Se ha celebrado el Primer Encuentro de mujeres emprendedoras de Rivas, convocado por My Comunicaciones.
Tenían dudas sobre cuándo quedar. «Hay mucha tienda física, que abre también los sábados por la mañana», dice María Yuncal, de My Comunicaciones, antes de comenzar el encuentro. Yuncal ha sido la responsable de la convocatoria lanzada, que ha sido “un éxito”. Más de 25 mujeres emprendedoras han respondido. Finalmente, una veintena de mujeres se han encontrado en La Huella Vegana, espacio también dirigido por una mujer, Sara Latorre, que ha sido la anfitriona.
Cuando se habla de hacer networking es difícil que nuestra mente no nos lleve a espacios masculinizados. Sin embargo, el networking, también implica ese trabajo en red, de tejer redes: Encuentros como este cubren “una necesidad que tenemos todas, el compartir lo que nos sucede con las que están en nuestra misma situación”.
Otra de las razones de este encuentro, al menos para las que tienen trabajos online, ha sido el “salir detrás de la pantalla”. “El trabajar desde casa ha hecho que dejemos de tener compañeros de trabajo”, se comenta en el Encuentro.
Vidas dispares
Este primer Encuentro, como la realidad del emprendimiento, ha congregado a mujeres y negocios muy distintos.
La más veterana es Laura Quiroga, con 15 años de negocio a sus espaldas con sus centros de estética, y el negocio más reciente es La Libélula, que abrió el pasado diciembre su espacio creativo para niños y, también, adultos. O mujeres como Vanessa, que aún no han dado el paso. De negocios con varias personas contratadas a mujeres que realizan todo el trabajo solas.
Se habla durante esta tarde de sábado del “agotamiento” pero también del lujo que supone poder ir andando a trabajar. También la maternidad cruza el debate. Surge la pregunta de si es compatible la conciliación con el ser autónoma, que no se responde pero se completa con la experiencia de algunas de las mujeres presentes, que tomaron el camino del emprendimiento por la dificultad de combinar la maternidad con el trabajo por cuenta ajena. “Cuántos hombres cambian su vida a raíz por haber sido padres”, inevitable la comparación. No es el patriarcado aislado, también la realidad socioeconómica cruza las vidas de quienes se lanzan a tener un negocio propio.
Algunas se conocían de antes, por sus negocios o, cosas del asociacionismo, por el Club Runnig Rivas. También hay intereses comunes en muchas de ellas: el ecologismo y el animalismo. “Mi tienda es lo que me provee pero, además, tener un trabajo acordé a mis valores es lo mejor que me puede pasar” dice Arancha, de Lo que diga Lola. Algo similar defiende Sara Latorre: “Hay necesidades que salen de las entrañas”.