No sé si debería comenzar por un a análisis pormenorizado acerca de la realidad histórica en la que se fundamentan estas fechas que, ateos, creyentes o agnósticos celebran con el foco puesto en la categoría de los reencuentros y ¿entrañables? Momentos. Y no es incierto que así sea. El motivo lleva a la manifestación de los mejores deseos en citas consumadas más que en ninguna otra época del año en donde, salvo honrosas excepciones, prolifera más la patochada que el acierto..
Digo esto porque en el inicio de la temporada navideña los discursos abordados por diferentes autoridades, en especial el dictado por la presidenta de la comunidad de Madrid, me ha sorprendido por la reiteración -que más parece apropiación- de la figura que da origen y en la que se sustenta la tradición navideña.
Dando por buena la figura histórica de aquel Joshua ben Joseph convertido en Dios según algunos durante el concilio de Nicea, aunque con poca base documental y científica que lo certifique, pues aquel concilio tuvo otras cuestiones que resolver más mundanas, y que supone la piedra angular sobre la que se construye la tradición Cristiana, nos llama mucho más la atención las palabras del discurso articulado por la presidenta.
Sin que suene a desdén ni irreverencia, creo que la presidenta, tan fiel como parece a la observancia cristiana, debería dejarse ver por alguna que otra biblioteca y estudiara con algo más de profundidad la figura a la que apela con tan piadoso tono. Aunque para ser honestos diremos que el gesto y el ademán de fastidio delataba la veracidad de su pensamiento.
Y es que no dudó en pronunciar y apelar a la baja condición social… “nacido en un pesebre” como origen de su empatía con el niño; apuntó a su condición de “salvador”, a los más humildes y humillantes destinos que la historia le tenía preparado y la precaria ralea de su procedencia y de la que se rodeó. Y no decimos mentira alguna. Ahí están los textos considerados canónicos que remiten a lo que apuntamos…también está internet en donde el discurso de la presidenta, seguro, quedó para la historia.
Decía que no estaría mal que buscara e indagara en alguna que otra biblioteca o incluso en los propios textos canónicos porque -tal vez de ahí su cara de reproche- se daría cuenta que estuvo a pelando a la condición divina de todo cuanto ella misma se empeña en señalar, demonizar y destruir.
Y sin que esto quiera aparentar ser una lección de historia, convendría de nuevo recordar – no lo digo yo, lo dicen los textos- que a quien ella apela como como icono de divinidad y guía espiritual fue condenado por condenar la codicia, la autoridad de los sacerdotes y jerarcas, por cuestionar la validez de los templos como palacios, por conminar a la libertad de pensamiento (que no a la de abrir bares), por abominar de la religión y sus abusos junto al poder civil… Convendría recordar que a quien ella apela, tuvo que huir, tuvo que migrar por la amenaza de un líder político (siempre según la tradición), que fue perseguido, espiado y sobre el que recayeron falsas acusaciones que le condujo a la pena de muerte…en fin… que convendría que recordara que, como siguió ocurriendo a lo largo de la historia, la apropiación de lo inefable lleva a lo fatídico y a lo execrable en nombre de dios.
Convendría, entonces, que dejara de hablar de migrantes en el tono despectivo que lo hace arrimando su discurso al extremo, que dejara de hablar de la pobreza como un mal propiciado por quien la padece, de libertad con las manos puestas en apretura alrededor del cuello de la sanidad pública, que desahogara el colapso educativo con recortes (el maestro enseñó gratis sin hacer negocio) y que el espíritu de la navidad (otra fecha para el error) no le haga caer en la patochada y en el piadoso e insultante candor de los aposentados que guardan para sí el mejor de los lugares juzgando las desgracias de los más desfavorecidos como necesarias o que dejara de hablar de impuestos como un mal que piratea nuestros bolsillos…al césar lo que es del césar… Será en otra ocasión.