Es evidente que en nuestra localidad tenemos un problema con el tráfico. Atascos que se generan en las horas puntas del día, momentos críticos en los que se juntan los desplazamientos al colegio con los vehículos que circulan dentro del municipio y los cientos de ripenses que salen de nuestra localidad. Una congestión que llega hasta más allá de la carretera de Valencia, sobre todo en sentido Madrid, pero que también se produce en las principales arterias de la región, lo que demuestra que son producto del uso del vehículo particular, no de las infraestructuras ripenses.
Y es que esta situación no es culpa de los carriles bici -como acusa Vox, el PP o Vecinos por Rivas-, sino que es consecuencia de la nefasta gestión del transporte público del gobierno del PP, ya que la forma de evitar el uso del vehículo particular depende de la calidad del servicio y de las facilidades que disponga la ciudadanía para poder utilizar el metro o el autobús, cosa que en Rivas no sucede. Es más, gracias al carril bici los peatones podemos caminar sin que se nos cruce una bicicleta o un patín y se ha evitado el uso del vehículo para los trayectos cortos.
Es lamentable que superando los 100.000 habitantes estemos desconectados del resto de pueblos y del centro de la capital al no disponer de un servicio de transporte público directo y es vergonzoso que sigamos con un metro que se inunda cada vez que llueve. Además, la falta de frecuencias genera retrasos, viajes en vagones hacinados con horarios más cortos que el resto de estaciones y unos precios que si no fuera por la financiación estatal serían los más caros de la región, aparte de sufrir el famoso trasbordo.
Pero no solo eso. Tenemos un autobús interurbano también sin conexión con el centro, obligando a tener que utilizar otro transporte complementario que además es insuficiente para los servicios urbanos, resultado de la política de “asfixia” de Ayuso, ignorando las peticiones del Ayuntamiento, tal como han hecho con la de tres nuevas líneas internas.
Y todo sumado al menosprecio al taxi, en el caso de Rivas, prohibiendo el taxi compartido.
El Consorcio Regional de Transportes debería hacer que nuestra ciudad fuera sostenible, ordenando la movilidad a través de la eliminación del vehículo privado por medio del transporte público, mejorándolo, pero también promoviendo su uso para resolver está situación. Y no se trata de coartar la libertad de nadie, sino de respetar el derecho a la movilidad de los ripenses.