Este mes les presentamos a una de las muchas plantas que tapizan nuestros cerros. Se encuadra dentro de esas especies “humildes” o sea de aquellas que en principio no deslumbran al caminante, aunque no por ello, en ocasiones y como es el caso, no dejan de ser peculiares por una u otra razón.
Se trata del llamado “cerrillo” o “espolín”, cuyo nombre científico es Stipa iberica Martinovský, una hierba perenne y cespitosa con tallos de 40 a 80 centímetros y tallos florales plumosos. Es un endemismo de la península ibérica, sur de Francia e Italia. En España, su área de distribución comprende las comunidades del sur, centro y este, siendo especialmente abundante en Aragón y en la Comunidad Valenciana. En la Comunidad de Madrid se localiza en la mitad oriental y aparece en todos los municipios de nuestra región.
El cerrillo o espolín es una especie que coloniza claros de pinar, encinar y robledal, matorrales, espartales, taludes, barbechos y bordes de camino, generalmente en calizas, dolomías, margas o yesos. Ocupa terrenos medios o altos que van desde los 350 a los 2.100 metros de altitud.
Stipa iberica es una especie que habitualmente se agrupa en laderas secas de carácter calizo o yesoso, dando lugar a la ilusión de una suave sábana plateada que se mece al compás del viento. En este tipo de formación vegetal, existe un momento especial cuando en los atardeceres, debido al viento y al ángulo de incidencia de los rayos de sol, se crea un efecto mágico de gran belleza plástica.
Desde la revista Zarabanda, les deseamos unas muy felices fiestas navideñas.
José Ignacio López-Colón