La realidad vive desnuda; eres tú quien la va vistiendo contra ella misma y tercamente la vas vistiendo de retóricas o de imposiciones o, en suma, de lo que no es ni quiere ser jamás. Sí, la retórica (una u otra) es como imponer un manicomio a lo que es natural, sano o puro. ¡Exacto!
Y las capacidades que más la vulneran o la visten son: la hipocresía y el cinismo (que imposibilita la honestidad-decencia). Con la hipocresía todo es bla-bla sin fondo, bla-bla sin humanidad de verdad, bla-bla sin sentido o burlándose de cualquier bien. Con el cinismo todo es disfraz, falta de delicadeza o descuido de lo que es esencial o de lo que no admite desatención ética.
Es indignante, muchos seres humanos se creen en el derecho de imponer lo que no necesita ni requiere el mundo ni hoy ni jamás; y también (en estupidez y en frívolo ego) se creen en el derecho de negar caprichosamente lo que solo pide afirmación, «visibilidad», reconocimiento y protección para que (lo antes posible) pase a ser referencia de lo que se hace. Pero… ¡nada!, imponen chulescamente una y otra vez lo que les da la gana.
Repudio en profundidad que se referencien siempre de ésas FORMAS de comportamiento (que absolutamente son impuestas por quienes manipulan la sociedad, ¡por segurísimo y dicho ya sin miedo a favor de la verdad!) y nunca, en desequilibrio, se referencian por fortalecer (en lo correcto) a la CONDICIONALIDAD HUMANA, idos de lo que es esencial, ¡sí! Puesto que nunca son las «formas» las que evitan el verdadero mal, ¡nunca!, sino la condicionalidad humana (ya asumiendo la razón o ya asumiendo lo no terco-cobarde-encabronado por los mismos que van de inteligentes en la sociedad).
Las «formas», en verdad inengañable, siempre son instrumentos de inmovilidad (lo contrario a la razón-ética, que impulsa a mover o a cambiar cosas), por supuesto, inhiben desgraciadamente a alguien de un pensar o de un pensar por sí mismo porque ya hay unas formas-órdenes preestablecidas (éstas siempre sin remitirse únicamente a la razón) por unos intereses de poder de cualquier índole o «por cuatro idos de la cabeza». Y, además, ¡es obvio!, a ésas «formas» siempre cualquier mente humana les tiene una relación de terca obediencia o de encadenamiento para un no pensar libre ¡Exactísimo!
También, he de decir o de gritar (a sus corruptibles caras, enmascaradas) de una vez por todas que LO ÚNICO que impone en la vida o en la sociedad es lo que está al margen de las reglas que irrebatiblemente sostienen la vida y la naturaleza (o sea, solo las naturales o las racionales, sí, ¡que hacen funcionar todo!).
Eso está más que claro, la razón jamás impone y ya todo lo demás sí impone terca o desequilibradamente cosas a las personas. Asimismo, la realidad tampoco impone nada, (pues ¿cómo), «se manifiesta en su casa o en su espacio»; por el contrario, lo que sí impone es lo que va «a contraespacio», de «actor» bárbaro, sí, como añadidura de ego o de capricho o de parcialidad. Lo que impone es solo lo que invade «lo que no es suyo», y se establece ahí a sinrazón.
¡Qué asco! Es lo que hacen muchos grupos de poder, grupos de estúpidos, medios de comunicación o medios de la gran estupidez (pasada miserablemente por inteligencia): el establecerse cada uno de ellos «por la fuerza de la no razón«, ya sea en instituciones de estado, en la cultura, en la «gloria bendita» de la tantísima invención de entretenimientos o de espectáculos solo para imponerse (a imposición cobarde-rastrera) o para pasar por encima de la ética (asquerosamente, sin educación decente o sin respeto alguno) ante los ojos de cualquier equilibrio o de Dios incluso.
En fin, a ver si al menos sus propias neuronas se rebelasen algún día ya contra ellos, ¡hay que tener esperanza aun así!
José Repiso Moyano