Un bonito y soleado día del pasado otoño, dando una vuelta por el campo con mis compañeras de trabajo Elena, Emma y Carolina para “repasar” un poco de “botánica y zoología de campo” en la que vimos diversas cosillas muy interesantes, nos sorprendió el hallazgo de esta oruguita tan preciosa que se hallaba “pastando” en su planta nutricia, una rubia silvestre o “Rubia peregrina”, la cual estaba, como se puede observar en las imágenes, con sus característicos frutitos otoñales maduros.
Se trata de una oruga en la última fase de desarrollo larvario de la conocidísima “Esfinge colibrí” o Macroglossum stellatarum (Linnaeus,1758) —“Hummingbird hawk-moth caterpillar” para los anglosajones—, que seguramente han visto ustedes en numerosas ocasiones revoloteando frenéticamente entre las flores de nuestros jardines, tanto en cualquier municipio de la Comunidad de Madrid como en cualquier otra parte de España, ya que es una especie tan sorprendente como abundante.
Ahora bien, si es frecuente ver a la mariposa no lo es tanto, ni mucho menos, ver su oruga, que a pesar de su color verdoso pálido tan llamativo se camufla perfectamente en su medio natural.
En esa ocasión tuvimos mucha suerte, se lo aseguro (la descubrió Elena). Le hicimos unas cuántas fotos y la dejamos tranquila en su ramita. Los cuatro pensamos “Seguro que dentro de un tiempo pasará revoloteando entre nosotr@s pero… ¿nos recordará?”.
Nunca saldremos de dudas, eso es incuestionable, pero fueron momentos emocionantes.
José Ignacio López-Colón