Desde que la tecnología relacionada con internet llevó a concebir un nuevo modelo de consumo de contenidos audiovisuales en el sector estuvimos durante más de una década anticipando que en cualquier momento el audio bajo demanda daría un enorme salto en nuestro país, dando lugar a lo que se dio en llamar ‘el año del podcast’. Hoy, y después de un crecimiento continuado, no sabemos muy bien cuál fue el año del podcast, (quizá 2020 empujado por el confinamiento de la pandemia), pero sí sabemos que el podcast ha despegado con fuerza, y para quedarse, entre los hábitos de cada vez más gente. Una cosa está clara: es tiempo de podcast.
El nacimiento del formato podcast surge en España de forma natural. Y como nacen algunas de las mejores cosas, lo hace de abajo a arriba. Frente a una industria de la producción de radio que empezó dando la espalda a los nuevos modos de consumo, se fue forjando el interés del consumidor de contenidos de audio, sobre todo jóvenes que querían explorar las posibilidades de internet. Mientras la industria seguía anclada en los modelos clásicos donde se sentía cómoda, la presión de los receptores de contenidos fue obligando poco a poco a los medios a cambiar, pero en buena medida estos grandes medios habían perdido la iniciativa.
De hecho, este cambio para el mundo del audio, al menos en España, tardó aún más que en la prensa, los contenidos de vídeo o el cine, dejando por más tiempo un hueco mayor a la producción independiente: programas de radio a la carta que pasaron muchos años sin la influencia de los medios generalistas y comerciales. Como resultado se establecieron con fuerza decenas de proyectos, muchas veces nacidos de las radios libres y comunitarias, que ofrecían al oyente original de podcast justo lo que quería: contenidos culturales, científicos, históricos, de misterio o musicales, pero con una profundidad de información muy superior a los habituales de la radio convencional.
A parte del impulso de los creadores independientes es justo citar dos elementos que, a mi parecer, fueron importantes para el nacimiento del podcast en España tal y como lo conocemos hoy, favoreciendo ambos esta creación de contenidos divulgativos de mayor profundidad.
Por un lado, hay que citar al gran periodista Juan Antonio Cebrián, inspirador del camino que seguirían muchos podcasters. Cebrián murió en 2007 dejando huérfana a toda una generación de oyentes en aquella transición desde la radio de toda la vida hacia las nuevas tecnologías. Desde el mítico programa La Rosa de los vientos, pero desterrado a las madrugadas radiofónicas, tuvo la libertad de hacer exactamente lo que ansiaba buena parte de la futura audiencia del podcast.
Y por otro lado, en el año 2009 nacía iVoox, uno de esos lugares, -el más importante también hoy día-, donde encontrar esos contenidos con facilidad. La plataforma, que agruparía a cientos de productores independientes y aquellos profesionales que sí supieron ver el potencial del nuevo formato, planteaba una idea tan sencilla como recoger en un solo espacio vivo la inmensa cantidad de audios que se estaban empezando a generar en aquellos años. Algo tan obvio facilitó de forma espectacular que muchos creadores pudieran hacer llegar lo que hacían a miles de personas. Habían nacido las nuevas comunidades de oyentes del podcast que, con el tiempo, irían desplazando a las audiencias de la radio, cada vez más limitada a un perfil de gente de más edad y con menos cercanía por las nuevas tecnologías.
¿Qué ventajas aporta el podcast frente a otros formatos?
El podcast no es más que la evolución de la radio y utiliza su mismo lenguaje comunicativo, adaptando la receta y la presentación a las nuevas formas de consumo que favorece internet. Ya no se emite al aire y de forma casi efímera, sino que el contenido es accesible para escuchar justo cuando nos conviene, lo que favorece la atención. Está demostrado que el oyente de podcast atiende mucho más al contenido y está mucho más vinculado, como es lógico, a lo que elige escuchar.
Además, el podcast ha favorecido la democratización de la información. Existen varios elementos que favorecen este hecho, a pesar de los intentos de ciertos sectores de devolver la producción de contenidos al control de unos pocos. Alguno ya lo hemos citado, como el hecho de que durante cerca de una década los contenidos de audio fueran ignorados por los grandes grupos mediáticos dejando a los productores independientes que crearan sus propias comunidades en torno a sus programas gracias a espacios como iVoox.
Pero es que, además, la idiosincrasia de los nuevos medios tecnológicos ha supuesto un impulso de la comunicación en su definición más amplia. Nos referimos a comunicación como el intercambio de información de doble sentido entre emisor y receptor, que van intercambiando su rol para hacer efectivo ese intercambio. Los medios tradicionales se basan en una comunicación vertical, donde un emisor envía sus mensajes, -normalmente interesados-, a miles de receptores. Con los nuevos medios esta unidireccionalidad se vuelve menos firme y es mucho más fácil realizar un intercambio convirtiéndonos, los que siempre fuimos simplemente oyentes, en emisores con capacidad real de modificar el mensaje final que cala en la sociedad.
En esta tesitura nuestra capacidad de expresarnos crece, lo que nos aporta también una nueva responsabilidad que hay que saber administrar, tanto como oyentes que participan en sus espacios favoritos, como si somos creadores de nuestros propios programas.
Es tiempo de podcast. El crecimiento del sector en términos económicos, de creación de nuevos proyectos y de audiencia, lo corrobora cada año. Una nueva forma de consumir, e incluso de crear radio, más responsable, participativa y enriquecedora nos acompaña en nuestro propio móvil de una forma tan sencilla que no hay excusa para no comprobarlo. Hagámoslo realidad.
Más divulgación cultural en nuestro podcast: www.elabrazodeloso.es
Eduardo Moreno