OPINIÓN

La pobreza infantil no luce tanto con las bombillas de Navidad

La pobreza infantil no luce tanto como las bombillas de Navidad

La Navidad es el tiempo de la infancia. Ya se nota su llegada. Lo anuncian los alcaldes de toda España, compitiendo por ser el municipio que más luces enciende y tiene el árbol más alto y el más iluminado. Los mayores regresamos a la infancia por momentos para mirar el mundo a través de los ojos del niño que llevamos dentro y que nos muestran, en mi caso, mis hijas.

Días después de que los primeros ediles de Vigo, Madrid y otros pueblos luciesen sus millones de bombillas, acudí con mi hija Azeguiñe y sus hijos a un centro comercial. Entramos a un supermercado y nada más entrar, mi nieta Suriñe, sin abrir la lista de la compra, metió en el carro varios paquetes de pasta.

Le pregunté por qué tanta prisa para elegir y me aclaró que era para entregarlo a los voluntarios del Banco de Alimentos que estaban situados a la entrada del local comercial. Al terminar la visita, me pidió dinero sin yo saber para qué. Muy sencillo, para dar unas monedas a un hombre ya mayor que estaba pidiendo ayuda. Solidaridad desde la infancia para atender necesidades de los más necesitados. Una muestra más de las desigualdades en una región como la madrileña, donde la pobreza infantil (y la otra) campa a sus anchas sin que sus gobernantes la enseñen con intención de corregirla, del modo en que muestran cómo engalanan los municipios con nuestros dineros.

Las luces de muchos colores nos hacen regresar al pasado y esperamos a los Reyes Magos con ilusión. Las luces lo llenan todo pero no hasta opacar la cruda realidad de la pobreza infantil en la Comunidad de Madrid, donde las familias en condiciones de necesidad aumentaron con la pandemia. Los niños quieren juguetes y también que se cubran sus necesidades básicas, como tener luz, agua, comida y una casa donde vivir. Según datos recientes, un alarmante 40% de los niños en la Comunidad de Madrid se encuentran en situación de pobreza.

La pobreza infantil no solo es una cuestión de justicia social, sino también una preocupación que afecta al conjunto de la sociedad. Los recursos destinados para combatir la pobreza infantil, si se aplican de manera eficiente desde edades tempranas y se amplían, pueden generar un alto retorno económico y social.

El brillo de las luces de Navidad ensancha mi sonrisa y la de millones de niños, pero la verdadera explosión se produce cuando la infancia sonríe sin preocuparse del alimento, la vivienda digna, los regalos y la calefacción para combatir el frío en estas navidades.

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