Aunque las relaciones de pareja se nos presentan como algo natural, algo rodado en nuestra vida, la verdad es que una buena relación, una relación sana, es muy complicado de conseguir, y son múltiples los factores que intervienen para poder conseguirla. Pero esa armonía y respeto, son vitales para acabar con los maltratos y asesinatos de mujeres por sus parejas o exparejas.
La sexualidad es una dimensión del ser humano que se vive y manifiesta en cada etapa de la vida de un modo diferente. Es producto de lo aprendido en nuestras relaciones con los demás y de la interacción de numerosos factores: biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos…, la identidad sexual y de género claras, etc.
Tanto la infancia como la adolescencia representan etapas especialmente relevantes en el camino hacia la sexualidad adulta. La educación sexual desde la edad temprana contribuye a que niños y niñas se desarrollen de forma más equilibrada, en sus estados de ánimo y en la manera de relacionarse con los demás. Podrán disponer de mejores habilidades y destrezas para tomar decisiones que les ayuden a vivir su sexualidad de modo saludable y evitar situaciones de riesgo para su salud física o mental y para la de los demás.
Las madres y los padres inevitablemente ejercen un papel esencial en el modelaje de la personalidad y la sexualidad de sus hijos e hijas con sus juicios de valor, la propia vida en pareja (el respeto, la corresponsabilidad), la igualdad, el tipo de relaciones afectivas que se establezcan en el seno familiar, la forma de resolver los conflictos, lo que prohíben o permiten… La comunicación abierta y la información precisa y veraz por parte de los padres, aumentan la seguridad y el equilibrio posterior en sus relaciones de pareja.
Los modelos de referencia, así como la influencia del grupo o pandilla cobran especial relevancia.
La educación afectivo-sexual y la sentimental son claves, y deben ser una parte más de la educación que se tiene que recibir. La familia es la principal y primera responsable de la misma y, por supuesto, se debe afrontar también desde el sistema educativo.
A pesar de que todo esto debería de estar claro para padres y educadores, hay otros muchos elementos que influyen en la educación afectivo-sexual de los jóvenes, y que afectarán en sus tempranas relaciones y en las posteriores como adultos: la TV, las redes sociales, los espacios de pornografía en internet…, y como ya he comentado, el comportamiento de la pandilla.
Las chicas y las mujeres adultas son las principalmente afectadas. Existen abusos hacia las mujeres ya desde la infancia. En los. niños aparecen conductas que expresan desprecio, basado en la supuesta inferioridad física de las niñas: los chicos molestan o chinchan a las chicas por el mero hecho de serlo, esperando una reacción blanda por parte de ellas, como ponerse a llorar o llamarle tonto. Esta reacción se utilizará para ridiculizar a la niña y provocar la risa del grupo de chicos. Si ella se defiende de forma más agresiva, es posible que se responda con violencia física, para situar a la niña ‘en su sitio’. De este modo, se van manifestando y consolidando las relaciones desiguales, en las que la chica quedará en una posición de subordinación, con grave daño de su autoestima y repercusiones en su salud a corto y largo plazo.
Al comienzo de la adolescencia aparece la atracción entre ambos sexos y se producen los primeros acercamientos, pero también continúan los abusos. El maltrato se produce en el seno ‘pandilla masculina’, siendo ésta un agente que colabora en el proceso. La pandilla se convierte en policía, vigilante y censor del comportamiento de la chica adolescente. Desvelar la intimidad de la pareja al grupo y cuestionar la fidelidad de ella, son actos de agresión frecuentes en estas edades. Las chicas tendrán que cuidar con quién salen, dónde van, qué ropa se ponen, etc. En esta etapa es frecuente el “sexo robado”: los chicos tocan los senos u otras partes del cuerpo a las chicas de forma súbita y en público, con el objetivo de demostrar su ‘valentía’ ante la pandilla, ni siquiera toman conciencia de que son las primeras agresiones.
En esta etapa se practica una sexualidad basada en la satisfacción propia exclusivamente, con frecuencia los chicos no tienen en cuenta o desprecian el deseo y la satisfacción de las chicas. No es infrecuente que las chicas se sientan atraídas por chicos que no las tratan bien ‘los malotes’. Los insultos hacen alusión a la servidumbre tradicional y/o sexual de la mujer, están presentes ya en estas edades, y su intención es paralizar y someter a las chicas (comentarios despectivos acerca de sus características físicas y otros).
En las etapas adolescentes y siguientes, se conforman las primeras parejas con cierta estabilidad, que se caracterizan porque son inestables, de duración breve y ruptura fácil. Cada miembro de la pareja intenta imponer sus opiniones, controlar al otro…, lo que da lugar a conflictos que en ocasiones pueden llevar a la violencia, por no saber resolver esos choques mediante el diálogo. Los celos son un instrumento eficaz de control y, curiosamente, muchas chicas y chicos consideran que es la mejor prueba de amor (‘la quiere hasta volverse loco por ella, quien mucho te quiere te hará sufrir’, ‘tiene celos porque le importo, porque me quiere’). Les cuesta mucho identificarlos como abuso y por ello, frecuentemente, la chica va cediendo cada vez más, con el objeto de no ‘provocar’ su enfado, y va evitando relacionarse con otras personas, aislándose hasta no tener vida propia. Puede que la chica piense que puede cambiar a su pareja con su amor (‘El amor todo lo puede’). Con el tiempo, la impotencia se convierte en miedo, y el sometimiento en abusos de satisfacción propia del chico, llegan los insultos, las agresiones físicas… ‘un hombre maltrata, insulta o mata a su pareja porque ya no es como él quisiera que fuera…, deja de percibirla como otra persona libre y que toma sus propias decisiones’.
El respeto entre los progenitores, la educación sexual en las familias, los estamentos sociales públicos, son los únicos que pueden revertir esta realidad.
En las comunidades autónomas o ayuntamientos en los que PP/Vox forman gobierno, una de las primeras medidas que han tomado, ha sido la supresión de las ayudas a los colectivos que trabajan con mujeres maltratadas, han reconvertido los estamentos administrativos (Consejerías, Concejalías…, de mujer), en otros que han llamado de ‘violencia intrafamiliar’ obviando que es violencia del hombre contra la mujer, o directamente los han hecho desaparecer.
Desde octubre de 2003 hasta octubre de 2023, 1.040 mujeres han sido asesinadas por su pareja o expareja. Durante este año 2023 hasta el mes de octubre han sido 51 mujeres las asesinadas.