En 1977, cuando se crearon las Cortes Constituyentes, en el Congreso de los Diputados sólo había 21 mujeres entre los 350 que consiguieron escaño. Poco más del 5%. España hoy cuenta con una de las Cámaras de Diputados de las más paritarias de la Unión Europea, con 166 mujeres parlamentarias. Es decir, el 47,4%.
En la defensa de los derechos de la mitad de la población y de la igualdad entre hombres y mujeres, el 8 de marzo de cada año ha sido siempre una fecha reivindicativa y algo unitario dentro del movimiento feminista, que, sin duda, es plural y trasversal. Esto ha sido así hasta hace poco. En 2023, todo lo relacionado con el 8-M se ha visto eclipsado por una batalla casi a muerte entre partidos de la izquierda por la conquista del relato del feminismo.
¿Quién es más de izquierdas? ¿Quién es más feminista? Esta pregunta absurda e irracional no tiene una respuesta única porque el termómetro que mide eso no se ha inventado todavía. El Día Internacional de la Mujer ha sido eclipsado por las dentelladas partidistas.
El día anterior, el Congreso de los Diputados había acordado tramitar la propuesta del PSOE para reformar la Ley del ‘solo sí es sí’ con el rechazo de Podemos. El duro debate en el que se dio el visto bueno (con el voto a favor, entre otros de Vox y PP) a la toma en consideración de la propuesta de los socialistas para reformar esta ley Integral marca un antes y un después en un Gobierno de coalición dividido. PSOE y Unidas Podemos se lanzaron duras acusaciones.
Se acusó al PSOE de pactar con la derecha y la extrema derecha esta iniciativa para volver al pasado en cuestiones de derechos de la mujer. Se embruteció todo porque el Ministerio de Igualdad del Gobierno presidido por Pedro Sánchez rechazó censurarse a sí mismo por los efectos no deseados como la reducción de condenas a violadores o la salida a la calle de estos delincuentes. Esta ley tiene otras medidas muy positivas que también han quedado en la sombra porque todo se ha centrado en la parte relativa a las modificaciones del Código Penal. Se llama obcecación.
Han quedado oscurecidas cuestiones como la brecha de género o reivindicaciones de las mujeres con discapacidad. Es deseable que todo esto pase cuanto antes porque de lo contrario la batalla electoral que se avecina será un juego de niños en el que el que se lleve el premio de ser el más feminista y de izquierdas se podrá convertir en cooperador involuntario de un posible triunfo de los que consideran el 8M como la fiesta de la banderita. Y de esto ¿qué piensa Ayuso?