No estamos confinados, estamos autoconfinados.
No somos soldados, general, somos ciudadanos.
Estamos en casa no porque nos amenacen con una multa, sino porque no queremos contribuir a la difusión inconsciente del virus. Y digámoslo, también por miedo.
En el mundo desarrollado no movemos una pestaña cuando mueren casi medio millón de personas al año por la malaria. Pero es «por ahí abajo», algo que a nosotros no nos llega. Ahora que es «por aquí arriba», que hay 15.000 muertos, lo paramos todo, y salen miles de millones de las cuevas de los estados del norte.
Con una pequeña parte de ese chorro de dinero, se habría acabado ya con la malaria. Se habría modernizado África y se habría dejado de financiar a sus sátrapas para que sus habitantes no se echaran al mar.
Estamos en casa por miedo, pero también por conciencia. Dispuestos a aprender de nuestros errores, tantos y tantos, tan irresponsables. Dispuestos a que de aquí salga algo mejor.
No nos pidan obediencia ciega ni cadena de mando.
Infórmennos, hágannos responsables, corresponsables. No, no somos soldados. Somos ciudadanos. Del mundo, no solo de este, que creíamos tan cómodo y seguro.
Gonzalo Moure, autor de este comentario que nos envía a Zarabanda.
Un amigo de
la causa saharaui.