Los acontecimientos actuales hacen que tenga que interrumpir mis textos habituales, la continuidad de mi relato. Tengo que recomponer mis argumentos, reconstruir las metáforas, los silogismos, ¿de qué valen los argumentos?
La guerra es un sinsentido recurrente que en ningún modo puede tener justificación ¿Existe una naturaleza humana guerrera? La dimensión que aquella tiene en la vida y en la muerte de las personas es inadmisible. No puedo pensar ni siquiera en razonar sobre los argumentos filosóficos que inventamos los mandriles-chimpancés-humanos: ¿Son evitables las guerras?, ¿son un factor de progreso de la humanidad?, ¿puede haber una guerra no cruel?, ¿es susceptible de ser ejercida bajo normas morales? Leyendo las estupideces que dicen los intelectuales (Nagel, Kant, Maquiavelo y tantos y tantos más), políticos y medios de difusión sobre el particular me invade la ira. Soy un ser débil al que las pasiones pueden ¿tengo que justificarme?
Agravio, Política, Propiedad, ¡y una mierda! (robo, sufrimiento y muerte; robo, sufrimiento y muerte; robo, sufrimiento y muerte…, ya he entrado en bucle…).
La guerra es un acto de fuerza para imponer nuestra voluntad al adversario” (Karl Von Clausewits, ‘De la Guerra’). No hay más…
La guerra es, siempre, una calamidad.
If, if, between, between…
(“Siempre estaréis con nosotros”; You will always be with us; ти завжди будеш з нами).
Hades Gaudó
Nota a pie de página: Como quiera que este espacio es reducido, tengo que restringir los ruegos habituales para que desde Europa se tomen medidas efectivas para ayudar a los refugiados. No solamente a los ucranianos, sino también a los africanos, subsaharianos o magrebíes, o a los afganos o sirios (ya olvidados), a todos lo que sufren. A pesar de los graves problemas que ahora tenemos “a las puertas de casa”, por la maldita guerra de Ucrania, o “en casa propia”, por causa del Covid-19 y su nueva variante Ómicron, el “coronavirus” dichoso, en Europa y en España no cejamos en el empeño: seguimos cerrando fronteras; continuamos levantando barreras, unas de espino y otras de papel, algunas —mucho peor— de acero invisible, barricadas custodiadas por cíclopes y dragones (malditas leyes e ideologías). Cientos, miles de muros y vallas siguen elevándose hacia los cielos en todo el mundo…. Cientos de miles, millones de personas, continúan sin poder ejercer uno de los derechos elementales del ser humano. Lejos de resolverse, la situación se agrava cada día más ¿Quién ha dicho que tenemos derecho a levantar vallas y a cerrar fronteras? ¿a quienes queremos engañar?
Y no queremos terminar sin volver a recordar un asunto puntual importantísimo para ayudar en España como es el de solucionar de una vez por todas la insoportable la situación española en el asunto de los desahucios: cientos, miles de familias quedan en la calle porque la legislación española no soluciona la gran estafa que la Banca ha propiciado en las últimas décadas; auténtico pillaje que está dinamitando la cohesión social. A pesar de la grave situación actual, tampoco eso cambia y sigue su curso exactamente igual que hace unos meses. La Banca es implacable…
Y todo eso hay que hacerlo dejando aparte cualquier tipo de consideración ética y/o moral dejando de lado las ideologías, las creencias religiosas y las consideraciones económicas…, eso hay que hacerlo simplemente PORQUE ES LO CORRECTO.