Política primate

En este mes de mayo, tan cargado de connotación política, hemos decidido escapar del habitual recurso de los insectos dado que, como ustedes comprenderán, es bastante complicado maridar ambos aspectos: el asunto relativo al gobierno de las distintas sociedades animales con un grupo como los invertebrados. Si eligiésemos a los hexápodos tendríamos que recurrir de nuevo a estirpes a las cuales hemos acudido otras veces (hormigas, abejas, etc), por lo cual nos van a permitir que esta vez, y sin que sirva de precedente, analicemos las “relaciones políticas” en el grupo más avanzado: los primates, intentando comunicarles algunos detalles que sean poco conocidos, aunque pequemos de ser anecdóticos y nada correctos desde el “punto de vista político”.

Pues bien, comencemos… Entre los primates hay diversos tipos de organización social que van desde los casos más simples o sencillos de interpretar, como lo serían los lemúridos de Madagascar, hasta los más evolucionados que, a nuestro humilde entender, es la de los chimpancés, que exagerando un poco es casi tan compleja como las de los humanos prehistóricos, y en todo caso más que las de gorilas, orangutanes e incluso las relaciones sociales de los bonobos.

En la década de los 70, el primatólogo Emil Wolfgang Menzel Jr. realizó experimentos que demostraron que no somos los únicos primates que matan a los de su propia especie; los informes sobre peleas territoriales letales entre comunidades de chimpancés afectaron profundamente al debate de posguerra sobre los orígenes de la agresión humana.

Les dejaremos unos “apuntes-base” para reflexionar sobre nuestro comportamiento al respecto. Menzel comprobó que los simios que sabían dónde estaba escondido un objeto eran liberados mientras que eso no sucedía con otros que carecían de tal información. Se vio que los chimpancés aprenden de sus congéneres, forman grupos afines dinámicos y se engañan entre sí, destruyendo y construyendo nuevas alianzas en cada grupo. Y sorprende que los de mayor edad, cual políticos avezados, confabulan entre bastidores… Esos individuos experimentados, que ya son mayores, a menudo se aprovechan de las intensas rivalidades entre los chimpancés más jóvenes para obtener un enorme poder.

Los chimpancés rivales se ganan el favor de las hembras acicalándolas y haciendo cosquillas (monerías) a sus crías y sostienen y besan a los bebés, algo que rara vez hacen fuera de la temporada electoral…

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