La recomendación de esta entrega es Jurado Nº 2. Con esta película tengo una sensación extraña y agridulce: por una parte, felicidad al ver que Clint Eastwood sigue haciendo grandes películas con más de 90 años; y por otra, tristeza, porque esta obra ha sido ninguneada por la propia productora, hasta tal punto que ha pasado sin pena ni gloria por las salas, y sobre todo, y más sangrante, en las nominaciones a los Óscar, que la han olvidado vilmente. Esto puede hacer que esta sea la última película de Clint Eastwood, lo que me enerva, como que Woody Allen ya no nos de nuestra ración anual de su buen cine.
Lo peor es que no es un caso único, y hay muchas películas que merecen mejor suerte, pero son ensombrecidas por productos mediocres e incluso directamente basura, a los que inyectan una promoción desmesurada, arropada por algún escándalo o truco barato que atrae a las moscas (y no miro a Deadpool y Lobezno en particular, porque hay muchas peores, de esas de “toma el dinero y corre”, dejando al espectador sentado en la butaca, preguntándose porqué habrá desperdiciado dos horas de su vida).
¿Será Jurado nº2 la última película de Clint Eastwood?
En fin, dejemos de lamernos las heridas y otras cosas, como diría el Señor Lobo de Pulp Fiction, y sigamos adelante, disfrutando de esta pequeña obra maestra rescatada del pozo del olvido. Con Jurado nº2, Eastwood nos plantea un juego de engaño y suspense, en el que nada es lo que parece, y en el que a medida que se desgrana la historia, tomaremos partido o no por el protagonista, Justin Kemp (interpretado por Nicholas Hoult), un hombre de familia ex-alcohólico, que forma parte de un jurado en un juicio por asesinato. Un caso sencillo y claro, en el que la opinión pública ya he emitido el veredicto y dictado sentencia. Una crítica velada al sistema actual, en el que la mínima sospecha sobre el comportamiento de un autor puede desencadenar su caída en desgracia y borrado de su obra, como si se tratara de “1984”.
En nuestra película podremos ver cómo el protagonista se enfrentará a una fiscal, interpretada por Tony Collette, que ve en este caso mediático su catapulta a la carrera política. Todos los personajes tienen sus grises, van evolucionando, y no se quedan en el estereotipo clásico de buenos y malos, lo que da profundidad a una película que nos mantiene en vilo hasta el final, y que nos hace preguntarnos: ¿Qué haríamos nosotros en esa situación?
Si quieren saber la respuesta, véanla; y como siempre les digo, mejor si es en compañía. A todos nos gusta comentar si nuestras deducciones eran o no acertadas.