La tasa de muertes por suicidio repuntó en España en 2021 un 6,4% con respecto a 2018, con un total de 4.003, y la mayor parte se produjeron en verano. La mitad, más de 2.000, estuvieron protagonizados por personas de entre 40 y 64 años y tres de cada cuatro, por hombres. El 87% de víctimas eran españoles y el 32%, residentes en capitales de provincia y casi un cuarto, en zonas rurales o municipios de menos de 50.000 habitantes.
Estas son algunas de las conclusiones del informe sobre la ‘Evolución del suicidio en España en este milenio (2000-2021)’ elaborado a partir de datos anónimos procedentes de un análisis temporal de 2000-2021 que se desprenden de la investigación del consorcio Survive y de la acción de vigilancia epidemiológica de la Plataforma Nacional para el Estudio y la Prevención del Suicidio a partir de datos del INE y que fue presentado este jueves en rueda de prensa por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, del Centro de Investigación Biomédica en Red-Salud Mental (Cibersam) y del Hospital del Mar de Barcelona.
Durante su intervención, el investigador principal del Grupo de Investigación en Epidemiología Psiquiátrica y Salud Mental de la Universidad Complutense de Madrid, Alejandro de la Torre, explicó que, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en España fallecieron por suicidio 4.003 personas en 2021, lo que equivale a 11 al día y a una tasa ajustada por edad de 8,45 personas por cada 100.000 habitantes.
Una media que, a su juicio, se “acerca peligrosamente” a la establecida a nivel mundial por la OMS, establecida en nueve por cada 100.000 y que sobrepasaron 27 provincias en un una tendencia “creciente” desde 2018 que la pandemia ha “acelerado”, convirtiéndose en un “periodo desafiante” en este ámbito, igual que ocurrió con la crisis de 2008.
Tras puntualizar que, con esa tasa, España “está jugando” con países que tienen tasas “muchísimo más altas”, entre los que citó a EE.UU., Canadá o los países escandinavos, subrayó que en 2021 la tasa se situó por encima de la de 2020 y 2019 “prácticamente en todos los meses” excepto enero y agosto y el “pico máximo” se dio en julio, con más de 400 fallecidos.
FOTOGRAFÍA DEL SUICIDIO
En su “fotografía” del suicidio en España en 2021, el experto explicó que encabezaron el ranking, con más de 10 por 100.000 habitantes, las provincias de Jaén, Zamora y Lugo y las regiones de Galicia, Asturias, Castilla y León, Andalucía, Aragón y Cataluña, mientras, en el extremo opuesto, se situaron Madrid, Ceuta, Melilla y Guadalajara, con una tasa de 5 por cada 100.000.
Además, un 31% de los fallecidos tenía 65 años o más, un 13.8% tenía entre 25 y 39 años y un 5% entre 10 y 24 años y no se observó ningún caso de muerte por suicidio en menores de 10 años. Con todo, incidió en el “aumento” del número de intentos suicidas o de consultas hospitalarias por conductas suicidas en la población más joven.
El investigador hizo hincapié, asimismo, en el crecimiento de casi un 25% en la mortalidad por suicidio en personas migrantes y dijo “especular” con que las medidas de “control” de la expansión del virus, que incluían distanciamiento social, aislamiento o “dificultades” económicas derivadas de la crisis, podrían suponer un “factor de riesgo importante” y estar “detrás de este efecto”, que también se observa entre personas de grandes ciudades y capitales de provincia, que sufrieron también “un mayor efecto de la pandemia en la mortalidad por suicidio”.
“Especulamos con que, cuanto más duras fueron las restricciones, la tasa de muertes por suicidio es mayor, aunque demostrarlo es un poco difícil al menos en toda la serie temporal”, sentenció.
Tras puntualizar que, por cada fallecimiento por suicidio, hay “entre y 20 personas del entorno de la víctima que padecen un sufrimiento profundo por ello”, reconoció que las “expectativas” para el año 2022 “no son muy alentadoras”, al entender que “se espera una tendencia creciente”, por lo que reclamó mayor “conciencia social” como “herramienta esencial para prevenir una causa de muerte totalmente prevenible”, además de “centrarse en la prevención” como “eje fundamental”.
En la misma línea, el director Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar (INAD) y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, Víctor Pérez, advirtió de que “lo que sí mata es ignorar el suicidio y no hablar de él” y lamentó que las muertes por suicidio en 2021 fueron “más del triple de las que fallecieron por accidentes de tráfico”.
REDUCIR LAS CIFRAS
El experto abogó por “reducir” las cifras “a la tercera parte”, aunque admitió que “va a ser muy difícil reducirlas para 2030”, por lo que también urgió a “detectar la población más vulnerable donde actuar de forma preferencial en la prevención del suicidio” y a conseguir que las personas “en riesgo” obtengan “ayuda lo antes posible”, consciente de que otro de los “principales factores de riesgo” para desarrollar una conducta suicida es “tener enfermedad mental y haber hecho una tentativa previa”.
Por su parte, el catedrático en Psiquiatría y Director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud para Investigación y Formación en Servicios de Salud Mental en la Universidad Autónoma de Madrid, José Luis Ayuso, afirmó que, “lamentablemente”, el informe no reporta “buenas noticias”, dado que el suicidio, “lejos de disminuir, está aumentando”, con un incremento “muy significativo” a raíz de la pandemia.
“Es una mala noticia porque en 2013 la OMS se había fijado como objetivo una reducción del 10% de la mortalidad por suicidio para 2020 y no solo no se ha conseguido, sino que se ha incrementado”, sentenció, para aseverar que el objetivo de esta agencia de la ONU es reducir la tasa de esta “lacra” en un tercio para 2030.
En este sentido, también señaló que las poblaciones que se encuentran “en mayor riesgo” son “las que han hecho un intento de suicidio”. “Por cada cinco, una lo va a repetir”, avanzó, para agregar que, por cada una persona que fallece por esta causa “25 han hecho un intento”, por lo que emplazó a “priorizar” su asistencia en el sistema sanitario.
A este respecto, también alertó de que, tradicionalmente, la mortalidad por suicidio es “mucho más alta” en población por encima de 65 años, “antes y después de la pandemia y en España, China o Finlandia”. “Esta población es mucho más vulnerable y el primer intento de suicidio muchas veces es exitoso”, apostilló, para reclamar “soluciones adaptadas” para resolver un “problema complejo”.
ESTRATEGIA NACIONAL
Los tres investigadores coincidieron, además, en la urgencia de articular una estrategia nacional de prevención del suicidio, en torno a la cual De la Torre exigió “un paso aún más ambicioso en forma de estrategia integradora”, mientras Víctor Pérez abogó por que incluya “prevención y detección y seguimiento de personas de riesgo”, además de por “crear una cultura general de que es algo que se puede prevenir y que es trabajo de todos prevenirlo” y mejorar la “formación” de los jóvenes en el manejo de las emociones y sobre salud mental.
Asimismo, Ayuso reclamó un “plan ambicioso global que incorpore políticas ambiciosas en todo el estado y que se puedan implementar con las necesarias adaptaciones locales”.