Todos los aspectos de nuestra vida cotidiana están influenciados por decisiones políticas aunque a veces no nos demos cuenta. Apostar por reforzar los servicios públicos frente a la mercantilización y la privatización, es política. Las frecuencias del transporte público, la calidad de la educación, la cantidad de contaminación que respiramos o los tiempos de espera de la atención primaria, son también política. Decisiones todas ellas que afectan a la ciudadanía en su día a día y que nos definen como sociedad. Y aquí radica la importancia de la utilidad de la política para lo que realmente debe ser: una herramienta que sirva para mejorar las condiciones de vida de las personas.
Hace poco más de un año, en abril del 2022, el CIS preguntaba en uno de sus barómetros sobre la crispación política y los resultados eran muy esclarecedores: el 86% de la ciudadanía consideraba entonces que había mucha o bastante tensión política, y un 62,5% culpaba de ello a la clase política. Es lógico preguntarse cuál sería el porcentaje a día de hoy teniendo en cuenta los hechos tan poco edificantes que hemos presenciado en los últimos meses.
Las palabras gruesas, agresiones como la que ha sufrido recientemente el concejal Eduardo Rubiño a manos del concejal ultraderechista Ortega Smith, los asedios a sedes de partidos, sembrar la duda sobre la legitimidad de quien gobierna por decisión de la mayoría de la ciudadanía como está haciendo actualmente la derecha, cuestionar la legalidad de partidos políticos democráticos porque no concuerdan con la ideología propia… Nada de eso está justificado y desde luego no es para lo que la ciudadanía vota a sus representantes.
Promover debates artificiales, generar crispación entre la ciudadanía, polarizarla y convertir las instituciones en un circo, puede ser rentable para rascar votos, pero en absoluto sirve para mejorar las condiciones de vida de las personas, que es el fin real de la política.
Cuando acaba el día, las preocupaciones de la gente son las de la vida real: llegar a fin de mes, la factura de la luz, el bienestar de su familia, vivir en una sociedad más justa e igualitaria donde se respete a todas las personas, que sus hijos mayores puedan encontrar un trabajo, no tener que esperar meses para acudir a la cita de una especialidad médica…
En Rivas, a este grupo municipal, no lo va a encontrar la derecha y la extrema derecha en debates estériles que buscan crear pantallas de humo y generar tensiones, como presenciamos en el último pleno municipal a cuenta de la ley de amnistía. Nos van a encontrar promoviendo medidas que sirvan para mejorar la vida de nuestros vecinos y vecinas, luchando por unos servicios públicos de calidad, velando por el bienestar de las personas mayores, de la infancia, de las y los jóvenes, trabajando por un modelo de ciudad con sentido, feminista, sostenible y verde, generando empleo en el municipio, fomentando el deporte y tendiendo la mano a quienes se sumen a hacer de Rivas una ciudad mejor.