Hay algo casi poético en el vínculo que muchos (el masculino no es inocente) tenemos con el coche. Para muchos, representa más que un transporte; es sinónimo de libertad. En palabras de Jack Kerouac en “En el camino”, el coche es ese vehículo que nos permite lanzarnos a la carretera, recorrer el mundo, y, en el caso de Rivas, nos facilita la conexión entre el hogar y la vida diaria. En una ciudad joven y en expansión como la nuestra, el coche ha sido fundamental. Nos ha permitido acceder a lugares, trabajar, estudiar, y disfrutar de la cultura que va más allá de nuestras fronteras municipales.
Sin embargo, este símbolo de libertad también ha traído desafíos. Primero, el desafío de la seguridad vial, cuando dejamos de meter a familias de seis miembros en un Seat 600 y aceptamos ponernos el cinturón de seguridad. Después, iniciamos un camino hacia la reducción de la siniestralidad laboral limitando la velocidad y siendo cada vez más implacables con el uso de drogas al volante, incluyendo tabaco y alcohol.
Por el camino, cometimos el error de ir diseñando las ciudades para el coche, no para la vida. Cuando nos dimos cuenta del error que supone en términos de movilidad mover una tonelada de automóvil para desplazar a una persona, en comparación con una bicicleta eléctrica o un autobús…la inercia ya suponía un enorme límite, como se vio en el rechazo social en Rivas a una propuesta de carriles bici avanzada, pero muy lejos de las grandes ciudades europeas.
En consecuencia, tarde y con reticencias, las calles de Rivas (como de tantos municipios) están cada vez más congestionadas, los aparcamientos escasean, y los niveles de contaminación aumentan. El coche, antaño visto como la solución a los problemas de movilidad, hoy presenta interrogantes. ¿Podemos seguir dependiendo exclusivamente de él? ¿Qué tipo de ciudad queremos para nuestros hijos/as?
La respuesta pasa, sin duda, por una movilidad más sostenible. La implantación de Bicinrivas, la promoción del coche eléctrico y el fortalecimiento del transporte público son pasos necesarios hacia una ciudad más habitable, con aire más limpio y un entorno más seguro. En este sentido, Rivas tiene un potencial enorme para convertirse en un referente.
Kerouac también decía que “la carretera es vida”. Hoy en Rivas, el coche sigue siendo parte de esa vida, pero no es el único camino. La carretera de nuestro futuro debe estar pavimentada no solo con asfalto, sino con ideas innovadoras, con transporte compartido y con un respeto renovado por el entorno.