrategias de manipulación y generación del miedo desde una perspectiva psicosocial.
  • Las nuevas formas de guerra y el manejo intencionado del miedo.
  • El miedo como arma política y como generador del odio al diferente.
  • El miedo como arma política a las consecuencias de los cambios sociales.

Y lo vemos y padecemos en la actualidad, vivimos una época de recrudecimiento de esta estrategia. En los últimos años, la crisis económica ha ayudado a los asustadores profesionales a amedrentarnos hasta la parálisis, infundiendo un temor abstracto a los otros, a los extranjeros, al gasto público, al terrorismo y la inseguridad. Para los pensadores neoliberales, toda crisis (real o percibida) es una oportunidad para aplicar sus políticas de ajuste. Paralizados por nuestras pesadillas, damos por bueno lo que en otras circunstancias nos resultaría inaceptable. Atemorizados, nos convertimos en personas individualistas, mucho más manipulables porque dividiendo es más fácil convencer. Olvidamos ayudar a los demás y nos quedamos solos convirtiéndonos en individuos mucho más vulnerables.

José Guillermo Fouce. Doctor en Psicología y profesor de la Universidad Carlos III.  El escritor alemán Nemeitz publicó en 1718 un libro sobre París con “instrucciones fieles para los viajeros de condición”. Uno de sus consejos es el siguiente: “No aconsejo a nadie que ande por la ciudad en medio de la negra noche. Porque, aunque la ronda o la guardia de a caballo patrulle por todo París para impedir los desórdenes, hay muchas cosas que no ve… El Sena, que cruza la ciudad, debe arrastrar multitud de cuerpos muertos, que arroja a la orilla en su curso inferior. Por tanto, vale más no detenerse demasiado tiempo en ninguna parte y retirarse a casa a buena hora”. Nuestros temores, nuestras pesadillas, tienen siempre una carga histórica y contextual y han sido siempre un arma política de primer orden.

Al igual que el texto proponía a los ciudadanos no salir de casa, los gobernantes actuales nos aconsejan sumisión. Nos quieren divididos, aplicando la estrategia de “sálvese quien pueda”, centrados en lo que nos diferencia y olvidando lo que nos une, dispuestos a renunciar a elementos clave de nuestra libertad en pro de la ansiada seguridad.

Un miedo amplificado por los medios de comunicación que agrandan las narrativas del miedo.

¿Entendéis ahora por qué la derecha vive hablando de delincuencia, de terrorismo, del peligro de la emigración, del feminismo, del aborto, de la patria…?

¿Entendéis ahora porque cuando los progresistas en vez de hacer un discurso optimista, positivo,  colaboramos a extender el miedo y apoyamos el discurso de los conservadores?

José Guillermo Fouce nos aporta un camino. El miedo se combate con información, se combate enfrentándose al mismo, se enfrenta en primer lugar decidiendo mirarle a los ojos; las advertencias de los traficantes de miedo no impedirán que el impulso de movimientos como el 15-M nos recuerden que, aunque a unos pocos les beneficie el terror, la esperanza es para el ser humano la estrategia conjunta más adaptativa. “Sin trabajo, sin futuro, sin casa, sin miedo” nos recuerdan señalando lo subversivo y movilizador de perder el miedo.

Tenemos que cambiar nuestro discurso, aportar una visión positiva y optimista de nuestra futura acción de gobierno. Transmitir esperanza y también denunciar esta estrategia manipuladora de la derechona.

Eulogio González Hernández

¡Difunde la noticia!