Cuando lo obvio se niega, nos acercamos a la mentira y al engaño premeditado. Es evidente que España estuvo gobernada durante 40 años por un dictador, el criminal Francisco Franco, quien murió en su cama en 1975. A partir de esa fecha, se inició un camino hacia la democracia que nos llevó hasta donde estamos ahora.
Las elecciones, que durante el franquismo brillaban por su ausencia, se celebran cada cuatro años y en esta ocasión dieron un resultado en el que el triunfador fue el socialista Pedro Sánchez. Al no contar con mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados, tuvo que poner en marcha un gobierno de coalición con Unidas Podemos, el primero conocido en decenas de años.
La oposición, mayoritariamente del PP, se empezó a inclinar hacia la extrema derecha por razones obvias. Sin Vox, el centro derecha liderado por Alberto Núñez Feijóo no habría podido hacerse con ejecutivos autonómicos como el de Castilla-León, donde gobiernan en coalición la derecha y la extrema derecha. Sin esta ayuda, tampoco podría haber accedido Isabel Díaz Ayuso a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Están en su derecho de pactar con quienes crean conveniente, igual que Pedro Sánchez.
Lo obvio de la existencia de una dictadura en España se contradice con las denuncias de algunas derechas relativas a que España se dirige irremediablemente hacia una dictadura como la de Nicolás Maduro en Venezuela. Los que hemos vivido y sufrido el franquismo sabemos que España no se encamina a una dictadura. Mentir es algo que contamina todo. Y decir que los independentistas de Bildu son etarras o filoterroristas es una barbaridad igual que decir que toda la derecha está relacionada con lo que supuso Franco. ETA no existe desde 2011, fecha en la que dejó de asesinar vilmente y sin piedad a diestra y siniestra.
Si Bildu está en las instituciones es porque ha recibido votos para ello. Con todo lo que podemos denunciar ante las administraciones, parece ser que la sanidad, la educación, las pensiones, el Salario Mínimo Interprofesional, el paro, la precariedad laboral, la dependencia o la situación de las personas mayores o con alguna discapacidad han sido tapadas por nubes que a través de la mentira sacan a la luz su obsesión para calentar la situación. Señalan que los grandes problemas de este país están relacionados con los etarras que ya no existen o con un patriotismo trasnochado que se enfunda la enseña nacional para vaticinar que el futuro de España, si gobiernan los que no les agradan, va de cabeza a una dictadura. No veo ninguna similitud entre la dictadura de Franco y la actual situación.
Nino Olmeda