Ripenses todos, aquí en El Pregonero somos mayoría los que nacimos en tiempos del golpista y dictador Francisco Franco, e incluso los que vivimos aquellos días en una adolescencia atribulada de dudas, esperas y tentetiesos, donde nuestra excursión mas lejana era al pantano de Cazalegas o alrededores. Vamos que podemos dar fe de que nuestra actualidad histórica es “Jolivud” pensando en aquellos tiempos. Con pandemia actual y todo, ni comparación.
Los mas nuevos parecen tener la creencia de que el confort y bienestar del país en la actualidad han caído desde un asteroide, que estaba así de siempre, que las tiendas estaban repletas de cosas y los turistas disfrutaban del sol y la playa. No. De hecho intentan hacernos creer que lo que sucede en estos días es el apocalipsis. Pero no.
Hay muchas etapas que pasar para llegar al fin del mundo. Y muchas hemos pasado hasta llegar al año 2020. De hecho, nuestra ciudad, antes era un pueblo, anteayer vamos. Un pueblo cuya única fama era el de ser la cuna de un torero, Marcial Lalanda, y la del mal olor que había cuando se transitaba por la carretera de Valencia. Seamos claros, era así, y cuando vinimos para acá nos lo repitieron familiares y amigos cientos de veces.
Pero que le íbamos a hacer. Como los primeros colonos éramos de Comisiones Obreras y de UGT , pues éramos cabezones, peleones, de izquierdas y buscadores de vivienda digna y barata porque las pesetas no daban para mas. Y teníamos una manía, la solidaridad, el diálogo y la templanza nos guiaban. Con excepciones, claro, que todo el monte no es orégano.
Y luego vino mas gente, y brotaron chalets y pisos encima de las ilegales tiradas de basuras permitidas por prebostes franquistas, y se hermanó el pueblo antiguo con la ciudad moderna y disfrutamos creando el Rivas Vaciamadrid actual. Y a nosotros nos jode que vayan saliendo grietas en una convivencia que siempre ha tendido a ser sana a pesar de todo.
Estos días en las redes sociales, sin ton ni son, sin leer mas que las brechas necesarias para sacudir estopa y responder sin llegar siquiera al último renglón del “razonamiento” se respira un ambiente de enfrentamiento soez e innecesario que no os quepa duda que socava la convivencia ciudadana.
A un policía local se le incoa un expediente. Ese expediente se filtra a la prensa. Esa prensa se lanza a su particular negocio garbancero. Ese expediente, no acabado, genera un apoyo lleno de ignorancias y falta de claridad. Y en medio aparece (¿?) el nombre de un concejal por arte de birlibirloque. Y nadie quiere hablar mucho por si las moscas.
Lo importante, lo accesorio, esa es la cuestión. Primero, ser policía no es ser fontanero o agente de bolsa, es un oficio con un reglamento a cumplir, es una autoridad con arma y todo. Segundo, ¿Por qué se filtra un expediente a la luz pública, sin terminar?, ¿Quién ha sido el osado u osada?. Tercero, si, la posible sanción es exagerada, pero aún es ignota, solo es posible. Y cuarto, a cuento de qué aparece el nombre de un concejal y se le recuerda un asunto caducado.
Ripenses todos, pensemos tranquilamente. Aquí nadie está por masacrar a nadie, aquí solo hay ruido para despistarnos de otra cosa, de lo mollar. Hablemos sin miedos y con las santas pelotas, o con lo que sea menester, de separar lo importante de la farfolla. No nos dejemos embelesar por la guarnición y olvidemos el chuletón.
Ya lo explicaba un antiguo, que en paz descanse, cuando veía salir del cine con lágrimas en los ojos a los atribulados por la muerte de algún protagonista de la película recién vista. “No os preocupéis, no pasa nada, que el artista nunca muere”.
Una hermosa manera de explicar que lo mollar es lo mollar y lo demás accesorio.
Salud y comunicación desde El Pregonero programa informativo de Radio Cigüeña.
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