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El fin de la alienación. Un sueño pero tenemos la obligación de soñar.

La Alienación según el diccionario de filosofía sovietico es:

Conversión de los productos de la actividad humana (productos del trabajo, relaciones sociales y políticas, normas de moral, teorías científicas, formas de conciencia social), al igual que de las propiedades y capacidades del hombre, en algo independiente y ajeno a éste y que lo domina.

El hombre no determina por sí mismo lo que puede y debe hacer, sino que se somete a las fuerzas incontroladas que dominan sobre él, casi nunca alcanza los objetivos para los que emprende ya unas ya otras acciones; le parece que las normas y formas de su vida no emanan de la naturaleza de la actividad conjunta de los hombres, sino que le son impuestas, bien por otras gentes, bien por fuerzas sobrenaturales, (la religión).

En psicología se intenta explicar en demasiadas razones y se comprende que un término intenta explicar muchas cosas en realidad explica muy pocas. Tal es, precisamente, el problema en lo que respecta a la alienación. El modo de establecer una medida de precisión en nuestra reflexión sobre el tema es examinar la historia del término.

El texto fundamental viene dado aquí por los escritos juveniles de Marx, los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Marx tomó y volvió a definir un término empleado ya por Hegel y Feuerbach. Escribiendo específicamente sobre la alienación en la sociedad burguesa:

Comprendernos muy bien la alienación en el mundo capitalista, pero resulta difícil hacerse a la idea de cómo es posible vencer por completo la alienación en una sociedad industrial avanzada. Aunque la sociedad se humaniza, las técnicas productivas siguen siendo, tan impersonales y tan intimidatorias como bajo el capitalismo preindustrial. 

Los productos se le presentan “como algo extraño, como un poder independiente del productor… El trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como con un objeto extraño… Cuanto más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo, que tenga frente a sí, más pobres son él mismo y su mundo interior y tanto menos dueño es de sí mismo. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto me nos guarda en sí mismo. El trabajador pone su vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no se pertenece a sí, sino al objetó. Cuanto mayor es la actividad, tanto más carece de objetos el trabajador. Lo que es producto de su trabajo, no lo es él. Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La alienación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él, independientemente, extraño, que se convierte en un poder que le enfrenta; que la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta a él como cosa extraña y hostil”

La alienación se produce, en suma, porque los objetos que el hombre ha creado empiezan a dominarle en el desarrollo del mercado capitalista. El hombre deja de tener el sentimiento de crear algo para su propio uso e ignora las razones del ascenso y descenso de la demanda de los productos de su trabajo. «El trabajador existe para el proceso de producción, y no el proceso de producción ara el trabajador.”

Si seguimos a Marx, lo importante es insistir en que la comprensión de la naturaleza y de las causas de la alienación no es suficiente en sí misma para liberarnos; que lo que nos liberará, por otra parte, es la práctica: la práctica dirigida al establecimiento de un tipo de sociedad en la que los hombres trabajen realmente para sí mismos y en la que se producirán, de acuerdo con ello, las condiciones previas necesarias para el desarrollo de un tipo de trabajo que sea expresión de las capacidades humanas del trabajador.

Solo así alguna existirá una sociedad totalmente libre.

Eulogio González Hernandez

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