Una cosa es la ideología y el programa de un partido político y otra su estrategia a medio y largo plazo y su táctica en cuanto a las actuaciones más cotidianas.
Llevamos dos años de legislatura y mal que bien, hasta ahora el Gobierno se ha ido bandeando, de tal manera que lleva más de cuarenta y siete leyes aprobadas.
Puesto que el Gobierno del Partido Socialista-Unidas Podemos no tiene mayoría suficiente, desde la propia investidura de Pedro Sánchez, se establecieron una serie de pactos con otros grupos de la Cámara, el llamado ‘Pacto de Investidura’ (Esquerra Republicana de Cataluña, Partido Nacionalista Vasco y Bildu). Con ellos ha sido con quienes el Gobierno ha venido negociando para sacar las leyes hasta ahora aprobadas.
Pero las circunstancias no son las mismas en cada momento: ahora estamos en plena campaña electoral en Castilla-León; muy probablemente, a continuación, vendrá la campaña de las elecciones andaluzas, y no podemos olvidar que estamos a dos años de las siguientes elecciones generales.
Probablemente la Ley más importante de este Gobierno es ‘la Reforma Laboral’. PSOE y Unidas Podemos habían puesto un especial empeño en sacarla adelante. Además de que, la transferencia de esas ingentes cantidades de dinero que tienen que venir de la Unión Europea, están condicionadas a un acuerdo entre los llamados Agentes Sociales (Sindicatos y Empresarios) y el propio Gobierno, ésto ratificado por el Parlamento.
La Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha sido la encargada de componer el acuerdo y defenderlo en el Congreso de los Diputados. Hasta el último minuto ha intentado agrupar los votos de los diputados y diputadas que conformaban ‘el Pacto de Investidura’, pero finalmente los tres han votado en contra.
Una vez conocido el resultado de la votación, que parecía habían perdido, las cámaras de televisión, en algún momento, enfocaron a los diputados y diputadas de estas formaciones políticas: estaban lívidos. No se lo esperaban, estaban convencidos de que la Reforma Laboral sería aprobada, porque a pesar de las escenificaciones, ellos querían que se aprobara, unos y otros estaban de acuerdo con la Reforma.
Para Bildu no es la reforma ideal, pero querían que saliera aprobada, su no apoyo responde a una táctica de presentarse como la única izquierda en el País Vasco y acaparar todos los votos de ese espectro político; El PNV tiene miedo de los votos que se le puedan ir a Bildu y por eso se quiso mostrar distante con el Gobierno Central; y ERC compite con los Comunes por una parte del electorado coincidente y sobre todo con ‘el proyecto de nueva formación política de Yolanda Díaz’ y por eso ha querido marcar distancias.
¿Y los intereses de los trabajadores dónde quedan? Pues es curioso, tratándose de diputados/as elegidos para que les representen y velen por sus intereses: hasta las FAES que es el órgano de elaboración de ideología y proyectos del Partido Popular, aseguraba estar de acuerdo con la Reforma pactada, pero al PP lo único que le interesa es acabar con el Gobierno de coalición y para eso destruirá la imagen de España dentro y fuera, desprestigiará y mentirá sobre los ministros/as a todas horas, no asumirá ninguna responsabilidad respecto a la corrupción de su partido…, y en última instancia, los intereses de los trabajadores o de los ciudadanos en general, les dan igual; En cuanto a ERC, PNV y Bildu, dicen trabajar por los ciudadanos, pero en las ocasiones en que lo pueden demostrar, optan por estrategias que favorezcan sus intereses de partido.
A pesar de no contar con los votos de los partidos del ‘pacto de investidura’, parece que había otros partidos que sí estaban dispuestos a apoyar la aprobación de la Reforma: Ciudadanos y Unión del Pueblo Navarro, dos partidos de derechas. Los dos diputados de UPN mantuvieron hasta el último momento que votarían a favor, asumiendo la disciplina de partido, UPN, que es por el que habían sido elegidos. Pero en el momento de la votación lo hicieron en contra, traicionando a su propio partido. Pero esto no fue una decisión de última hora, se trata de la misma estrategia repetida una y otra vez por el Partido Popular: comprar voluntades y votos de otro partido, con el objeto de romper los planes del contrario y reventar al partido de procedencia de los vendidos de paso. Así lo hicieron en Madrid con el llamado ‘tamayazo’, cuando compraron dos votos de sendos diputados del PSOE y colocaron a Esperanza Aguirre como Presidenta de la Comunidad de Madrid (junio 2003). Desde entonces el PSOE no levanta cabeza en la región; así lo hicieron en Murcia, cuando el PSOE y Ciudadanos presentaron una Moción de Censura contra López Miras (marzo 2021), en esta ocasión compraron a tres diputados de Ciudadanos (que inmediatamente aceptaron cargos en el Gobierno de Miras), con ello desmontaron la Moción y acabaron prácticamente con Ciudadanos; ahora lo han hecho con UPN y han comprado dos diputados, Sayas y Adamero y con toda seguridad han acabado también con el partido al que pertenecen.
Finalmente, la Reforma Laboral ha sido aprobada gracias al error de votación de un diputado del Partido Popular. Es curioso cómo las casualidades de la vida pueden dar al traste con estrategias viles y aparentemente bien pergeñadas, ¡como justicia poética lo han calificado algunos!
JuanM del Castillo