La Comunidad de Madrid ha comunicado que ampliará los contenidos sobre el judaísmo y su legado dándoles mayor presencia en el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) a partir del curso que viene. Hasta ahora la referencia a este tema era mínima, y se reducía al estudio de la expulsión de los judíos en la época de los Reyes Católicos y al Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, sin que se incluyeran expresamente la envergadura y las consecuencias que tuvo la presencia de los judíos en la Península Ibérica.
La pregunta inmediata es ¿Por qué, en la misma medida no se recuperan los contenidos legados por los pueblos procedentes del norte de Europa o más aún el de los árabes, más importante incluso que los de los judíos?
El Gobierno regional ya ha dado luz verde al Decreto para la modificación del currículo de Educación Secundaria que permitirá poner en marcha esta medida.
Los nuevos contenidos se añadirán a la materia troncal de Geografía e Historia en los cursos 2º, 3º, y 4º de ESO.
Al hilo de esta decisión, nos surge otra pregunta ¿por qué se estudiará el legado judío y no, de la misma manera, el legado cristiano? Se da la circunstancia de que la religión cristiana se estudia como asignatura ‘religión católica’, en horario escolar y con puntuación que condiciona la nota final de los alumnos. No es entendible esta discriminación positiva con respecto a la religión cristiana con respecto a las otras religiones y mucho menos lo es cuando la Constitución española dice que es aconfesional y por tanto todas las políticas, identificaciones, enseñanzas obligatorias, etc., también deberían serlo.
Perfectamente de acuerdo en que las influencias y el legado de las religiones en la historia se estudien de manera transversal en los centros de enseñanza, pero las religiones en sí mismas, donde deben estudiarse y practicarse es en los centros de culto, cada cual en el que le corresponda según sus creencias religiosas, aquellos que las tengan.