La sangre hierve (El rojo corazón del escorpión) Capítulo XL

He despertado… Al principio cuesta ubicarse, son tantos años… Miro alrededor y caigo en la cuenta de que el viento no fue amable conmigo ¿Aire, viento?, ¿una ráfaga quizá?…, ni siquiera eso. Fui una hoja muerta al pie del árbol, nada más (En el caldero de la Bruja todo se cuece a fuego lento.)

Trazo un círculo imaginario con mi dedo en el cielo y hace intersección con el arcoíris. El día es soleado pero frío (debe ser diciembre). Un ruido monótono cercano, impreciso, que no logro ubicar. Pernio oxidado, escayola. Mi cerebro intenta pensar pero anda demasiado espeso, como embotado. Soy el personaje antagonista de la firmeza, mi voluntad se quebranta a menudo; no todos los hombres están forjados a fuego y tienen destellos de sol, algunos nos aferramos a la telaraña viscosa (Dos “moscas” pasean por delante de la pupila, flotan en el medio acuoso de mi dañado sistema visual.) Las esqueléticas manos de los fantasmas se agarran con desesperación a la vetusta verja de la abadía abandonada, la reja de ese convento maldito (distingo perfectamente sus caras suplicantes). ¿Son todo imaginaciones mías?, ¿acaso simbolismo? De repente, me vienen cientos de imágenes a la cabeza, todas de golpe, que me aturden. Amparo y cubierta, blanco de cal y paz, eterna tranquilidad.

Continuaremos esperando…

Hades Gaudó

Nota a pie de página: Como quiera que este espacio es reducido, tengo que restringir los ruegos habituales para que desde Europa se tomen medidas efectivas para ayudar a los refugiados. Ya sean afganos, sirios o africanos, sean subsaharianos o magrebíes, a todos lo que sufren. A pesar de los graves problemas que ahora tenemos “en casa” por causa del Covid-19, el “coronavirus” dichoso, en Europa y en España no cejamos en el empeño: seguimos cerrando fronteras; continuamos levantando barreras, unas de espino y otras de papel, algunas —mucho peor— de acero invisible, barricadas custodiadas por cíclopes y dragones (malditas leyes e ideologías). Cientos, miles de muros y vallas siguen elevándose hacia los cielos en todo el mundo…. Cientos de miles, millones de personas, continúan sin poder ejercer uno de los derechos elementales del ser humano. Lejos de resolverse, la situación se agrava cada día más ¿Quién ha dicho que tenemos derecho a levantar vallas y a cerrar fronteras? ¿a quienes queremos engañar?

Y no queremos terminar sin volver a recordar un asunto puntual importantísimo para ayudar en España como es el de solucionar de una vez por todas la insoportable la situación española en el asunto de los  desahucios: cientos, miles de familias quedan en la calle porque la legislación española no soluciona la gran estafa que la Banca ha propiciado en las últimas décadas; auténtico pillaje que está dinamitando la cohesión social. A pesar de la grave situación actual, tampoco eso cambia y sigue su curso exactamente igual que hace unos meses. La Banca es implacable…

Y todo eso hay que hacerlo dejando aparte cualquier tipo de consideración ética y/o moral dejando de lado las ideologías, las creencias religiosas y las consideraciones económicas…, eso hay que hacerlo  simplemente PORQUE ES LO CORRECTO.

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