Si la evidencia fuese un factor reconocible y sobre ello aplicáramos cierta lógica, es posible y justificado que el tablero resultante en las próximas elecciones municipales y autonómicas cambie de manera sustancial para estupor de los confiados. Pero no será así.
A buen seguro que sociólogos y politólogos volverán, una vez más, a ese afán inagotable y consistente en ofrecer todo tipo de claves y análisis pre y poselectorales en donde, si algo tuviera de variación, todo será ofertado como si no hubiéramos sido testigos de lo ocurrido.
Ante los comicios del próximo 25 de mayo, la lógica nos debería hacer pensar qué es aquello que han ofrecido y qué es lo sucedido durante el periodo transcurrido desde hace apenas dos años. A saber.
En capítulo autonómico donde aquí en Madrid, una vez tras otra, se nos despacha con la soberbia del gañan mientras se desvían fondos públicos tanto a sanidad como a educación privada, así como a universidades de todo pelaje en detrimento de la pública; se agota a los y las sanitarias con salarios y condiciones indignas para ser tentados por entidades de capital privado doblando o triplicando los sueldos, provocando el abandono de profesionales formados en hospitales de referencia o se asfixia a las residencias de ancianos y su personal, la misma institución nos vende su folclore, la fiesta madrileña y el pan y circo pagado por quien pueda costearlo.
El reclamo electoral de este sector que hoy gobierna la Comunidad de Madrid consiste en bares petados, Madrid gentrificado y libertad para esquilmar los bolsillos, barra libre a los grandes propietarios, contratos sin condiciones para satisfacer la demanda puntual en hostelería y demás establecimientos que parecen completar el decorado de un Madrid feliz, próspero y satisfecho, menguado de inversión en servicios sociales o I+D. Esta es la evidencia…
Mientras esto ocurre, desde el propio gobierno de la Comunidad se banaliza el rigor de los profesionales, se afean y ridiculizan los datos y cualquier hecho consumado, se criminaliza el aumento del salario mínimo y leyes de protección al consumidor que frene el incremento de los alquileres, todo esto tan insignificante por poner un ejemplo reconocible como parte de un todo imposible abordar en estas líneas.
¿Qué ocurre? ¿Qué extraño algoritmo entra en juego para que cualquier mejora aplicada por parte del gobierno central o propuesta de los sectores de la izquierda pase factura a los partidos que las impulsaron…? Que los politólogos y demás entendidos nos lo cuenten…
Mucho me temo que el “cuñadismo” más rancio se ha instalado en esta sociedad que durante un tiempo creímos mejor formada que nunca. Error. La asociación empática que se estable por rango de entendimiento es un elemento definitivo. De ahí que el estúpido simpatice y vea una proyección de su pensamiento (que no tiene) en mensaje rápidos, soflamas de fácil digestión y a ser posible haciéndole pertenecer a algo mientras se le regala el oído a todo aquel y aquella cuya moral estriba en el engreimiento por estrato o creencia de pertenecer a alguno.
Pero no nos engañemos, todo eso no es algo nuevo ni el apremio de la premura por hacer campaña ante la inminente cita electoral. Un sector bien definido del espectro político que, sorpresa, gobierna la comunidad de Madrid, lleva en ello desde que podemos recordar haciendo de este ejercicio despótico una especie de mandato electoral. Y tampoco no dejemos engañar por todo cuanto escuchamos, pero sobre todo por lo que no escuchamos. Ahí la fuerza, interés y animosidad de los medios de comunicación que acallan voces de otras esferas ideológicas ofreciendo una imagen malhumorada y perversa de toda la izquierda frente a la candidez absurda de la derecha o el patriotismo vergonzoso de la ultraderecha.
El rango de minutos dedicados a la promoción del PP en televisión es providencial; la falta de opiniones que pongan sobre el tapete todo cuanto sucede es un desierto inhabitado, no existe. Y es que cuando en televisión se pone el enfoque en la gracieta, la soberbia o la burda mentira enfocada sin una palabra de desmentido, la manipulación es una de esas otras evidencias que no es posible pedir ser detectada.
Cuando se es complaciente con la mediocridad sucede que los valores se deterioran. Así, lo inmediato deja en la acción de lo entendible (mentiras sostenidas) una recompensa que no implica ni siquiera el trabajo de pensar. Pensar supone enfrentarse a las propias contradicciones… y el estúpido jamás dará la oportunidad e dejarse ver en contradicción alguna. Poco importa si en todo esto nos distraen con las ocurrencias de la señora presidenta de la Comunidad de Madrid, si nos distraen dirigiéndose a nosotros como si fuésemos imbéciles o indocumentados. De tal guisa, repiten como un mantra sus mensajes vacíos de todo contenido (buen caldo para quienes cualquier compromiso es una contrariedad), pastorean al electorado y, de vez en cuando si fuese necesario – cada vez menos- se afanan en el intento de la persuasión trasladando la autoría del desaguisado a la población en forma de idea recogida por aclamación mientras el rebaño guarece al depredador. Perfecto y todos satisfechos. Que el Partido Popular continue llevándonos al recreo de Madrid, que lo importante suscite carcajada en los mediocres y la manipulación mediática continue desacreditando el rigor. A votar.