De los cuarenta y ocho años que he trabajado y cotizado, treinta y nueve lo he hecho dedicado a la función pública, y como funcionario de la Comunidad de Madrid desde la creación de su Autonomía el año 1983. El destino me llevó a prestar estos servicios desde 1994 y hasta mi último día de trabajo en “la moqueta” de la Puerta del Sol. En esa Casa de Correos por la que pasan distintos presidentes y presidentas. Y ahí he ido viendo de forma gradual y creciente, y con la impotencia del que no es poderoso y debe ganarse honradamente el pan que se come, mande quien mande, cómo otros y otras iban recortando, diezmando, desmantelando la Sanidad Pública y los Servicios Sociales madrileños que siempre consideré imprescindibles en cualquier sociedad, y más en una tan envejecida como la nuestra.
Siempre pensé que esto se volvería contra todos, y por supuesto en mayor medida contra los más débiles. Pero jamás pude ni entrever de qué forma tan rápida ni fulminante iba a suceder. Si no, no hubiese podido soportarlo claro está.
He ido viendo cómo se desatendían las constantes y alarmantes peticiones de los profesionales que seguían sacando la cuestión a flote día a día como podían, a costa de su propio esfuerzo. Pero jamás pude pensar que sería a costa de sus propias vidas.
No deseo seguir escribiendo más sobre esto, ni tengo moral para ello, ni creo que sea necesario.
Solo deseo para terminar hacerme, proponéroslas también a vosotros y vosotras, algunas preguntas: ¿Cuándo este horror ceda, si es que lo hace, a los que queden o quedemos nos parecerán más importantes los presidentes y presidentas de la Comunidad de Madrid y sus Consejeros y Consejeras que los Sanitarios y Sanitarias, que las Trabajadoras y Trabajadores sociales, que los Cuerpos y Fuerzas de Orden público, de Protección Civil, que los Voluntarios y Voluntarias, etc.?
¿Quiénes son los imprescindibles? ¿A quiénes hay que cuidar y mantener? ¿De quienes realmente sí podríamos o tendríamos que prescindir?
¿Nos quedaremos solo en un “gracias”, en llamarles “héroes”, en “aplaudirles”, o haremos realmente, y sea como sea, lo que tenemos que hacer por ellos y ellas y por nosotros?
Lo siento, pero hoy ya ni puedo, ni debo seguir escribiendo. Ánimo para todos, y condolencias.